Joan Gomà Caselles*

 

La mayoría de cultivos sirven para la producción de biocombustibles. En España, para la producción de biodiésel los cultivos más utilizados son las oleaginosas, la colza y el girasol. Se pueden utilizar mezclados o sin mezclar. También se puede extraer el aceite en crudo, para consumirlo directamente el agricultor con una pequeña modificación en los motores de gasoil. Para la producción de bioetanol, que substituiría la gasolina, los cereales más utilizados son el trigo, la cebada y el maíz. El bioetanol también se puede utilizar mezclado o, si los motores están preparados, consumirlo solo. Estos mismos cultivos son los que tradicionalmente se están cultivando y normalmente se destinan a la elaboración de pienso destinado a la ganadería y a la fabricación de harinas para consumo humano.

Actualmente en la Unión Europea prácticamente no hay excedentes de cereales, se han dejado las materias primas en un mercado libre, pensando que si un país no produce, ya habrá otros que producirán y a precios más bajos. Estamos en una situación que pienso que nadie había previsto, y dejar las materias primas en un mercado totalmente liberalizado, puede tener consecuencias muy graves. En relación con las últimas campañas, los cereales han experimentado una fuerte subida de precio. Esta situación puede ser debida a varias causas: una puede ser el cambio climático que conlleva una bajada de la producción en los países más productores de todo el mundo (Francia, Inglaterra, Alemania, EE UU, Rusia, Ucrania. etc.) básicamente por falta de lluvias y temperaturas altas, otro factor puede ser el aumento del consumo de los países emergentes (China, India, etc.). La expectativa de los cultivos energéticos y la especulación de grandes empresas y multinacionales que compran cereales reteniéndolos para venderlos mucho más caros, también es una consecuencia del mercado libre. Siendo totalmente legal esta práctica, la situación actual provoca fuertes tensiones y puede ocasionar una fuerte crisis en el sector ganadero.

Durante los últimos 20 años los precios de los cereales han sido bajísimos porque a escala mundial había excedentes. Por poner algunos ejemplos, en el año 1986 vendíamos el trigo a un precio que equivaldría a 180 euros por tonelada. En los años posteriores y prácticamente hasta el 2005, el trigo se vendió entre 120 y 140 euros por tonelada. En la campaña actual —cosecha 2007— el precio se ha disparado hasta los 240 euros por tonelada, provocando una cierta psicosis que creemos exagerada, porque si en 1986 ya se vendía a 180 euros, entendemos que sólo aplicando el IPC anual (Índice de Precios de Consumo) sobrepasaría y mucho el precio actual (la variación del IPC desde 1986 hasta 2007 es de 127,3% según datos del Instituto Nacional de Estadística de España).

Para entender la situación actual del mercado de los cereales y oleaginosas es necesario hacer una breve referencia a la evolución de la política agraria en Europa. Cuando se fundó el Mercado Común, en el año 1957 con el Tratado de Roma, se salía de la Segunda Guerra Mundial y la situación en Europa era de déficit de cereales y de alimentos de primera necesidad. Las primeras medidas de la Política Agraria Común (PAC) tenían como objetivo incentivar la producción, lo que se conoce como la Europa verde. Esta política fue un éxito, ya que en la década de los ochenta pasamos a tener excedentes, y estos excedentes representaban un coste muy elevado en la economía Europea. A partir de los años noventa, para acabar con los excedentes se empezaron a reducir los aranceles y el precio de intervención. Se instauró la obligación, para la mayoría de las explotaciones, de dejar un porcentaje de tierras sin producir. La normativa permitía sembrar estas hectáreas de retirada si la producción no se destinaba ni a consumo humano ni animal y se firmaba un contrato de venta de las producciones no alimentarias con la industria que a su vez se comprometía a utilizar estas producciones básicamente para la producción de energía, ya sea bioetanol o biodiésel.

A partir del año 2005, para incentivar los cultivos energéticos, la Unión Europea estableció un suplemento de 45 euros por hectárea destinada a cultivos energéticos, excluyendo las hectáreas de retirada obligatoria. En España la mayoría de productores no se acogieron a este suplemento, ya que el precio pagado para uso energético era mucho más bajo que el precio de mercado para uso alimentario con lo cual no compensaba los 45 euros de suplemento por hectárea.

Nos preguntamos por qué en Francia y en otros países se producen más cultivos energéticos. Para entenderlo es importante conocer las diferentes realidades. Francia es excedentaria en cereales o sea produce muchísimo más de lo que consume, con lo cual los precios históricamente son más bajos que en España, lo cual provoca que se desvíe más producción a energía. En España somos deficitarios en cereales; de lo que producimos necesitamos importar de un 30 a un 50% más cada año. En Cataluña esto todavía es más exagerado, por cada 4 kilos que consumimos de cereales, solo producimos uno por lo que tenemos que importar el 75%. El hecho de ser deficitarios es una de las causas que dificulta que se destine parte de la producción a la producción de energía.

Desde la organización profesional agraria Unió de Pagesos de Catalunya estamos a favor de los cultivos energéticos, siempre que el cultivo sea rentable para los agricultores. Actualmente los cereales para energía se pagan sobre los 108 euros por tonelada, a este precio es inviable producir cereales para energía. En cambio el precio de las oleaginosas está al entorno de los 210 euros por tonelada, siendo un precio que empieza a ser rentable.

Diversificar las salidas comerciales de nuestra producción es muy positivo, sobretodo teniendo en cuenta que en los últimos años, debido a los excedentes, los precios han sido bajísimos. Pero en primer lugar y mucho más importante es producir para la alimentación humana y, si una vez cubierta ésta primera necesidad tenemos excedentes, éstos pueden destinarse a la producción de energía, además de esta manera contribuimos a la mejora del medioambiente.

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Con la crisis energética actual, es importante disponer de otras fuentes de energía, como son las energías renovables (fotovoltaica, eólica, biomasa, biocombustibles, etc.). Estas energías no son nuevas, hace muchos años que podrían haberse desarrollado, si no fuera por los intereses de las petroleras y el apoyo de casi todos los gobiernos.

Actualmente pensamos que el poder adquisitivo de los consumidores es mucho más alto, también el consumo de energía —más coches, calefacción, aire acondicionado. Si bien podemos pagar el consumo de esta energía, estamos provocando el deterioro del planeta y el cambio climático ya demostrado por científicos, por lo tanto, es importante disponer de otras fuentes de energía, pero paralelamente se debería reducir su consumo. En muchas ocasiones se malgasta la energía, por poner unos ejemplos, es habitual los aires acondicionados y calefacciones muy mal ajustados, tener la vivienda en una ciudad y trabajar a más de 100 km., hacer la mayoría de transporte tanto de mercancías como de pasajeros por carretera, por el abandono de los transportes públicos en general. En definitiva, deberíamos ser mucho más eficientes en el consumo de energía.

La agricultura en los últimos años ha sido un sector fuertemente castigado, pero en el futuro será un sector muy a tener en cuenta, ya que se le presentan retos importantísimos, por un lado, la producción de alimentos de calidad para toda la humanidad y, por otro, la producción de una parte de la energía, no sólo de biocombustibles sino también la producción de energía eólica, fotovoltaica y biomasa, como una nueva actividad complementaria de las explotaciones agrarias que contribuirán a la conservación del medio ambiente.

* Unió de Pagesos de Catalunya

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