Raúl Almendro*

«Hay una España vacía en la que vive un puñado de españoles, pero hay otra España vacía que vive en la mente y la memoria de millones de españoles».

Sergio del Molino, La España vacía

 

Resumen: El vaciado de la España rural de la segunda mitad del siglo xx respondió a la intencionalidad institucional de un franquismo desarrollista. Hoy, los deseos de la España vaciada y las decisiones políticas que determinan su presente siguen separados por una brecha similar a la del desequilibrio demográfico del que sus gentes son víctimas, en un país urbanita y modernizado, en el que lo rural rima con lo arcaico. Ante esta situación, el medio rural y sus olvidadas se han levantado contra su abandono. El proyecto de okupación rural comunitario de Fraguas ofrece una alternativa ecosocial autogestionada para acometer la necesaria repoblación de la España vaciada. Frente a la represión política, Fraguas se ha convertido en un lugar de peregrinación para todas aquellas que creemos en la vuelta al mundo rural bajo un marco de justicia social y medioambiental, respetando al fin un medio y una población secularmente maltratados.

Palabras clave: España vaciada, Fraguas, éxodo rural, repoblación, resistencia

 

Abstract: The exodus from rural Spain in the second half of the twentieth century was driven by the institutional intentions of a developmentalist Francoism. Today, the desires of empty Spain and the political decisions that determine its present still have a gap similar to the demographic imbalance of which its peoples are victims, in an urbanized and modernized country, in which the rural rhymes with archaism. In light of this, there has been a movement building amongst the rural population. The rural squat of Fraguas offers an alternative, self-managed, eco-social method to repopulate empty Spain. In the face of political repression, Fraguas has become a place of pilgrimage for those of us who believe that rural repopulation should be worked on through a framework of social and environmental justice, with respect given to its local communities and the world around it.

Keywords: Emptied Spain, Fraguas, rural exodus, repopulation, resistance

 

 

Introducción

Fraguas es un pueblo emplazado en la Sierra Norte de la provincia de Guadalajara, perteneciente a Castilla-La Mancha (España). Durante cientos de años, agricultores y ganaderos dieron vida a sus calles, cuyo registro se remonta, al menos, al siglo xviii (Del Valle, 2019). Compartiendo destino con tantos otros de la geografía española, el pueblo fue despoblado y borrado del mapa durante la dictadura franquista. Desde la primavera de 2013, Fraguas ha vuelto a cobrar vida, en forma de un proyecto de okupación rural comunitario en el que un grupo de jóvenes está reconstruyendo el pueblo y su memoria. Su migración invertida —de la ciudad al campo— responde al anhelo de poner en práctica valores como la autogestión, el ecologismo, la autosuficiencia y el frugalismo voluntario. Pero tal voluntad ha resultado chocar frontalmente con las intenciones que las autoridades políticas reservan para este enclave, abordando el problema de la despoblación rural desde la óptica del único lenguaje que entienden: el del crecimiento económico.

 

El vaciado de la España rural

El éxodo de la España rural a las ciudades, iniciado en los años cincuenta y con apogeo a principios de los sesenta (Camarero, 1991), no fue un proceso casual. Por el contrario, respondió a las políticas económicas de un franquismo que denostó severamente a este medio, forzando a millones de sus habitantes a emigrar a un nuevo escenario —el urbano— que les iba a resultar, cuanto menos, hostil. Como apunta Naredo (2004), históricamente el desarrollo industrial ha tenido lugar a partir de las transferencias de capital y mano de obra procedentes del sector agrario. La España franquista es un ejemplo de esta tendencia.[1] En aras de la obsesión del régimen por el desarrollo industrial, pueblos con siglos de historia viva y saberes tradicionales fueron expropiados, despoblados e inundados por pantanos, presas y repoblaciones forestales, entre otros desafortunados destinos. Como resultado, las urbes se llenaron repentinamente de mano de obra barata —y necesaria— para alimentar las fábricas y el sector servicios, que experimentaban el apogeo característico de la modernización, dando lugar a problemas de hacinamiento, chabolismo y pobreza en ciudades como Madrid, Barcelona y Bilbao, principales sumideros de los migrantes rurales de la época (Del Molino, 2016). No en vano, el imaginario social perfilado por el discurso hegemónico terminó de confeccionar un escenario propicio para el etnocidio con rostro amable del mundo campesino (Badal, 2017). Se creó así la figura del paleto, y lo rural pasó a ser lo desfasado, lo indeseable, lo anacrónico. En otras palabras, la antítesis de la modernidad: lo que debía ser condenado al olvido y la degradación. Con el afán de enfatizar esta intencionalidad institucional, hablo aquí de la España vaciada para referirme a la geografía víctima del despoblamiento rural, y evito la expresión España vacía, denominación genérica a menudo empleada para referirse a la misma realidad.

La historia del pueblo de Fraguas refleja a la perfección este fenómeno de desruralización. Víctimas de engaños, coacciones y la miseria propia de ver ahogadas sus actividades económicas, el último de sus antiguos habitantes fue expulsado del pueblo en 1969. Abandonados a su suerte —o, mejor dicho, a su desdicha— se vieron obligados a migrar a ciudades cercanas como Guadalajara y Madrid. Un año después, el Patrimonio Forestal del Estado registró el pueblo de Fraguas a su nombre, borrando así legal y documentalmente su existencia. En su lugar, se sustituyó la flora autóctona por un monocultivo de pino para, décadas después, obtener el correspondiente rédito económico mediante su explotación maderera. Ya en democracia, el paraje fue utilizado como nicho de prácticas militares y, en la actualidad, se arrienda a clubs privados como coto de caza (Del Valle, 2019). Teniendo en cuenta la naturaleza de estas actividades, resulta paradójico que en 2011 el enclave se integrara en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Esta maniobra parece responder al deseo de blindar su gestión bajo el pseudónimo de «la conservación de los recursos naturales» (Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado, 2011: art. 2), en pos de perpetuar la administración de lo que antes era de todos y todas para el beneficio de unos pocos.

 

La revuelta de la España vaciada

Hoy, la España vaciada está protagonizando una revuelta social de gran calado. Como el náufrago con esperanzas diezmadas que acopia sus últimas fuerzas para lanzar un grito de auxilio, el medio rural se está haciendo escuchar con un poderoso alarido que clama por la adopción de medidas que mitiguen el drama despoblacional. Así lo hicieron decenas de miles de personas el pasado mes de marzo en las calles de Madrid, en una manifestación secundada por casi un centenar de plataformas (Sosa, 2019). En junio, siguiendo la estela de dicha movilización, nació la Coordinadora de la España Vaciada. Dos meses más tarde, la recién creada coordinadora estatal publicó un documento en el que insta a la firma de un pacto de Estado por la repoblación y el reequilibrio territorial, y manifiesta su determinación de escalar las protestas en caso de no ser escuchada: «Seremos capaces, y que no quepa la menor duda de que lo seremos, de articular una respuesta firme, estable y permanente» (Coordinadora de la España Vaciada, 2019: p. 5). La España vaciada ha alzado la voz para no dejarse morir. Es cierto que su situación es crítica: actualmente, en el cincuenta y tres por ciento del territorio español solo vive un cinco por ciento de su población total (Burillo y Burillo, 2019). Pero también lo es que no piensa detenerse hasta que sus exigencias sean materializadas.

En consonancia con este clamor, la política institucional se ha subido a la ola que surfea con la mayor de las solturas: la del oportunismo político. Los representantes de todo el espectro político nacional afirman estar hoy tremendamente preocupados por —y ocupados en— la repoblación de la España rural. Las promesas y los guiños partidistas a la España vaciada se vuelven recurrentes en campaña electoral, dejando por el camino una ristra de imágenes populacheras. En los últimos meses, por ejemplo, varios representantes políticos han excursionado al medio rural para arar y tractorear los campos, sugiriendo una simpatía por lo bucólico que, a juzgar por la falta de medidas efectivas para afrontar la despoblación, bien podríamos tildar de impostada. Asimismo, el presidente del Gobierno en funciones se ha reunido recientemente con colectivos de la España Vaciada para escuchar sus exigencias. Sin embargo, esta dinámica no obedece a una preocupación —ni acción— real, sino a la coyuntura de un periodo electoral que parece dilatarse en el tiempo de forma cuasieterna en un país azotado en los últimos años por la inestabilidad política. No en vano, el sistema de circunscripciones electorales adoptado tras la dictadura franquista se caracteriza por sobrerrepresentar los votos de los lugares menos poblados, dando así una ilusoria impresión de empoderamiento del medio rural. La España vaciada tiene una gran influencia a la hora de formar mayorías parlamentarias y, como tal, es caldo de cultivo de la hipocresía institucional.

 

Fraguas resiste

Muestra de esta hipocresía es la represión ejercida contra el proyecto de Fraguas, un caso (más) en el que los intereses de un sector de la sociedad civil —la España vaciada— se contraponen con aquellos de un estado (neo)capitalista y de la clase política que lo perpetua. Y es que, bajo un modo de producción capitalista, el pueblo está destinado a producir para el mercado, no para quienes lo habitan. Fraguas, por el contrario, propone una vuelta al medio rural bajo un paradigma contrahegemónico, en el que la vida en comunidad, los bienes relacionales y comunales, la autogestión, la búsqueda de la autosuficiencia, la disminución de los niveles de consumo y producción y el respeto por el medio ambiente sean puestos en el centro. Esta alternativa rehúye así los dogmas fundamentales del neoliberalismo, que han hecho de la competencia, la propiedad privada, el crecimiento económico incesante y el hiperconsumo los pilares fundamentales de la organización socioeconómica de las sociedades (pos)industriales. En lugar de ello, el proyecto de Fraguas apuesta por la cultura del «hazlo tú mismo», que bebe de los esfuerzos propios, la cooperación, el rechazo a la división sexual —o de cualquier otra índole— de las tareas y la enseñanza mutua, como parte de un proceso de empoderamiento y emancipación del trabajo asalariado y, en última instancia, de las instituciones. Fraguas recupera también los saberes y prácticas tradicionales del medio rural y la memoria histórica de sus habitantes, ayudando a alzar la voz de la España vaciada y enriqueciendo su lucha con una alternativa para afrontar su repoblación.

Imagen 1. Pancarta con el lema Fraguas resiste situada en la entrada al pueblo. Autor: Raúl Almendro.

Sin embargo, la Junta de Castilla-La Mancha pretende vaciar y reducir a ruinas, de nuevo, el pueblo de Fraguas. A raíz de su denuncia, seis repobladoras fueron sentenciadas en junio de 2018 a unas penas de prisión que podrían ascender hasta los dos años y tres meses, en caso de negarse a pagar los gastos de demolición de todo lo (re)construido durante los últimos seis años. Como la propia Administración tuvo a bien reconocer en el juicio, su acusación particular responde al propósito de dar un «castigo ejemplarizante» para evitar un «efecto llamada» (Colectivo Fraguas, 2018). Las autoridades explicitaron así su oposición a que la provincia de Guadalajara, mayor desierto demográfico de Europa (Burillo y Burillo, 2019), sea repoblada fuera de los términos del crecimiento económico. Mientras cada año dilapidan cientos de millones de euros procedentes de fondos europeos para «fijar población en el mundo rural» en forma de macrogranjas, turismo rural y la construcción de pistas de frontón en pueblos abandonados, reprimen con vehemencia una iniciativa que ha logrado (re)vivir y honrar un pueblo y su memoria. Como muestra de esto último, cabría mencionar la gran relación que han entablado las y los repobladores con un grupo de antiguos habitantes que siguen visitando su pueblo a menudo y que están apoyando activamente al nuevo proyecto de vida que alberga. La alternativa ecosocial autogestionada que este proyecto ofrece no solo ha demostrado ser viable para enfrentar el desequilibrio demográfico nacional, sino también estar respaldada por una gran masa social.[2] Desde el pasado mes de junio, el pueblo se encuentra en jornadas de resistencia indefinida: un hervidero de ideas para diseñar la resistencia pacífica ante un posible intento de desalojo y demolición. En definitiva, Fraguas no es más que un reflejo de la historia y del presente de la España vaciada. Pese al empeño institucional en hacerlos desaparecer, ambos existen y resisten. Que lo sigan haciendo depende de todas nosotras.

 

Referencias

Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado, 2011. «Ley 5/2011 del 10 de marzo, de Declaración del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara». BOE, 104 (2 de mayo), pp. 44.410-44.431.

Badal, M., 2017. Vidas a la intemperie: nostalgias y prejuicios sobre el mundo campesino. Logroño y Oviedo, Pepitas de Calabaza y Cambalache.

Burillo, M. P., y F. Burillo, 2019. «Las regiones desfavorecidas de España ante la política de cohesión, 2021-2027». Instituto de Investigación y Desarrollo Rural. Serranía Celtibérica. Disponible en: http://www.celtiberica.es/wp-content/uploads/2019/04/6-Monografi%CC%81as-ISC-n%C2%BA2-copia.pdf, consultado el 14 de octubre de 2019.

Camarero, L., 1991. «Tendencias recientes y evolución de la población rural en España». Política y sociedad, 8, pp. 13-24.

Colectivo Fraguas, 2018. «Comunicados de Fraguas tras el juicio y la sentencia». Briega (14 de junio). Disponible en: http://www.briega.org/es/noticias/comunicados-fraguas-tras-juicio-sentencia, consultado el 14 de octubre de 2019.

Coordinadora de la España Vaciada, 2019. «Documento España Vaciada». Disponible en: https://teruelexiste.info/wp-content/uploads/2019/09/Documento-Espa%C3%B1a-Vaciada-web.pdf, consultado el 14 de octubre de 2019.

Del Molino, S., 2016. La España vacía. Viaje por un país que nunca fue. Madrid, Turner.

Del Valle, M., 2019. «Poniendo la historia de Fraguas en su sitio». El Salto (10 de julio). Disponible en: https://www.elsaltodiario.com/pueblos-recuperados/poniendo-historia-fraguas-sitio, consultado el 14 de octubre de 2019.

Naredo, J. M., 2004. La evolución de la agricultura en España (1940-2000). Granada, Universidad de Granada.

Sosa, M., 2019. «La «España vaciada» clama por una gran alianza contra la despoblación». El País (31 de marzo). Disponible en: https://elpais.com/sociedad/2019/03/31/actualidad/1554022545_649884.html, consultado el 14 de octubre de 2019.

 

* Grup de Recerca en Educació per la Sostenibilitat, Escola i Comunitat (Gresc@), Universitat Autònoma de Barcelona. E-mail: raul.almendro@hotmail.com

[1]. En la segunda mitad del siglo xx estas transferencias se hicieron posibles a causa de la revolución verde, consistente en importantes avances técnicos en la agricultura y el consecuente incremento de la productividad agrícola.

[2]. Desde que la sentencia se hizo pública, han tenido lugar numerosas manifestaciones de apoyo en más de una decena de ciudades de la geografía española, con un récord de asistencia de más de dos mil personas en febrero de 2019 en Madrid.

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