Lia Pinheiro Barbosa* y Luciana Nogueira Nóbrega**

DOI: doi.org/10.53368/EP67VyExBr01

Resumen: En el artículo reflexionamos sobre las múltiples formas de violencia en contra de los pueblos indígenas en Ceará, al nordeste de Brasil, basadas en una poderosa alianza entre el narcotráfico y los emprendimientos extractivos, con una llamativa ausencia del Estado. Para ello, arrojamos luces a la voz de los pueblos Anacé y Tapeba con el fin de analizar diferentes aristas de la violencia derivada del modelo neoextractivista.

Palabras clave: extractivismo, expropiación territorial, violencias, pueblos indígenas, guerra total.

Abstract: In this article we reflect on the multiple forms of violence against indigenous peoples in Ceará, northeastern Brazil, based on a powerful alliance between drug trafficking and extractive ventures, with the striking absence of the State. To this end, we shed light on the voice of the Anacé and Tapeba Peoples to analyze different aspects of the violence derived from the neo-extractivist model.

Keywords: extractivism, territorial expropriation, violence, indigenous peoples, total war.

Introducción

En las dos últimas décadas, Ceará, estado del nordeste brasileño, ha adoptado un amplio frente desarrollista, apoyando la realización de proyectos extractivos, como la minería de uranio, el agronegocio, parques eólicos y de paneles solares, así como una amplia gama de proyectos de infraestructuras interrelacionados: un puerto de aguas profundas, carreteras, ferrocarriles y la transposición del río São Francisco. La mayoría de estos emprendimientos se concentran en la región metropolitana de Fortaleza, capital cearense, especialmente en el Complejo Industrial y Portuario de Pecém (CIPP), una región tradicionalmente ocupada por diferentes pueblos indígenas, como los Anacés y Tapebas.

En paralelo a este modelo de desarrollo, observamos un aumento de la violencia en general y, principalmente, contra los pueblos indígenas. Este artículo plantea las múltiples formas de violencia contra los Anacés y Tapebas, no solo dirigidas a su expulsión de sus territorios tradicionales para el avance del extractivismo, sino también basadas en una poderosa alianza entre el narcotráfico y los emprendimientos extractivos, con una llamativa ausencia del Estado y de sus poderes investigativos y represivos en estos casos. Para ello, realizamos entrevistas entre las comunidades Tapeba y Anacé, además de basarnos en informes periodísticos que evidencian esas violencias.

 

Las varias hidras capitalistas y las múltiples formas de violencia contra Tapebas y Anacés

En 2015, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN, 2015) emitió el comunicado «La tormenta, el centinela y el síndrome del vigía» invitando a participar en el Seminario El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista, realizado en mayo de ese año. Tres ejes sostuvieron el comunicado y el seminario: 1. la metáfora de la hidra de Lerna y sus múltiples cabezas como expresión estética del capitalismo contemporáneo en los territorios, con sus diferentes métodos para perpetrar la violencia intrínseca del histórico despojo territorial; 2. la tormenta, metáfora alusiva a una «catástrofe en todos los sentidos» (EZLN, 2015: 27), por la creciente complejidad de las formas de sometimiento, explotación y destrucción; 3. el método de análisis —el pensamiento crítico— para enfrentar la hidra en los territorios, sin caer en el síndrome del vigía, es decir: «a) No se vigila el todo, sino solo una parte de ese todo. b) Cuando se cansa, la «guardia» no percibe los cambios que se presentan en la zona vigilada porque les son imperceptibles (es decir, no son dignos de atención)» (EZLN, 2015: 26).

Partimos de la hidra capitalista como un concepto que emerge de la lucha indígena contemporánea (la zapatista), heredera de la histórica lucha trabada por los pueblos originarios de Abya Yala, para evidenciar cómo se caracteriza la violencia en territorios que enfrentan cotidianamente formas de despojo de su existencia, como es el caso de los anacés y tapebas.

La reivindicación de los pueblos Tapeba y Anacé del reconocimiento de sus tierras, situadas en Caucaia, comenzó en 1984 y 2003, respectivamente, y actualmente se encuentra en diferentes fases de reconocimiento por parte del Estado brasileño. Los procesos han sido paralizados y reiniciados por decisiones judiciales, a causa de demandas interpuestas por no indígenas que cuestionaban los derechos de estos pueblos sobre el territorio que tradicionalmente ocupaban (Barretto Filho, 2017). Son las iniciativas indígenas, como la retomada y la autodemarcación, las que han garantizado su permanencia en el territorio, a pesar de las estrategias gubernamentales de desterritorialización (Nóbrega, 2023).

Paralelamente a esta situación de indefinición con respecto al reconocimiento de sus territorios, el avance de grandes emprendimientos en Caucaia ha generado múltiples presiones sobre las tierras indígenas (TI) Tapeba y Anacé. El municipio alberga el CIPP, que incluye un puerto de aguas profundas, una acería, empresas de producción de cemento y turbinas eólicas, una zona de procesamiento para la exportación, termoeléctricas a carbón, carreteras y un ferrocarril, entre otras infraestructuras. Para hacer posibles estos proyectos, se están llevando a cabo múltiples extracciones en las tierras indígenas  sin consultarles: de arena, arisco, granito y agua.

Numerosos impactos se sienten en estos territorios,  por ejemplo, la extinción de sistemas ambientales de usufructo indígena, como lagunas y arroyos (Meireles et al., 2012), con graves consecuencias para el modo de vida y la cultura alimentaria relacionados con el pescado. Además de estos impactos, Bezerra (2010) y Gomes (2014) también identificaron otros que afectan el conjunto de las poblaciones que viven en los alrededores del CIPP: a) aumento del nivel de contaminación del aire, con el consecuente incremento de las enfermedades respiratorias; b) cambios sociales provocados por la dinámica de los trabajadores contratados para las obras que ahora ya no son empleados por ninguna de las empresas del CIPP; c) aumento de la violencia y del narcotráfico en la región; d) presión provocada por la especulación inmobiliaria y la situación de confinamiento que sienten los indígenas aislados en su propio territorio. Todos estos impactos socioambientales no son previstos en el licenciamiento de los proyectos de CIPP o son subestimados, lo que genera un déficit de mitigación y compensación (Nóbrega, 2023).

A partir de 2016, los indígenas comenzaron a sentir nuevas formas de violencia, con el avance de facciones criminales, que se sumaron a las violencias relacionadas con conflictos socioterritoriales y judiciales resultantes del extractivismo. En el caso de la TI Tapeba, hay un dato relevante. Está localizada alrededor del centro urbano de Caucaia, y en muchas aldeas no hay distinción entre área urbana y rural. Por lo tanto, la TI tiene características rurbanas, es decir, partes del territorio se configuran como más rurales y otras están urbanizadas, lo que hace que la frontera entre ese territorio  y las zonas no indígenas sea difícil de discernir. Esta situación complejiza el debate, especialmente en lo que respecta a la cuestión de la violencia y la seguridad pública.

Ello configura un nuevo tipo de violencia contra los territorios indígenas, que no está interesada en las disputas étnicas, sino en el control y la rendición total del territorio y de sus habitantes. El hecho de que exista una cultura institucional en el ámbito de las policías civil y militar de que las tierras indígenas, por ser áreas federales, no están sujetas a la acción de la policía estatal, ha creado espacios vacíos de operativos de las agencias de seguridad pública, un vacío que puede ser fácilmente utilizado por el crimen organizado. Las TI se han convertido en vertederos de cadáveres, vehículos robados, etc. Los siguientes reportajes ejemplifican esta nueva dinámica de violencia:[1]

  • «Facciones criminales controlan tierras indígenas y reclutan indígenas para el crimen en CE» (06.01.2020). Disponible en: https://www1.folha.uol.com.br/cotidiano/2020/01/faccoes-controlam-terras-indigenas-e-recrutam-indios-para-o-crime-no-ce.shtml, consultado el 27 de junio de 2024.
  • «Facción criminal descuartiza y arranca el corazón a un hombre en Caucaia. El cuerpo fue encontrado en la mañana del miércoles (3), en la Comunidad de Tapebas» (03.10.2018). Disponible en: https://diariodonordeste.verdesmares.com.br/seguranca/faccao-criminosa-esquarteja-e-arranca-coracao-de-homem-em-caucaia-1.2008406, consultado el 27 de junio de 2024.
  • «Facciones criminales invaden áreas indígenas en Ceará y reclutan indios para el crimen, dicen organizaciones y líderes» (16.01.2020). Disponible en: https://g1.globo.com/ce/ceara/noticia/2020/01/16/faccoes-criminosas-invadem-areas-indigenas-no-ceara-e-recrutam-indios-para-o-crime-dizem-entidade-e-lideranca.ghtml, consultado el 27 de junio de 2024.
  • «Una nueva facción domina la región de Caucaia y es sospechosa de dieciocho asesinatos» (10.03.2020). Disponible en: https://diariodonordeste.verdesmares.com.br/seguranca/nova-faccao-domina-regiao-de-caucaia-e-e-suspeita-de-18-homicidios-1.2220346, consultado el 27 de junio de 2024.
  • «Caucaia: las muertes múltiples aumentan un 15 por ciento la tasa de homicidios en la segunda ciudad más peligrosa de Ceará» (23.09.2023). Disponible en: https://diariodonordeste.verdesmares.com.br/seguranca/caucaia-mortes-multiplas-elevam-em-15-indice-de-assassinatos-na-2-cidade-mais-perigosa-do-ceara-1.3421197, consultado el 27 de junio de 2024.

Una sensación de miedo e inseguridad guía la convivencia en los territorios indígenas, lo que dificulta la actuación de los propios poderes públicos. Este hecho se torna aún más sintomático cuando observamos denuncias de que, aunque los indígenas llamen a la policía en sus canales de atención, no consiguen ser atendidos porque las policías militar y civil consideran que tales incidentes no son de su responsabilidad. En la práctica, hay un vacío institucional en las TI cuando se trata de seguridad pública.

Por otro lado, las disputas territoriales entre los grupos criminales son sangrientas y comprometen la vida indígena en el territorio. En este escenario de profunda violencia articulada, las facciones actúan con un terror que recuerda la larga noche colonial: hay una hiperviolencia, con desapariciones forzadas, extirpación de miembros, imposibilidad de realizar rituales funerarios, expulsión de familias indígenas del territorio, agresiones físicas y amenazas de muerte. Todo ello acompañado de la imposibilidad de acceso a las zonas de siembra y extracción, ahora controladas por las facciones. Las zonas con importantes bienes minerales del territorio también están controladas por organizaciones criminales, que ganan por el delito medioambiental cometido. Las facciones criminales y los particulares con intereses en tierras indígenas mantienen una estrecha alianza para hacer posible la ruptura de los lazos comunitarios y de la organización social indígena.

En paralelo, se ha producido un aumento de las enfermedades físicas y mentales entre pueblos indígenas, con mayores consecuencias para los liderazgos indígenas, las mujeres y las infancias. En un escenario de guerra total, son estos grupos los que más han sufrido el hostigamiento, las amenazas diarias y la violencia incesante de múltiples tipos en el territorio.

Las mujeres Tapebas y Anacés han resistido valientemente con el fin de mantener la mínima cohesión social necesaria para continuar la lucha por el territorio y la vida, pero denuncian el cansancio y el deseo de desistir ante un contexto de violencia tan adverso:

Aquí no tenemos paz. No hay un día siquiera en que no piense en desistir. Pero ya le he dicho a mi prima que, si me pasa algo, no debe desistir y dejar que quede impune. Hemos luchado mucho para llegar hasta aquí (Mujer 1. Liderazgo Tapeba).

Tenía muchas ganas de volver a mi casa en Aldea, pero no puedo. Temo por mis hijos. Sigo oyendo el sonido de disparos y pensando que en cualquier momento podría ser contra mí (Mujer 2. Indígena Tapeba cuya familia fue expulsada por las facciones criminales).

Ya sabes lo guerrera que soy, pero he pensado mucho en desistir. Ya tuve que abandonar el territorio durante algunas semanas para protegerme y proteger la vida de mis hijos. Pero hice un juramento al cacique Antônio [Anacé] de que continuaría esta lucha y estoy honrando la palabra que le di, pero a veces el deseo de rendirse es grande (Mujer 3. Liderazgo Anacé).

Las formas articuladas de violencia contra los pueblos Tapeba y Anacé, que se suman a la violencia por la indefinición en el reconocimiento oficial de las tierras indígenas,  los múltiples emprendimientos que afectan la vida, la salud y la dinámica social del territorio, la presencia de organizaciones criminales y, por otro lado, la falta de acción efectiva del Estado deben entenderse como estrategias no sutiles,  más explícitas y articuladas para exterminar estos grupos étnicos. Si la violencia multifactorial contra los pueblos indígenas es un arma de guerra perenne del Estado contra estos grupos, el mayor riesgo es cuando empezamos a naturalizar esta violencia y a exigir una dosis más de sangre indígena para que las instituciones actúen.

El caso de los Anacés y los Tapebas es dramático porque desde el siglo xix ha habido tácticas muy eficaces para silenciar a los indígenas, como el Informe Provincial de 1863, que afirmaba que ya no había indígenas en Ceará (Antunes, 2012). Los indígenas mencionan este período como una época en la que no podían declararse indígenas, a riesgo de ser asesinados o encarcelados. En el siglo xxi hay una actualización de estas formas de silenciamiento. Las prácticas de las facciones y los grupos criminales que operan dentro de las instituciones estatales dejan poco espacio para la expresión de las voces y denuncias indígenas.

En una síntesis de las múltiples violencias sufridas  por los pueblos indígenas Tapeba y Anacé, destacamos: a) violencia judicial, con las sucesivas paralizaciones de los procesos de demarcación de las tierras indígenas ; b) presencia de facciones criminales estos territorios; c) asesinatos, amenazas de muerte, vertido de cadáveres; d) invisibilidad de los indígenas en los procesos de autorización ambiental de los proyectos; e) acoso judicial: innumerables demandas interpuestas en múltiples instancias por no indígenas; f) actuación ineficiente, insuficiente o inexistente de los órganos de seguridad pública; g) numerosos emprendimientos extractivistas y de infraestructura logística; h) violencia psicológica y ataques a la salud física y mental de liderazgos, mujeres y niños indígenas.

 

Conclusiones

Consideramos que la hidra capitalista expresa múltiples formas de violencia articulada en los territorios y que configura, según Segato (2014), nuevas formas de la guerra caracterizadas por la informalización de las formas bélicas contemporáneas, en que el crimen organizado, los grupos o las corporaciones armadas imprimen un nuevo paradigma territorial favorable al avance del capital neoextractivista.

Las facciones criminales constituyen un sustrato y un vínculo con los poderes públicos y privados interesados en borrar del mapa a los pueblos indígenas. No sujetas como están al monopolio de la violencia legítima, estas organizaciones criminales abren el terreno para la implantación y territorialización de diversas empresas extractivas. Son el batallón del frente, que actúa en una esfera concreta y simbólica causando muertes, controlando territorios e imponiendo un nuevo orden sociocultural, político y territorial. Para los poderes políticos y económicos, las facciones son la excusa perfecta. Las organizaciones criminales se quedan con la culpa de las muertes indígenas, mientras las espera el botín de guerra: los bienes comunes de las tierras indígenas y el propio territorio, que ya no es reivindicado por nadie.

 

Referencias

Antunes, T. O., 2012. «1863: um ano em que um decreto —que nunca existiu— extinguiu uma população indígena que nunca deixou de existir». Aedos, 10 (4), pp. 8-27.

Barretto Filho, H. T., 2017. «“Protagonismo” como vulnerabilização em demarcação de terras indígenas: o caso do acordo judicial para demarcar a terra tapeba». Revista Brasileira de História, 37 (75). Disponible en: http://dx.doi.org/10.1590/1806-93472017v37n75-09, consultado el 27 de junio de 2024.

Bezerra, M. G. V., 2010. «Do canto das nambus ao barulho do trem: transformações no modo de vida e na saúde na comunidade de Bolso no
Complexo Industrial e Portuário do Pecém. CE». Disponible en: https://1library.org/document/q2nx6e6q-barulho-transformacoes-saude-comunidade-complexo-industrial-portuario-pecemce.html, consultado el 27 de junio de 2024.

EZLN, 2015. El pensamiento crítico frente la hidra capitalista. San Cristóbal de las Casas, CIDECI.

Gomes, M. C. F., 2014. Neodesenvolvimentismo x modos de vida anacé: Impactos do Complexo Industrial e Portuário do Pecém sobre povos indígenas no Ceará. Ceará, Programa Regional de Pós-Graduação em Desenvolvimento e Meio Ambiente, Universidade Federal do Ceará (disertación).

Meireles, J., S. Brissac y M. P. Schettino, 2012. «O povo indígena anacé e seu território tradicionalmente ocupado». Cadernos do LEME, 4, n. 1, pp. 115-235.

Nóbrega, L. N., 2023. Eu fui tão feliz que dói! Entre políticas de invisibilidade e políticas de existência: os anacé e o Complexo Industrial e Portuário do Pecém, Ceará. Fortaleza, Universidade Estadual do Ceará (tesis doctoral).

Segato, R. L., 2014. Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres. Puebla, Pez en el Árbol.

* Universidade Estadual do Ceará, GT-Clacso Anticapitalismos y Sociabilidades Emergentes, GT-Clacso Economía Feminista Emancipatoria. E-mail: lia.barbosa@uece.br.

** Fundação Nacional dos Povos Indígenas. E-mail: lunobrega.adv@gmail.com.

[1] Los titulares están traducidos al español. Por límites de extensión no pusimos más titulares.

 

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