Pietro Autorino*, Michele Bandiera**

Traducido por Carlos Uxo González

DOI: doi.org/10.53368/EP63IVCbr05

Resumen: Tras la masacre de más de ochocientos civiles en 1944, la zona de Monte Sole estuvo abandonada durante muchos años, considerada como un lugar de muerte perseguido por los espectros de la violencia extrema ejercida por las tropas nazifascistas. En 1974, Luigi Fontana fue el primero en volver a Monte Sole, seguido más tarde por una comunidad de monjes, que fueron a construir un monasterio: sus intervenciones en la zona allanaron el camino para que una comunidad mucho más amplia de actores antifascistas volviera a Monte Sole.

En este artículo reflexionaremos sobre la labor de peregrinos, monjes, campesinos, activistas y trabajadores que elaboraron la memoria colectiva de la masacre al volver a habitar la zona. En nuestra opinión, es necesaria una comprensión ecológica de la historia de la militancia en Monte Sole tras la masacre, y también arrojar luz sobre trayectorias inesperadas de reparación ecológica (Centemeri et al., 2022). Concretamente, primero recompondremos la historia ambiental de Monte Sole después de 1944, enmarcando el esfuerzo restaurador de las comunidades militantes que volvieron a habitar este lugar durante las últimas décadas como reparación ecológica. Además, situando esta discusión en nuestra propia experiencia de toma de posesión de la granja de Luigi en Monte Sole, en la segunda parte del artículo, exploraremos cómo la reparación ecológica en las ruinas está haciendo vida en común en el «Parque Histórico del Futuro».

Palabras clave: reparación ecológica, memoria colectiva, Monte Sole

 

Abstract: After the massacre of over 800 civilians in 1944, the area of Monte Sole was abandoned for many years, deemed as a place of death haunted by spectres of the extreme violence enacted by the Nazi-Fascist troops. In 1974, Luigi Fontana was the first one to move back to Monte Sole, later followed by a community of monks, who came to build a monastery: their interventions in the area paved the way for a much larger community of antifascist actors to return to Monte Sole.

Hence, in this paper we will reflect on the work of pilgrims, monks, peasants, activists and workers who crafted the collective memory of the massacre by re-inhabiting the area. In our view, an ecological understanding of the history of militancy in Monte Sole in the aftermath of the massacre is necessary, and also sheds light on unexpected trajectories of ecological reparation (Centemeri et al. 2022). In particular, we will first recompose the environmental history of post-1944 Monte Sole, by framing the restorative endeavour of the militant communities who re-inhabited this place over the last decades as ecological reparation. Furthermore, by situating this discussion within our own experience of taking over Luigi’s farmstead in Monte Sole, in the second part of the article, we will explore how ecological reparation in the ruins is making life-in-common in the «Future’s Historical Park».

Keywords: ecological reparation, collective memory, Monte Sole

Introducción

Según el fotógrafo Josef Koudelka, «las ruinas no son el pasado»: son más bien el futuro que llama nuestra atención sobre el presente (Gli Asini, 2021). Los mundos que experimentamos, los que nos esperan y los que podemos recordar, están entrelazados, de manera que pueden capacitar a las comunidades humanas precarias para hacer vida en común con la llamada a un futuro mejor. Este breve ensayo explora esta posibilidad en las prácticas cotidianas de los  nuevos residentes militantes de Monte Sole, un territorio cuya habitabilidad fue gravemente destrozada por la violencia destructiva de la masacre nazifascista contra la población civil en el otoño de 1944 (véase, por ejemplo, Baldissarra, 2009). A continuación, reconstruimos cómo ciertas intervenciones en las ruinas de la masacre elaboraron repertorios de memoria colectiva sobre la vida antes y durante 1944 al reproducir el paisaje como habitable. De hecho, recordamos la frase «Parque Histórico del Futuro» para captar cómo el proceso de recuerdo fue fundamental en la reparación ecológica de un amplio movimiento de nuevos habitantes que buscaba recrear las condiciones para la vida en común.

En 1974, Luigi Fontana fue la primera persona en volver a habitar Monte Sole después de la masacre: adquirió una antigua granja en ruinas, que renovó con la ayuda de su padre, experto en la artesanía de la piedra y la autoconstrucción. Luigi procedía de una familia campesina del valle y era sobrino de un combatiente partisano. En su casa criaba cerdos, pollos, burros y otros animales, al tiempo que acogía huéspedes de todo tipo: artistas, vagabundos, drogadictos sin dinero, punks, anarquistas y militantes clandestinos. Horneaba pan y cocinaba grandes cantidades de comida caliente que compartía espontáneamente con visitantes anónimos. Se dedicó en especial a investigar la historia de la masacre y a crear un archivo sobre la resistencia armada antifascista, así como sobre la masacre que llevaron a cabo los soldados nazis en el otoño de 1944. De forma deliberada, paraba a cualquier visitante curioso del parque y le invitaba a comer para hablar del pasado, el presente y el futuro de Monte Sole. De hecho, su casa pronto fue conocida por muchos como un baluarte y como un refugio en el sitio donde habían tenido lugar una violencia y una devastación atroces: un enclave donde el trabajo de la memoria y la reparación se promulgó a través de formas de convivencia en común.

A principios de los años ochenta fue el turno de Giuseppe Dossetti, coautor de la Constitución italiana, quien recibió el mandato del obispo de Bolonia de fundar un monasterio en Monte Sole, a unos cientos de metros de Luigi. La llegada de la comunidad de oración de Dossetti dio mucha más visibilidad a aquel lugar, suscitó el interés de la opinión pública y empujó al Estado a asignar fondos para infraestructuras básicas. De hecho, cuando Luigi había llegado allí, todavía no había carreteras, electricidad, línea telefónica ni servicios de agua. La presencia de la Iglesia en Monte Sole pretendía sobre todo llamar la atención sobre el papel de los mártires cristianos locales que se pusieron del lado de los partisanos y protegieron a la comunidad local durante la masacre. Sin embargo, la práctica de los monjes de rehabitar estas colinas abandonadas tuvo un alcance mucho mayor, debido a la militancia espiritual y la recomposición de las ruinas, como las iglesias y los cementerios bombardeados, que habían servido de escenario a fusilamientos masivos de civiles, así como otros actos violentos. Su práctica también incluyó la apicultura, la elaboración de iconografías cristianas, la oración y la meditación intensivas y la acogida de comunidades marginales, familias y activistas de la fe.

En aquella época, la configuración política nacional y también la mundial se articulaban como la oposición de dos bloques irreconciliables. Cuando Luigi y Giuseppe se convirtieron en vecinos al volver a habitar Monte Sole, sus culturas políticas podrían haber reproducido esa oposición. Desde luego, no se puede decir que fueran amigos, pero su presencia conjunta vino a mundializar una ecología en la que la vida en común volvía a ser posible y a tener futuro. Ambos estaban comprometidos con la reparación del lugar que habitaban, lo que les exigía elaborar, por una parte, repertorios de memoria a través de la investigación en profundidad, y por otra, formas militantes de morar. Lo primero lo alcanzaron mediante el sostenimiento de un medio de vida campesino; lo segundo, con un mandato espiritual y social. Los rebuznos de los burros y los cacareos de los gallos de Luigi, junto con las campanas del monasterio que señalaban las vísperas, las oraciones y las comidas, devolvieron la vida al paisaje sonoro de Monte Sole, tras décadas de silencio sepulcral (Olsen, 1968).

Nazifascistas y partisanos

Otros sonidos resuenan en el valle del Setta, uno de los dos valles que el Monte Sole divide con su presencia. Es el ruido blanco de la autopista A1, la carretera que conecta Nápoles con Milán, una de las arterias más importantes de las infraestructuras de movilidad italianas. Desde la cima del Monte Sole se pueden ver tanto el inicio de la llanura Padana como las montañas que separan Emilia-Romaña de la Toscana.

En 1944, el mando militar nazi en Italia se enfrentaba al avance de las tropas aliadas desde el sur, así como a la resistencia armada de las guerrillas partisanas dispersas por el norte de Italia. Para defender su posición, crearon una línea defensiva llamada Línea Gótica: Monte Sole estaba justo encima de la línea descrita en los mapas. La posición estratégica, tanto para proteger como para controlar el territorio, parece una explicación válida también hoy, cuando los aviones militares vuelan cerca del pico, produciendo otro fuerte ruido.

Pero Monte Sole era importante también para las operaciones militares de los rebeldes partisanos, y en particular para la brigada Stella Rossa (Estrella Roja), que actuaba en el territorio. La circulación de armas y mercancías en los valles cercanos a Monte Sole era objetivo apetecible para el sabotaje de los partisanos. Se ocultaban en la montaña mientras golpeaban ocasionalmente objetivos estratégicos: secuestraban el ferrocarril, robaban armas o información y atacaban a las tropas aisladas. El estricto vínculo que unía a la brigada Stella Rossa con el territorio —eran, en su mayoría, hombres criados allí— los favoreció con el apoyo habitual de los campesinos locales. Cuando los nazis crearon la Línea Gótica para defenderse, tuvieron que asegurar su posición en toda la línea y fortificar los puestos militares para enfrentarse a las tropas aliadas. A finales del verano de 1944, los nazifascistas organizaron una operación militar en Monte Sole: decidieron eliminar las fuerzas de reproducción de la vida en la montaña (Barca, 2021). Mientras subían a la montaña en los últimos días de septiembre de 1944, ni siquiera intentaron descubrir a los partisanos escondidos en el bosque: su objetivo eran las mujeres, los niños y los ancianos. Para nuestra comprensión de la masacre en términos de destrucción ecológica, también es importante recordar la matanza de animales y la destrucción de aldeas, fuentes de agua, campos y robles: todo el espacio se transformó dramáticamente en un puesto de guerra para las tropas nazifascistas. Evidentemente, se produjo más devastación cuando los aliados «liberaron» la zona.

Monjes y campesinos

Mientras la representación institucional de la memoria se deslizaba hacia la instrumentalización desde los dos lados más importantes de la política italiana, Luigi y Giuseppe Dossetti interpretaban dos personajes originales. Por un lado, tomaban distancia de las posiciones mantenidas por la política representativa de las comunidades más amplias de las que formaban parte; por otro, ambos promulgaban una forma práctica de «vivir la memoria» y reparar el entorno. Luigi y Giuseppe participaron activamente en la elaboración de una memoria crítica de la masacre, a través de la investigación independiente y, sobre todo, de prácticas encarnadas, que van desde la oración y la meditación hasta la convivencia y la agricultura.

La presencia del primero en el camino hacia el cementerio era una posición estratégica para atraer básicamente a todo tipo de personas que venían aquí. Conoció a muchos antiguos soldados o veteranos militares, que venían a recordar y también a buscar amigos, amantes, a ver el lugar fuera de la presión militar en la que había vivido. Siempre ofrecía comidas y se comprometía de forma crítica con quienes llegaban, reconstruyendo personalmente historias y encuentros concretos. A veces, mostraba algunas esquirlas de bombas o reliquias nazis para dar una manifestación material a todas las charlas. La comida siempre fue el centro de su relación con otras personas. Por ello era muy conocido en todo el valle, tanto entre las comunidades locales como entre los recién llegados y las redes alternativas.

Giuseppe, con los monjes que le seguían, inició un régimen radical y regulado de oraciones. Junto con una reconstrucción humilde y estéticamente austera de los lugares de la memoria, promulgaron una espiritualidad material para sanar Monte Sole. Más allá de la agricultura, reunieron en torno a su presencia diferentes grupos familiares y construyeron comunidades de ayuda mutua y colaboración diaria. Además, su meditación y sensibilidad política siempre se dirigieron a las personas que vivían en zona de guerra, rehabilitando su experiencia con Monte Sole como herramienta para pensar y rezar por otras gentes en conflictos bélicos.

Hoy en día, muchos suben a Monte Sole para recordar a Luigi o Giuseppe. Su trabajo también ha trazado el camino inspirando a nuevas generaciones de habitantes, desde los que pertenecen a movimientos de regreso a la tierra hasta estudiosos, activistas por la paz, agroecologistas campesinos, naturistas o peregrinos. Todas estas personas llegaron a estas montañas y contribuyeron a recomponer, reparar y reimaginar la posibilidad de la vida a través de este paisaje. Además, en los últimos años han surgido varios colectivos que se han autoorganizado para crear infraestructuras autónomas y hacer mundos más justos en Monte Sole. Los Grillos de Monte Sole, por ejemplo, fue un experimento llevado a cabo por intelectuales y ecologistas que participaron en debates críticos sobre la historia y el futuro del territorio. Más recientemente, los Ciervos Voladores se reunieron en un campamento social para debatir los retos de la despatriarcalización de las comunidades rurales y la soberanía alimentaria. De igual modo, el centro social Bisaboga (animal mitológico mitad serpiente, mitad buey) se estableció en el edificio de un restaurante abandonado. Estos son solo algunos de los nombres elegidos por las iniciativas informales de base que han trabajado para mejorar la reproducción de la vida en la zona de Monte Sole.

Una noche, un activista de esta zona describió las prácticas experimentales de este movimiento más que social (Papadopoulos, 2018) con la expresión «Parco Storico del Futuro», que nos sigue pareciendo evocadora de lo que ocurre en Monte Sole: un lugar donde se combinan la memoria colectiva del pasado, la política prefigurativa para futuros esperanzadores y las prácticas cotidianas basadas en el presente.

Wolf Bukowsky, biógrafo de Luigi, relata en sus escritos que una vez Luigi paseaba por Monte Sole y se topó con un veterano irlandés, antiguo luchador en la guerra, que volvía como turista, y se quedó a charlar con él. Tras algunas presentaciones informales, el hombre le preguntó a Luigi: «¿Dónde está el monumento?». En aquel momento no había nada parecido a una estatua o una piedra que se erigiera simbólicamente como monumento oficial de la masacre. Luigi señaló a unos niños de habla alemana, que jugaban corriendo y persiguiéndose en el prado, y dijo: «¿Ves ahí? Ellos son el monumento». El sentido de la memoria que encarnaba y prefiguraba desechaba cualquier gran relato de las instituciones y los partidos, y se basaba siempre en la ecología de vivir en Monte Sole.

Conclusiones

Nos mudamos a Monte Sole, con nuestros hijos y animales, a la casa de Luigi, que quedó vacía un año después de que él muriera de una infección pulmonar (probablemente causada por un contagio temprano de Covid-19). Cocinamos el pan en su horno de leña, financiado por la cooperativa local de alimentos, y nuestros hijos, que hablan alemán, habitan las ruinas y los bosques que él contribuyó a restaurar. Nunca le conocimos, ni tampoco a Giuseppe Dossetti, que falleció antes que Luigi. Sin embargo, nos resulta imposible no negociar sus intervenciones en Monte Sole. A estas alturas, sabemos que no hay atajo ideológico que pueda hacer justicia a su militancia, ni a la de la brigada partisana que resistió la ocupación nazifascista entre 1943 y 1944: el parque histórico del futuro es la condición que heredamos y reproducimos, donde el hacer memoria se materializa en la práctica cotidiana de habitar un mundo en común, reparando su pasado en el presente y haciendo futuros más justos.

 

Referencias

Baldissarra, L., 2009. Il Massacro. Guerra ai civili a Monte Sole. Boloña, Il Mulino.

Barca, S., 2021. Forces of Reproduction. Cambridge, Cambridge University.

Bukowsky, W., 2010. Dov’è il Monumento? Boloña (autopublicado).

Centemeri, L., S. Topçu y P. Burgess, 2022. Rethinking Post-Disaster Recovery Socio-Anthropological Perspectives on Repairing Environments. Londres, Routledge.

Dossetti, G., 2014. «Introduzione». En: L. Gherardi, Le querce di Monte Sole. Boloña, EDB.

Gli Asini. Le rovine non sono il passato, ma il futuro, vol. 90-91 (agosto-septiembre de 2021).

Olsen, J., 1968. Silence on Montesole. Nueva York, Putnam.

Papadopoulos, D., 2018. Experimental Practice. Technoscience, Alterontologies, and More than Social Movements. Durham y Londres, Duke University.

* Doctorando en Cosmos, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Escuela Normal Superior; Colectivo Epidemia. Email: pietro.autorino@sns.it.

** Doctorando en DiSSGeA, Universidad de Padua, Verona y Venecia; Colectivo Epidemia. Email: michele.bandiera@phd.unipd.it.

Foto: Associazione Nazionale Partigiani d’Italia

 

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