Sabrina Elizabeth Picone*

DOI: doi.org/10.53368/EP61FCbr05

Resumen: A partir de la publicación del Informe Brundtland de 1987, las políticas de desarrollo incorporaron en sus discursos a la sustentabilidad como base para minimizar o evitar los problemas socioecológicos del sistema capitalista. Sin embargo, los conflictos sociales y ecológicos no se resolvieron, sino que proliferaron desde entonces. Considerando la polisemia del concepto de sustentabilidad, en este trabajo se propone entenderlo desde el análisis de producción espacial enriquecida por propuestas de ecología-mundo y feminismo. Para ello se analizaron los medios de vida de la localidad de El Chaltén con metodologías participativas. Los resultados muestran que el turismo, aún bajo políticas de sustentabilidad, afecta los vínculos sociales, comunitarios, familiares y ecológicos. Por lo tanto, la sustentabilidad para las personas que producen El Chaltén se correspondería con la posibilidad de mantener los espacios-tiempos de reproducción de las naturalezas durante el año.

Palabras clave: sustentabilidad, espacio, Patagonia argentina

Abstract: Starting with the publication of the Brundtland Report in 1987, development policies incorporated sustainability into their discourses as a way of avoiding the socio-ecological problems caused by the capitalist system. However, social and ecological conflicts were not resolved, but have proliferated ever since. Considering the polysemy of the concept of sustainability, in this work it is proposed to understand it from the analysis of spatial production enriched by world-ecology and feminism proposals. For this, the livelihoods of El Chaltén were analyzed through participatory methodologies. The results show that tourism, even under sustainability policies, affects social, community, family, and ecological relations. Therefore, sustainability for El Chaltén would correspond to the possibility of maintaining the spaces-times of reproduction of nature during the year.

Keywords: sustainability, space, argentinian Patagonia

 

 

Introducción

A partir de la publicación del Informe Brundtland de 1987 y de los siguientes acuerdos internacionales en materia ambiental, las actividades y las políticas de desarrollo comenzaron a adoptar el concepto de sustentabilidad en sus discursos. Sin embargo, esta nueva modalidad de desarrollo no ha implicado cambios estructurales en el modo de producción capitalista, sino que se ha considerado un maquillaje verde (Grinberg, 2012) para instalar una nueva fase de acumulación (Machado Aráoz, 2016). Debido a su carácter polisémico (Gudynas, 2011), la sustentabilidad debe analizarse de forma situada, desde los territorios donde las políticas de desarrollo sustentable se materializan. En este contexto, se asume que las estrategias que desarrollan las personas para adaptarse o resistir a esas políticas contienen diferentes representaciones o propuestas de lo que implica la sustentabilidad para sus espacios de vida.

El caso de estudio se enmarca en El Chaltén, una localidad de aproximadamente dos mil habitantes ubicada al suroeste de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia sur argentina. Su creación respondió a dos objetivos: por un lado, a la necesidad de establecer población civil en una zona de frontera en disputa entre Argentina y Chile; por otro, para proveer de servicios turísticos a visitantes de la zona norte del Parque Nacional Los Glaciares (PNLG). A partir del año 2005, y paralelamente a la sanción de la Ley Nacional de Turismo y a la confección del primer Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable, comienza un aumento sostenido de la cantidad de visitantes y también de personas que deciden establecerse en El Chaltén. Junto con estas dinámicas demográficas, se observan los primeros procesos de degradación ecológica y problemáticas por el acceso a la tierra y a la vivienda (Picone, 2020).

En este trabajo se busca comprender la sustentabilidad desde las naturalezas que habitan y producen El Chaltén de manera interdependiente. Las preguntas que guían este artículo son: ¿cómo afectan las políticas de turismo al espacio en su complejidad?, ¿cómo resisten o se adaptan las naturalezas?, ¿qué es importante para la sustentabilidad de los medios de vida de quienes habitan ese lugar?

 

Marco teórico-metodológico

El marco teórico-metodológico construido para abordar las preguntas planteadas reúne aportes de la geografía crítica, la ecología política con enfoque de género y la investigación de acción participativa.

Desde la geografía crítica, el espacio se asume de manera relacional (Harvey, 2006; Santos, 2000), distanciándose de las perspectivas que lo conciben como un marco o repositorio de las actividades humanas y las interrelaciones ecosistémicas. Así, el espacio y el tiempo se abordan a partir de las relaciones que los conforman, es decir, el espacio no es un escenario donde se desarrolla la vida, sino que se construye y produce en relación con los procesos sociales, políticos, culturales y ecológicos. Doreen Massey (2009) aporta tres características para este espacio relacional. En primer lugar, si es producto de relaciones (o de la ausencia de ellas), el espacio es una complejidad de redes e intercambios entre más de un elemento. En segundo término, el espacio es la dimensión de la multiplicidad, en el sentido de la simultánea coexistencia de más de una cosa, mirada, elemento. Por último y vinculado a lo anterior, el espacio es siempre un proceso en construcción y, por lo tanto, está abierto a la política, lo que implica su capacidad de ser cambiado o transformado. Si bien la geografía como ciencia social pone el foco en la producción social del espacio, esta definición amplia que implica múltiples escalas y relaciones entre elementos puede hacer lugar a una concepción de espacio que involucre también al resto de los seres vivos.

Desde la óptica de la ecología política, se retoman las ideas de ecología-mundo que propone Jason Moore (2020), asumiendo que la reproducción del capitalismo es una forma particular de organizar la vida que implica la transformación de las naturalezas con el fin último de la acumulación. Se entiende por naturalezas en plural a lo humano y al resto de los seres que conforman la trama de la vida, rompiendo con la dicotomía sociedad/naturaleza que solo ha servido para alienarnos como seres sin cuerpo y sin tierra (Noguera de Echeverri y Pineda Muñoz, 2014). Nuevos enfoques de género aportan a esta construcción el concepto de interdependencia, para poner el foco del análisis en «las relaciones socioecológicas de interdependencia que sostienen y posibilitan la reproducción de la vida» (Navarro Trujillo y Linsalata, 2021: 85). A partir de estas ideas, se propone comprender el espacio como una producción o coproducción socioecológica, donde las naturalezas se relacionan de forma interdependiente, y llevar la categoría de producción espacial hacia un paradigma biocéntrico o ecocéntrico.

Para abordar el espacio como producción socioecológica, se eligió el marco metodológico de los medios de vida (MV). Este enfoque permite comprender de manera compleja y participativa al espacio con sus riquezas, procesos y estructuras, así como las políticas que influyen en los MV y las estrategias que las personas desarrollan para vivir. El marco de análisis a partir de los medios de vida incluye el contexto de vulnerabilidad en donde se insertan las familias y los procesos, políticas y estructuras que influyen en su funcionamiento. A partir de un proceso de investigación-acción para su tesis doctoral, la autora realizó un diagnóstico comunitario participativo de El Chaltén siguiendo la propuesta metodológica de Parra Vázquez et al. (2011) (Imagen 1). El diagnóstico se basó en cinco talleres participativos, una entrevista colectiva con la brigada de sendas del PNLG y un recorrido de campo. En los talleres, entre los meses de febrero y septiembre de 2018, participaron en total veinticuatro personas adultas (veintiuna mujeres y tres varones). Para este trabajo se presentan los resultados de la valoración cualitativa de los meses del año según la mirada de la comunidad, clasificados en buenos (color verde), regulares (amarillo) y malos (rojo), y se complementa con los datos de las riquezas y los obtenidos en el recorrido de campo.

Imagen 1. Marco metodológico para el análisis de los MV. Fuente: Parra Vázquez et al. (2011).

 

Conclusión

El análisis de los MV muestra un funcionamiento espaciotemporal fuertemente relacionado con las dinámicas de temporada del turismo y del clima durante todo el año. Los principales factores que inciden en la valoración de los meses del año son la cantidad de trabajo y visitantes, las migraciones de integrantes de las familias y las condiciones climáticas. Es importante aclarar que, para este diagnóstico, las participantes de un taller que tuvo lugar el 25 de abril de 2018 definieron el concepto de familia como «un grupo de personas que se eligen a través de vínculos de afinidad y que no necesariamente viven bajo el mismo techo». Esta definición se comprende si se considera que la mayoría de las personas que viven en El Chaltén son originarias de otros lugares y, por lo tanto, las familias de sangre u origen se encuentran lejos.

Los meses de temporada alta fueron valorados colectivamente como los peores del año debido a que la gran cantidad de visitantes demanda mucho trabajo y, por lo tanto, no hay tiempo suficiente para desarrollar ciertas tareas como acompañar a los niños y jóvenes en su educación formal, las reuniones comunitarias y familiares, las tareas de cuidados dentro de los hogares y para la organización social. El análisis de las riquezas física (servicios e infraestructura) y natural (ecológicas) también evidencia un colapso en el uso de los servicios públicos (agua, luz, tratamiento cloacal) y en las áreas de uso público dentro del PNLG (sendas y zonas de acampe). Por otra parte, los meses previos y posteriores a la temporada alta fueron valorados como los mejores del año debido a que no hay tanto trabajo en turismo y el clima aún es agradable, lo cual deja espacio y tiempo para los vínculos sociales, familiares, comunitarios y con las demás naturalezas. Debido a las bajas temperaturas y a las heladas, en algunos de estos meses el ecosistema es más vulnerable ante un uso intensivo, y por ello se limitan las zonas abiertas al uso público dentro del área protegida. No obstante, algunas políticas de extensión de la temporada turística durante el otoño y el invierno ponen en riesgo la capacidad del ecosistema de recuperarse, tanto por su propia resiliencia como por el trabajo de la brigada de sendas para conservar el suelo y la vegetación. La valoración positiva de estos meses también se explica porque representan el momento de encuentro entre quienes migran por trabajo en el invierno y quienes viven todo el año en El Chaltén: es decir, que las familias se completan. Por último, los meses de invierno fueron considerados mayormente regulares. Esto se debe a que el clima es más hostil para la vida fuera y dentro de los hogares, no hay mucho trabajo y comienzan las migraciones de algunos familiares. No obstante, se vive con mayor tranquilidad porque no hay turismo y se afianzan los vínculos entre quienes permanecen en el lugar. En estos meses, las naturalezas se recuperan porque no hay uso turístico del espacio (Imagen 2).

Imagen 2. Valoración cualitativa de los meses del año para la comunidad de El Chaltén. Fuente: elaboración propia a partir de los datos de un taller participativo (25 de abril de 2018).

Con base en estos resultados, se puede afirmar que las dinámicas turísticas en El Chaltén afectan en temporada alta los espacios-tiempos de reproducción de las naturalezas, tanto en términos sociales, familiares y comunitarios como ecológicos. A pesar de no identificarse un conflicto explícito con este modelo, se observan estrategias de adaptación y resistencia a las condiciones impuestas por las dinámicas turísticas.

Las estrategias de adaptación intentan generar espacio-tiempo para sostener las relaciones socioecólógicas durante las temporadas alta y media, ya que es el tiempo con mejores condiciones climáticas para el disfrute al aire libre. Las personas dedican sus días libres a caminar, acampar y otras actividades junto a sus allegados, aunque eso implique una reducción de su espacio-tiempo de descanso. Para evitar las migraciones, buscan empleos anuales, principalmente en las instituciones públicas como la municipalidad y la seccional del PNLG. Al igual que el resto de las naturalezas, las personas toman como tiempo de descanso los meses sin turismo. Entonces se refuerzan los vínculos familiares y comunitarios, y por ello la tranquilidad del invierno tiene una importancia significativa.

Las resistencias se tejen a través de múltiples estrategias. Una de ellas es la generación de espacios paralelos al circuito turístico, como talleres culturales o artísticos gratuitos para personas jóvenes y adultas en espacios públicos y en la Biblioteca Popular, o la conformación de cooperativas de trabajo y servicios (jardinería, limpieza, alimentos, cuidado de infancias). Otra estrategia consiste en obstaculizar la extensión de la temporada alta a través del cierre de locales comerciales, gastronomía y hotelería a fines de abril y de la normativa que restringe el uso del área protegida y el acceso a ella durante el invierno. Por último, se identifican resistencias en la lucha por el acceso a la tierra y a la vivienda digna que llevan adelante organizaciones vecinales y vecinos independientes, al reclamar un uso residencial del suelo en oposición al turístico. Ante las dificultades de trabajo y vivienda para aquellas personas que llegaron hace once años o menos, la estrategia de resistir también consiste en quedarse en el lugar.

En suma, la sustentabilidad en El Chaltén para la comunidad se correspondería con la posibilidad de asegurar los medios de vida y mantener los espacios-tiempos de reproducción de las naturalezas durante el año.

 

Referencias

Grinberg, M., 2012. Ecofalacias. El poder transnacional y la expropiación del discurso verde. Rosario, Fundacion Ross.

Gudynas, E., 2011. «Desarrollo y sustentabilidad ambiental. Diversidad de posturas, tensiones persistentes». En: A. Matarán Ruiz y F. López Castellano (eds.), La tierra no es muda. Diálogos entre el desarrollo sostenible y el postdesarrollo. Granada, Universidad de Granada, pp. 69-96.

Harvey, D., 2006. Notas hacia una teoría del desarrollo geográfico desigual. GeoBaireS. Cuadernos de Geografía, mayo 2007,  pp. 1-54. Disponible en: http://sgpwe.izt.uam.mx/files/users/uami/mcheca/teoria_geografica/LECTURA_26bis.pdf, consultado el 25 de mayo de 2011.

Machado Aráoz, H., 2016. «Sobre la naturaleza realmente existente, la entidad “América” y los orígenes del capitaloceno. Dilemas y desafíos de especie». Actuel Marx, 20, pp. 205-230.

Massey, D., 2009. «Concepts of Space and Power in Theory and in Political Practice». Documents d’Anàlisi Geogràfica, 55, pp. 15-26.

Moore, J. W., 2020. El capitalismo en la trama de la vida. Ecología y acumulación de capital. Madrid, Traficantes de Sueños.

Navarro Trujillo, M. L., y L. Linsalata, 2021. Capitaloceno, luchas por lo común y disputas por otros términos de interdependencia en el tejido de la vida. Reflexiones desde América Latina. Relaciones Internacionales, 46, pp. 81-98.

Noguera de Echeverri, A. P., y J. A. Pineda Muñoz, 2014. Cuerpo-tierra: epojé, disolución humano-naturaleza y nuevas geografías-sur. Geograficidade, 4 (1), pp. 20-29.

Parra Vázquez, M. R., I. J. Liscovsky, P. P. Ramos Pérez et al., 2011. Manual de diagnóstico participativo. San Cristóbal de Las Casas, El Colegio de la Frontera Sur.

Picone, S. E., 2020. Áreas protegidas e acesso à terra. O caso de El Chaltén no Parque Nacional Los Glaciares (Patagônia Argentina). Confins, 4, pp. 1-16. Disponible en: https://doi.org/10.4000/confins.32276, consultado el 25 de mayo de 2021.

Santos, M., 2000. La naturaleza del espacio, Barcelona, Ariel.

 

* Becaria doctoral Conicet-CIT Santa Cruz (Argentina), integrante del Movimiento Patagonia Libre y del grupo de investigación Estepes. Email: sabrinapicone22@gamil.com; sabrina.picone@conicet.gov.ar.

 

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