Pietro Autorino*

Traducido por Carlos Uxó

DOI: doi.org/10.53368/EP64NPVrdr01

 

Resumen: En este artículo, me refiero al caso de la oposición en Italia al Piano Nazionale di Ripresa e Resilienza (PNRR, «Plan Nacional para la Recuperación y la Resiliencia») por su lavado verde de las políticas neoliberales de desarrollo. El objetivo es delinear la forma en que las luchas campesinas por la agroecología se están reposicionando en la insurgencia concurrente por una transición justa. Sugiero que el cambio discursivo de la soberanía alimentaria hacia la agroecología ha sido un motor de convergencia hacia el movimiento por la justicia climática, y observo cómo esto refleja a su vez un movimiento ontológico de justicia climática hacia las prácticas e imaginarios de la agroecología campesina. De ahí que proponga la política ontológica como lente teórico-analítica para interrogar la coexistencia de la política experimental y la prefiguración en las prácticas e imaginarios de las agroecologías campesinas insurgentes. En última instancia, y en una fase preliminar de la investigación, intento describir estas políticas ontológicas en términos de logística agroecológica y tecnociencia campesina, dos campos emergentes de lucha por la agroecología campesina en la convergencia de la transición justa.

Palabras clave: tecnociencia campesina, logística agroecológica, transición justa, PNRR, política ontológica

 

Abstract: In this paper, I refer to the case of Italy and the contestation against the Piano Nazionale di Ripresa e Resilienza (PNRR; tr. «National Plan for Recovery and Resilience»)’s green-washing of neoliberal development policies, in order to draw how peasant agroecology struggles are re-positioning themselves in the convergent insurgency for a just transition. I suggest that the discursive shift of food sovereignty to-wards agroecology has been a driver of convergence towards the climate justice movement, and remark how this in turn reflects an ontological movement of climate justice towards the practices and imageries of peasant agroecology. Hence, I propose ontological politics as a theoretical-analytical lenses to interrogate the co-existence of experimental politics and prefiguration in the practices and imageries of insurgent peasant agroecologies. Ultimately, and in a preliminary stage of research, I attempt to describe these ontological politics in terms of agroecological logistics and peasant technoscience, two emergent fields of struggle for peasant agroecology in the just transition convergence.

Keywords: peasant technoscience, agroecological logistics, just transition, PNRR, ontological politics

Introducción: la agroecología campesina en la insurgencia

En este artículo, me refiero al caso de Italia y a la oposición al PNRR, con el fin de delinear un entendimiento contextualizado de cómo se están reposicionando las luchas campesinas por la agroecología dentro de la insurgencia concurrente por unas transiciones justas. Sugiero que el cambio discursivo de la soberanía alimentaria hacia la agroecología ha sido un motor de convergencia hacia el movimiento por la justicia climática, y observo cómo esto refleja a su vez un movimiento ontológico de justicia climática hacia prácticas e imaginarios de la agroecología campesina. Por lo tanto, propongo la política ontológica como una lente teórico-analítica para entender cómo las prácticas y los imaginarios de la agroecología campesina están abordando sobre el terreno las cuestiones que son fundamentales para la insurgencia, como la tecnociencia y la logística. A tal fin, en una fase preliminar de la investigación, intento describir cómo la logística agroecológica y la tecnociencia campesina están emergiendo como dos «campos de lucha» para lograr una transición justa.

En 2021, el plan de recuperación PNRR del Gobierno italiano, financiado por la UE, se lanzó como la versión vernácula de las políticas del Green New Deal para lograr una transición ecológica en Italia. Sin embargo, este paquete de políticas y amplias inversiones públicas está lejos de establecer una discontinuidad con la gobernanza capitalista neoliberal que se encuentra en la raíz del colapso ecológico. Al proponer acelerar la digitalización, implantar una agricultura inteligente y de precisión, construir más infraestructuras de gran tamaño y fomentar otros motores de crecimiento ecológico, el PNRR plantea más bien la amenaza de cooptar y anular la «transición ecológica», en lugar de convertirla en realidad. Como respuesta a todo ello, durante el último año, una coalición de movimientos por la justicia climática, trabajadores privados de sus derechos y comunidades desposeídas han convergido en el llamamiento a una «insurgencia» hacia una transición justa. En efecto, evocar una transición «justa» tiene como objetivo subrayar el hecho de que introducir tecnologías más ecológicas en los ciclos de producción no puede resultar en mejoras sustanciales para salir de la actual crisis socioecológica. La transición justa exige a la vez justicia social y ecológica. Esta convergencia fue coordinada por el sindicato autónomo de la fábrica GKN ocupada en Campi Bisenzio, Florencia, conjuntamente con Fridays for Future Italy. Al impugnar las políticas del PNRR por su redundancia con el extractivismo de fósiles en el capitalismo, la insurgencia ha movilizado prácticas de tecnociencia comunitaria (Ghelfi y Papadopoulos, 2022) que prefiguran una reorganización de la producción industrial en sintonía con la justicia socioecológica (Gabriellini y Gabbuti, 2022).

Como campesinos agroecologistas y activistas por la soberanía alimentaria, nos unimos a esta insurgencia, movilizando las cuestiones agrarias de nuestros territorios en el marco de la justicia climática y social. A día de hoy, los tres principales sindicatos campesinos italianos, FuoriMercato, Genuino Clandestino y Associazione Rurale Italiana (ARI), apoyan explícita y directamente la insurgencia y la lucha de GKN en su oposición, sus campañas y su elaboración de un plan alternativo de reindustrialización de la fábrica.

La alineación de la agroecología campesina con el marco de la justicia climática no surge de la nada. De hecho, durante las dos últimas décadas, los activistas de la soberanía alimentaria han defendido la contribución esencial de los pequeños agricultores y los agricultores ecológicos para «enfriar el planeta», como ya se hizo en los eslóganes de La Vía Campesina durante las manifestaciones de Copenhague en la Cop-15 en 2009. De hecho, como señala Yasin (2022: 1), hemos sido testigos de la «ambientalización de la cuestión agraria, [pero también] de la agrarianización de la justicia climática». Este proceso no es unidireccional; resulta más fácil ver cómo los movimientos sociales urbanos parecen cada vez más convencidos de que el sistema alimentario es un importante campo de lucha por la justicia climática. Parece plausible que el giro discursivo de la soberanía alimentaria hacia la agroecología haya acompañado este cambio.

La convergencia de la agroecología campesina en la insurgencia liderada por GKN fue acompañada por una creciente conciencia del potencial de los campesinos y los trabajadores industriales al unirse también en los ciclos de producción, como por ejemplo en la experiencia de las fábricas regeneradas en Italia y en el extranjero. Durante las asambleas públicas, el caso de Rima-flow, una fábrica regenerada con sede en Milán en la red de FuoriMercato, fue ampliamente discutido como un ejemplo de éxito: esta era solo una de los cientos de fábricas recuperadas, gestionadas de forma autónoma por los trabajadores, desde América Latina a Europa y en todo el mundo, que están trabajando para procesar y transformar productos agroecológicos, desde cosméticos a comida o bebida enlatadas, o gestionando comedores para los barrios obreros. Esto parece estar justificado por el hecho de que las fábricas autónomas deben aplicar la autonomía también en la organización de la producción y, por lo tanto, en relación con los ciclos materiales en sus territorios (no solo lo que producen, sino también qué materiales procesan y cómo se abastecen). Ese es un futuro prioritario de las nuevas luchas campesinas (van der Ploeg, 2011). De hecho, también en el caso de GKN en Campi Bisenzio, el debate sobre cómo reorganizar la producción industrial de la planta una vez que los trabajadores recuperen el control del proceso productivo incluye discusiones públicas, todavía en curso, entre trabajadores, activistas, técnicos, investigadores, campesinos y otros agentes.

 

Logística agroecológica y tecnociencia campesina

En la primera parte de este documento he descrito el proceso por el cual la agroecología campesina se está reposicionando en la lucha por una transición justa. A continuación, argumentaré que esta coyuntura crítica se caracteriza por la emergencia de campos de lucha específicos en la política ontológica de la soberanía alimentaria. La política ontológica es un enfoque teórico-analítico que propone una comprensión de cómo las prácticas e imaginarios cotidianos alternativos son constitutivos de formas políticas de vida, en especial en los ambientalismos contemporáneos (Centemeri y Asara, 2020; Pellizzoni, 2016). Basándome en la participación en curso de la organización de este movimiento, resumo dos elementos del repertorio político y ontológico emergente en este campo, que vale la pena explorar para futuras investigaciones y acciones: a saber, la logística agroecológica y la tecnociencia campesina.

Con logística agroecológica me refiero a una forma de contralogística de la agroindustria y el agronegocio, que sigue patrones de proximidad y reproducción socioecológica (Rispoli y Tola, 2020). Al basarse en procesos participativos orientados a la comunidad, producen un territorio logístico alternativo, que en algunos casos también debe recurrir a la organización material de protestas callejeras y luchas. Además, la logística agroecológica está transformando las geografías urbanas y rurales al atravesar, reconectar y sacudir los imaginarios de las comunidades locales. Una de las acciones que definen estos imaginarios y prácticas operativas es la ocupación de los edificios vacíos, el espacio público y las tierras abandonadas. Ocupar implica formas bastante diferentes de (re)habitar los lugares, al adoptar necesariamente condiciones temporales y precarias. Por ejemplo, la ocupación de fábricas y almacenes vacíos para abrir espacios autónomos en los que reinventar las posibilidades de organizar, almacenar, reparar, distribuir, exponer y procesar alimentos y otros materiales. Además, la ocupación de plazas públicas sirve para reclamar el acceso a la ciudad y a los mercados, así como la ocupación de tierras, monocultivos abandonados y otras ruinas de la agroindustria. Estos movimientos exigen una logística de acción directa, hacer frente a la brutalidad policial, proteger el anonimato de los activistas y movilizar apoyos externos. Las acciones que organizan la informalidad, pero que también se abren regularmente a la participación pública, experimentan tanto una mayor libertad como una gran responsabilidad sobre la seguridad de estos espacios, organizando presídiums día y noche, recaudando fondos, movilizando todo tipo de apoyos y ayudas, entre otras actividades.

En los últimos años, han tenido lugar dentro del agrarismo campesino algunos de sus experimentos más significativos de ocupaciones, de los cuales, si hubiera que mencionar uno, el ejemplo más notorio sería el del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) en Brasil. En el caso italiano, en primer lugar, la campaña política y la red Genuino Clandestino se organizaron gracias a las instalaciones y la resonancia pública de los centros sociales autónomos urbanos, reivindicando la clandestinidad como espacio necesario para resistir. En segundo lugar, la ocupación de una finca abandonada en las afueras de Florencia, Mondeggi Bene Comune, impulsó el imaginario y las prácticas de la agroecología campesina en Italia durante los últimos ocho años. El caso de Mondeggi muestra cómo esta logística está vinculada a cuestiones de «reparación», por la urgencia de reparar y regenerar las ecologías dañadas por la agroindustria. Esta reparación es también una lucha por la justicia como política que compromete el pasado, el presente y el futuro, por ejemplo, «recuperando la tierra» de las fuerzas del cercamiento (Papadopoulos et al., en prensa). Además, la reparación ecológica de la logística agroecológica suele ser evidente en la práctica organizada de compartir alimentos, mediante la cual las comunidades abordan directamente la cuestión del desperdicio de productos en supermercados, restaurantes y mercados. En este caso, los colectivos crean infraestructuras autónomas para recuperar grandes cantidades de comida que luego se redistribuye cruda, o se procesa y se sirve en comedores populares para clases trabajadoras, estudiantes, desempleados, personas sin hogar, etc. Los colectivos que reivindican estas prácticas las han enmarcado en la política anticlasista (por ejemplo, Eat the Rich en Bolonia), antimilitarista (por ejemplo, Food Not Bombs en muchas ciudades), vegana antiespecista, etc.

Por otra parte, con «tecnociencia campesina» me refiero a las reapropiaciones de la ciencia y las tecnologías protagonizadas por el nuevo y el viejo campesinado, junto con comunidades agroecológicas ampliadas, con el fin de transformar los ciclos de producción, al tiempo que se reorientan los conocimientos y las tecnologías hacia la justicia reproductiva de las socioecologías en contexto. Por lo tanto, la tecnociencia campesina reproduce la posibilidad de que existan formas de vida campesinas, a pesar de la biofinanciación generalizada de la vida y los bienes comunes (Papadopoulos, 2019). Evidentemente, esta ontología está arraigada en la comprensión de que la tecnología y la ciencia no son dos fuerzas «neutrales», sino más bien constitutivas de y constituidas por la sociedad y la ecología en las que se materializan. Así, rechaza una tecnología que nos hace depender de programas informáticos privados y muy especializados cuyos códigos no son públicos, o de combustibles fósiles de ninguna parte que mueven tractores de ninguna parte, que no pueden repararse, personalizarse ni mejorarse en las comunidades locales.

La tecnociencia campesina es funcional para la práctica autónoma; no para la autonomía como autarquía, sino como profunda interdependencia dentro de densas comunidades de conocimiento y vida en común. Incluso los practicantes formados en ciencias, quienes movilizan sus conocimientos para apoyar a las comunidades agroecológicas, están cuestionando sus propias epistemologías, métodos y equipos al reconfigurar la ciencia para que funcione dentro de comunidades autoorganizadas. Por ejemplo, en el caso del colectivo Scienza Radicata, sus miembros cuestionan abiertamente la política y la ética de la ciencia en la universidad, y proponen en su lugar pedagogías y laboratorios mutualistas, experimentales, radicales y participativos. En efecto, si los gestores de las universidades forman parte de los consejos de administración de las empresas productoras de armamento, ¿qué tipo de ciencia va a ofrecer la universidad?

Además, en la experiencia de Campi Aperti y Genuino Clandestino, los agricultores tuvieron que pedir el apoyo de las comunidades locales de hackers para conseguir la convergencia entre las culturas de las semillas libres y el software libre (véase, por ejemplo, Carnevali et al., 2022). Esta cooperación fue fructífera hasta el punto de que una comunidad agroecológica mantiene sus infraestructuras digitales, como sitios web, almacenamiento compartido en la nube, contabilidad y comunicaciones en línea en servidores independientes con software libre. El colectivo Antennine es otro ejemplo de cómo los campesinos y los hackers que viven juntos en una zona rural podrían abordar el problema estructural de la brecha digital, mediante la autoorganización de una red de malla comunitaria como proveedores de servicios colectivos independientes (Collectif Archipel, 2021). Las colaboraciones entre hackers y agricultores son un terreno fértil para cultivar la tecnociencia campesina también en Francia (Atelier Paysan, 2021) y en los países anglófonos, mientras que las escuelas de agroecología públicas y gratuitas, los sistemas de garantía participativa, las Unitierras de Mondeggi, Chiapas y Japón, son solo algunos otros ejemplos de una ontología política donde otra tecnociencia es posible (Méndez-Cota, 2016).

 

Conclusiones

En este trabajo he planteado la logística agroecológica y la tecnociencia campesina como dos campos de lucha que han emergido de forma más evidente durante la convergencia de la agroecología campesina con la insurgencia de transición justa. De hecho, desde la perspectiva de la investigación militante, propongo que estas dos ontologías son un terreno fértil para cultivar las prácticas y los imaginarios de las agroecologías campesinas insurgentes. Sugiero que son útiles para volver a entrelazar, por una parte, la prefiguración de desarrollos que requieren diferentes grados de planificación y diseño con, por otra parte, una práctica abiertamente experimental de recolección de recursos desatendidos, reclamando y volviendo a habitar lugares abandonados, reparando cosas, formas de vida y relaciones desaprovechadas entre comunidades desposeídas. En última instancia, esto apunta a la estrategia de convergencia entre las prácticas y los imaginarios de una transición «justa»: por un lado, elaborar prefiguraciones de cómo pueden ser esos mundos más justos, y, por otro, empezar a experimentar con prácticas más justas como punto de partida, incluso cuando aún no sabemos cómo llevarlas a cabo en el panorama general. La coexistencia de campesinos y trabajadores, hackers y científicos, movimientos transfeministas y climáticos en la insurgencia en curso por una «transición justa» parece un paso adecuado y concreto en esta dirección.

 

Referencias

Atelier Paysan, 2021. Reprendre la Terre aux Machines: Manifeste pour une autonomie paysanne et alimentaire. París, Seuil.

Carnevali, C., G. Fratello y M. Perrotta, 2022. «Dialogo tra una hacker e una contadina». Gli Asini. Disponible en: https://gliasinirivista.org/dialogo-tra-una-hacker-e-una-contadina/, consultado el 15 de diciembre de 2022.

Centemeri, L., y V. Asara, 2020. «Per un approccio di politica ontologica alla prefigurazione ecologica». Culture della Sostenibilità/Culture of Sustainability, 25, pp. 1-11.

Collectif Archipel, 2021. Présence Solidaire. Paenser Ensamble: le collectif et le soin radical. Ptites Singular.

Gabriellini, F., y G. Gabbuti, 2022. «How Striking Auto Workers Showed Italy the Way out of Decline». Jacobin. Disponible en: https://jacobin.com/2022/08/gkn-driveline-florence-factory-collective-strike, consultado el 15 de diciembre de 2022.

Ghelfi, A., y D. Papadopoulos, 2022. «Ecological Transition: What it Is and How to Do it – Community Technosciene and Green Democracy». Tecnoscienza, 12 (2), pp. 13-38.

Méndez-Cota, G., 2016. Another Technoscience is Possible: Agricultural Lessons in the Post-humanities. Londres, Open Humanities.

Papadopoulos, D., 2019. Experimental Practice: Technoscience, Alter-ontologies, and more- than-Social Movements. Durham, Duke University.

Papadopoulos, D., M. Puig de la Bellacasa y M. Tacchetti, en prensa. Repair, Remediation and Resurgence in Social and Environmental Conflict. Bristol, Bristol University.

Pellizzoni, L., 2016. Ontological Politics in a Disposable World: The New Mastery of Nature. Londres, Routledge.

Rispoli, T., y M. Tola, 2022. «Reinventing Socio-ecological Reproduction, Designing a Feminist Lo-gistic: Perspectives from Italy». Feminist Studies, 46 (3), pp. 663-673.

van der Ploeg, J., 2011. «The New Peasantries: Struggles for Autonomy and Sustainability in an Era of Empire and Globalization». Human Ecology, 39 (1).

Yasin, Z. T., 2022. «The Enviromentalization of the Agrarian Question and the Agrarianization of the Climate Justice Movement». Journal of Peasant Studies, 7 (49), pp. 1355-1386.

*Miembro de Cosmos, de la Scuola Normale Superiore (cosmos.sns.it), y del Collettivo Epidemia (collettivoepidemia.org). E-mail: pietro.autorino@sns.it.

 

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