Mandla Mbongeni Hadebe*

 

RESUMEN

El Banco Mundial ha aprobado un préstamo de 3.750 millones de dólares para la construcción de la central de Medupi, de 4.800 MW y alimentada con carbón; se calcula que sus emisiones alcanzarán los 25 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono por año. El proyecto Medupi consiste en seis unidades de 800 MW cada una y que serán encargadas progresivamente entre 2012 y 2016. Las instalaciones ya están en construcción y se han encargado ya la mayoría de sus componentes principales. Los 3.000 millones aportados por el Banco Mundial son esenciales para completar el proyecto de 15.400 millones en los plazos establecidos, incrementando así la capacidad de generación de electricidad de Eksom en un 12%. Esta capacidad adicional es imprescindible para resolver el actual déficit energético y satisfacer la esperada demanda de electricidad, tanto en Sudáfrica como en toda la región austral del continente.

Esta decisión ha enfurecido a un sector de la sociedad civil, pues consideran que dicho proyecto incrementará enormemente la contribución de Sudáfrica al cambio climá- tico, especialmente poco después de la fracasada Conferencia sobre el Clima realizada en Copenhague en diciembre de 2009, que acabó en una completa confusión al mismo tiempo que se celebraba un exclusivo encuentro de dirigentes de 26 naciones. La sociedad civil, incluyendo iglesias de todo el mundo, jugó un papel fundamental en la movilización previa y durante la Conferencia de Copenhague.

El Banco Mundial ha asegurado que parte del préstamo permitirá financiar proyectos de energía solar y eólica, pero los activistas afirman que la central de Medupi, en la provincia de Limpopo, contaminará los ríos y el aire, haciendo muy difícil que Sudáfrica, debido al esperado aumento de sus emisiones de carbono, pueda cumplir con sus compromisos contra el cambio climático.

Hay una especial necesidad de continuar ejerciendo presión sobre Sudáfrica como lugar clave, pero también es importante la movilización en cada uno de los países del África austral. Más aún, es fundamental comenzar a diseñar estrategias para 2011, cuando Sudáfrica será sede del COP 17.

Este artículo pretende mostrar las objeciones de la sociedad civil al préstamo, afirmando que Sudáfrica haría mejor si dejase de favorecer a los consumidores multinacionales de su energía, al fijarle tarifas que se establecieron en la era del apartheid contra los consumidores del país y cuyos costes van siendo permanentemente revisados al alza.

Se argumenta aquí que Sudáfrica debería, en cambio, desarrollar sus paralizados proyectos de energías renovables para satisfacer la creciente demanda de energía, en lugar de fomentar su costosa y climáticamente perjudicial dependencia de los combustibles fósiles, y que aumentará aún más el endeudamiento que ya padece el país.

INTRODUCCIÓN

Las industrias de suministro eléctrico del África austral están controladas por la empresa estatal sudafricana Electricity Supply Commission (ESKOM). Era también conocida por su nombre en afrikaans, Elektrisiteitsvoorsieningskommissie (EVKOM). En 1986, ambos acrónimos fueron combinados y actualmente la empresa es conocida como Eskom. ESKOM genera cerca de los dos tercios de la electricidad producida en toda África y sus redes de transmisión se extienden hacia el norte hasta los países subsaharianos. Eskom aporta el 95% de la energía eléctrica consumida en Sudáfrica y más del 60% de la consumida en el resto del continente.(1)

ESKOM, con una capacidad generadora de aproximadamente 40.000 MW producida por veinte centrales, es una de las mayores empresas públicas del mundo. La generación se obtiene principalmente de la combustión de carbón, pero incluye también una central nuclear en Koeberg, dos instalaciones de turbinas de gas, dos plantas hidroeléctricas convencionales y dos centrales hidroeléctricas reversibles (de acumulación por bombeo). La empresa también posee y opera el sistema nacional de transmisión de electricidad. La central de Koeberg, ubicada en las afueras de Ciudad del Cabo, tiene una capacidad de 1.930 MW y genera el 7% del total de electricidad producido en el país.(2)

Sudáfrica es uno de los doce países miembros del Southern Africa Power Pool (Fondo Común de Energía del África Austral – SAPP) y exporta electricidad a seis de ellos (Botswana, Lesotho, Mozambique, Namibia, Swaziland y Zimbabwe). La cuota de importaciones de electricidad de estos países varía entre el 50% y el 100% de sus necesidades totales. Como región, el SAPP aspira a incrementar su consumo eléctrico en los próximos años, hasta duplicar sus importaciones de Sudáfrica en 2015. Se prevé que el proyecto Medupi paliará esta crisis energética utilizando carbón y una de las más eficientes tecnologías del carbón disponibles (supercritical boilers – ¿calderas supercríticas?) para reducir las emisiones de dióxido de carbono. (Davidson, Hirst y Moomaw, 2010).

Mientras Eskom ha reconocido sus dificultades para obtener financiación internacional, con frecuencia no ha prestado atención a las implicaciones financieras de sus propios excesos. El coste de la central de carbón de Medupi se disparó de los originales 78.000 millones de rands a los actuales 120.000 millones, forzando a Eskom a postergar indefinidamente el proyecto hidroeléctrico de acumulación por bombeo de Tubetse (19.000 millones de rands y 1.500 MW de capacidad máxima), un parque eólico en Northern Cape de 3.000 millones y 100 MW de capacidad, la central de carbón de Mmammabula (Botswana) valorada en 24.000 millones de rands y la operación ferroviaria de Majuba (1.800 millones de rands). Este último proyecto es un ferrocarril de 68 km entre las minas de carbón de Ermelo y la ahora encallada central de Majuba. Su realización hubiese ahorrado considerable dinero en transporte por carretera y mantenimiento.(3)

EL ACCESO A LA ELECTRICIDAD EN SUDÁFRICA

Sudáfrica ha hecho considerables progresos en el acceso a la electricidad. Antes de 1990, menos de un tercio de las familias disponía de electricidad; una década después, son dos tercios los que tienen acceso a ella. Sin embargo, en los últimos años el programa se ha ralentizado, y parece improbable que el gobierno logre cumplir con las metas que se había fijado (Marquard, Bekker, Eberhard y Gaunt, 2007).

El programa nacional de electrificación iniciado en la década de 1990 aspiraba a que en 2012 el 80% de las familias sudafricanas dispusiese de electricidad.4 No obstante, este objetivo fue revisado en 2004, cuando el presidente Thabo Mbeki, en su discurso ante el Parlamento sobre el estado de la nación, declaró:

[…] con un gobierno local fortalecido trabajando con nuestra empresa estatal, Eskom, podremos, en los próximos ocho años, asegurar que cada familia disponga de electricidad.(5)

El setenta por ciento de la población de Sudáfrica tiene acceso a la electricidad, muy por encima del 20% promedio dentro de la SADC (Comunidad de Desarrollo del África Austral). El ente nacional regulador de la electricidad viene supervisando los progresos de Eskom para cumplir con los objetivos gubernamentales, que son abastecer de electricidad a todo el país. En noviembre de 2001, el gobierno sudafricano introdujo una «tarifa de pobreza» para la electricidad, reduciendo los precios del suministro a los más desfavorecidos. Actualmente, casi la mitad de los hogares rurales de Sudáfrica siguen sin electricidad.(6)

MÁS DEMANDA DE ENERGÍA

Sudáfrica y sus economías vecinas necesitan desesperadamente un abastecimiento adicional de electricidad. Esto se ha ido haciendo cada vez más perceptible, especialmente durante los apagones de electricidad de 2007 y 2008, que dejaron en la oscuridad tanto a los hogares como a la industria y que obligaron a establecer turnos de conexión debido a la escasez.

Como respuesta a este problema, Eskom inició un programa de construcciones que incluyó la central de carbón de Medupi. Se afirma que esta central incrementará en una octava parte la capacidad de generación del país. La sociedad civil, por su parte, considera que su construcción equivale a contaminar aún más la atmósfera con dióxido de carbono, favoreciendo los efectos del cambio climático.

Sudáfrica ratificó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) en 1997, que requiere que todos los países modifiquen su trayectoria a favor de un desarrollo menos dependiente del carbón, apostando por energías limpias; en 2002, Sudáfrica también adhirió al Protocolo de Kioto. En los últimos tiempos, ha liderado la posición negociadora del colectivo africano y asumió la voz de la razón en el infame Acuerdo de Copenhague en 2009 (Davidson, Hirst y Moomaw, 2010).

La actual contribución africana al cambio climático mundial es extremadamente baja, tanto en el presente como acumulativamente, sólo un 4% de las emisiones globales de dióxido de carbono. Sus bosques y selvas, parcialmente, capturan tales emisiones, actuando como sumideros de carbono, razón por la cual la dependencia sudafricana del carbón para producir más electricidad no es la mejor opción en un mundo que está intentando reducir los gases de efecto invernadero (GEI), pues convierte al país en un emisor neto. Sudáfrica debería aumentar sus inversiones en tecnologías energéticas renovables y, si son de combustibles fósiles, con bajos niveles de emisión (Davidson, Hirst y Moomaw, 2010).

Como continente, África es el que consume menos electricidad y aún no ha alcanzado el umbral mínimo de consumo eléctrico requerido para cubrir las necesidades mínimas de una calidad de vida aceptable. Actualmente padece una importante crisis energética a pesar de poseer suficientes combustibles fósiles y posibilidades para las energías renovables como para cubrir todas sus necesidades. El África austral concentra la mayoría de yacimientos de carbón, el 90% de los cuales está en Sudáfrica, que es la cuarta reserva mundial de este combustible.

EL DISCUTIBLE PRÉSTAMO DEL BANCO MUNDIAL

A pesar de las vigorosas protestas de la sociedad civil, el Banco Mundial aprobó un préstamo de 3.750 millones de dólares para la central de carbón de Medupi. Esta contribución es esencial para completar los 15.400 millones que en total requiere el proyecto, aumentando en un 12% la capacidad de generación de Eskom.

El segundo componente del préstamo del Banco Mundial consiste en apoyo para un parque eólico, la mejora de las redes de transmisión y para una planta de concentración de la energía solar (CSP). Se calcula que estos otros proyectos costarán 1.000 millones de dólares. Actualmente, Sudáfrica no dispone de ningún parque eólico importante, aunque dispone de recursos eólicos y solares.

El tercer componente del paquete consiste en una línea de financiación del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (BIRD) de 490 millones de dólares para tender una línea de ferrocarril hasta la actual central de carbón de Majuba, e incrementar la eficiencia de la central mediante la asistencia técnica necesaria. La línea ferroviaria de 68 km sustituiría al actual convoy de 700 camiones al día que hoy abastecen de carbón a Majuba, algo que implicaría enormes beneficios en eficiencia y un menor impacto sobre el medio ambiente local (Davidson, Hirst y Moomaw, 2010).

LAS OBJECIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL

Lo que más ha irritado a las organizaciones de la sociedad civil, además de los efectos sobre el cambio climático, es la disparidad entre lo que Eskom cobra a sus clientes domésticos y lo que pagan sus clientes comerciales. Los grupos argumentan que no tiene sentido utilizar el carbón sudafricano para generar electricidad al precio más barato del mundo, agotar la bauxita importada, aumentar los beneficios de multinacionales con sede en Londres, Melbourne, Luxemburgo y Zurich, empeorando todavía más el ya precario déficit en la balanza de pagos del país y que obliga a construir numerosas nuevas centrales de carbón, financiadas por el Banco Mundial o por inversores privados (49% en el caso de Kusile) y por los enormes aumentos de tarifa para los pobres, mientras se siguen ignorando sus necesidades de desarrollo, salud e igualdad de género.

La mayoría de los proyectos de centrales de carbón que el Banco Mundial financia están pensados para abastecer a la industria, no a la gente. Las industrias, por su parte, están orientadas a la exportación. Los principales clientes de Eskom, BHP Billiton, Anglo American y Samancor —por mencionar sólo a las mayores— pagan entre 9 y 35 céntimos el kilovatio. Lo mínimo que pagan las familias trabajadoras son 45 céntimos el kilovatio. Esto no reduce la pobreza energética, sino que perpetúa el sufrimiento al cargar la «recuperación de costes» sobre aquellos que menos tienen. Recientemente, Eskom ha anunciado que de aquí a 2012 las familias de los suburbios sufrirán un aumento mensual de los actuales 360 rands (US$48) hasta 1.000 rands (US$130).

Aceptar el préstamo sería desastroso para el país, tanto en términos económicos como en lo relativo a sus emisiones de GEI. Con frecuencia, las condiciones que impone el Banco Mundial al conceder un préstamo derivan en políticas restrictivas y un empeoramiento de la pobreza. En muchos países en desarrollo, el servicio de la deuda ha desviado los escasos recursos necesarios para mejorar la salud, la educación y la nutrición de los más pobres. El riesgo financiero es que la moneda sudafricana vuelva a sufrir un colapso (como ya lo ha hecho en cinco ocasiones desde 1995), provocando que el pago de la deuda sea aún más caro (dado que los préstamos no se devuelven en rands, sino en dólares), e incrementando aún más la carga que los pobres del país deberán asumir.

Desde una perspectiva ambiental, el trato es perjudicial pues será asumido mediante gigantescas centrales de carbón, y esto implica que Sudáfrica necesitará de 40 nuevas minas de carbón. Esto significa aumentar la ya elevada intensidad de emisiones de carbono, por no mencionar la degradación de los escasos recursos hídricos y la contaminación del aire. Sudáfrica contribuirá así a incrementar aún más su «deuda climática» con África.

Los préstamos del Banco Mundial dentro del sector energético no favorecen la transición de los países en desarrollo hacia un desarrollo con bajo uso de carbón. De hecho, todo indica que la política de préstamos del Banco Mundial sigue favoreciendo a los combustibles fósiles, en lugar de desincentivarlos. En lugar de ampliar sus instalaciones en base a carbón, Eskom debería embarcarse en una gestión seria de la demanda, comenzando por reducir paulatinamente la electricidad para las fundiciones que poco aportan a la economía sudafricana y que son intensivas en capital, en lugar de ser intensivas en mano de obra. Por otra parte, el préstamo del Banco Mundial comprometerá a Sudáfrica con la energía basada en combustibles fósiles durante los próximos 20 – 40 años. En tal sentido, cuando finalmente los países en desarrollo comiencen a asumir metas en la reducción de sus emisiones de GEI, la actual política energética del Banco Mundial hará que lograr esos fines les resulte más difícil y mucho más costoso.

BIBLIOGRAFÍA

DAVIDSON, Ogunlade, HIRST, Neil y MOOMAW,William (2010), «<Recommendations to the World Bank Group on Lending to South Africa for ESKOM Investment Support Project that includes a Large Coal Burning Power Station at Medupi»> A Report Prepared by Expert Panel.

DAVIDSON, Ogunlade y MWAKASONDA, Stanford A. /2007), «Electricity Access to the Poor: A study of South Africa
and Zimbabwe» Energy Research Centre, University of Cape Town.

MARQUARD, A, BEKKER, B, EBERHARD, A y GAUNT, CT, (2007), «<South Africa’s Electrification Programme: an
overview and assessment» University of Cape Town. http: //www.gsb.uct.ac.za.MBendi Profile, Electrical Power in South Africa – Overview. Disponible en: http://www.mbendi.com/indy/powr/af/sa/p0005.htm.

PRASAD, Gisela, VISAGIE, Eugene (2005), <<Renewable energy technologies for poverty alleviation Initial assessment report: South Africa». Sustainable Energy Briefing 12: What does our energy supply really cost? Who is paying? Who knows? Sustainable Energy and Climate Change Project of Earthlife Africa, Johannesburg.

WENTZEL, Marlett (2004), «Achieving universal access to electricity in South Africa» This paper was presented at the Domestic Use of Energy Conference in Somerset West, South Africa, in May 2004.

* Economic Justice Network (mandla@ejn.org.za).

1 http://www.mbendi.com/indy/powr/af/sa/p0005.htm.

2 Ibid.

3 http://www.earthlife.org.za/wordpress/wp-content/uploads/2009/02/ se-5-re-potential-in-sa.pdf.

4 http://www.gsb.uct.ac.za/files/UncertaintieswithinSouthAfricasgoalofuniversalaccesstoelectricity.pdf.

5 http://www.info.gov.za/speeches/2004/04052111151001.htm.

6 http://www.mbendi.com/indy/powr/af/sa/p0005.htm.

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