Dr. Sergi Tudela Casanovas*

 

EL COLAPSO DEL SISTEMA DE GOVERNANCIA INTERNACIONAL DE GESTIÓN PESQUERA

Pocos peces en el mundo han recibido en los últimos años más atención mediática que el atún rojo del Atlántico Thunnus thynnus, el cual ha conseguido traspasar la difícil barrera que separa la visión pública de los peces como pescado —alimento, en suma— de las especies animales que alcanzan la categoría de iconos de la conservación. En efecto, para muchos el atún rojo es hoy día el panda del mar, una extraordinaria especie con una biología cautivadora (sangre caliente, impresionantes migraciones transatlánticas) cuya mera pervivencia como componente clave del ecosistema marino mediterráneo pende de un hilo. Y de ese hilo trata este artículo: de cómo el aparato internacional que rige la governancia de la pesca ha fracasado en su cometido de asegurar una pesquería de atún rojo sostenible.

El atún rojo del Atlántico proporciona la mayor pesquería del mundo de atún rojo, la variedad de atún más codiciada por los mercados internacionales; las capturas totales de esta especie superan ampliamente las capturas de cualesquiera de sus dos especies congenéricas, capturadas sobretodo en ambos hemisferios del Pacífico. A su vez, el 80% de las capturas de la especie atlántica se efectúan en el Mediterráneo, un mar políticamente complejo, con numerosos países ribereños y con una gran extensión de aguas internacionales (al no haberse declarado zonas económicas exclusivas).

El atún rojo que habita el Mediterráneo y el Atlántico Este se considera sobreexplotado desde la década de 1970. No obstante, ha sido el fuerte desarrollo de las flotas industriales de cerco a partir de la década de 1980 —potenciadas mediante fuertes subvenciones públicas en los países comunitarios— y la implantación masiva de las granjas de atún a partir de 1996, los elementos que supusieron el golpe de gracia para esta emblemática especie. Irónicamente, el atún ha sido un elemento clave en las civilizaciones mediterráneas durante milenios, como lo atestiguan numerosos vestigios arqueológicos y la pervivencia de un sistema de pesca sostenible —la almadraba— que ha subsistido de forma ininterrumpida durante al menos 3.000 años.

En la actualidad, la práctica totalidad del atún capturado mediante el arte de cerco (capaz de pescar más de 200 toneladas en una sola operación de pesca) se transfiere a alguna de las denominadas «granjas de engrase», que han proliferado sin control en el Mediterráneo. Allí, el atún es alimentado durante 6-8 meses, antes de ser sacrificado y exportado al potente mercado japonés de sushi.

Grandes cerqueros industriales utilizando datos satelitarios, avionetas Cessna y Partenavia escudriñando el Mediterráneo (todo) en busca de atunes reproductores, remolcadores trasladando atunes vivos durante cientos de millas hasta las granjas, granjas en los lugares más ignotos de la costa mediterránea, enormes buques congeladores —reefers— de miles de toneladas de capacidad recorriendo el Mediterrá- neo y cargando atún rojo, palangreros asiáticos… Todo un aparato de exterminio al servicio de las multinacionales japonesas, con la necesaria connivencia de los gobiernos y empresarios locales (armadores y granjeros).

No es sorpredente, pues, que difícilmente pueda hallarse en el mundo un caso más conspicuo y paradigmático de pesca ilegal abundantemente documentada. El atún rojo se gestiona internacionalmente a través de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico, conocida por sus siglas en inglés ICCAT. Durante los últimos 4 años, la pesquería del Mediterráneo y Atlántico Este ha estado regulada por una cuota máxima anual total (o TAC) de 32,000 toneladas, a repartir entre las diferentes partes contratantes de ICCAT. Este TAC se fijó en 2002 a un nivel superior al recomendado por los propios científicos de ICCAT, que ya entonces alertaron que unas capturas anuales superiores a 25,000 toneladas implicarían un declive del maltrecho stock de atún rojo.

La sobrecapacidad tanto de la flota industrial de cerco como la de las granjas de engrase con respecto al potencial de explotación sostenible del stock es patente. Es ilustrativo que la capacidad conjunta de estabulación de las granjas de engrase mediterráneas oficialmente declarada al ICCAT se sitúe en torno a las 60.000 toneladas, rebasando ampliamente la cuota total anual de captura. En cuanto a la capacidad de las flotas, un detallado estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)(1) hecho público en el verano de 2006 demostró que las capturas reales en esta pesquería se sitúan en torno a las 50.000 toneladas anuales, un 56% por encima del TAC. Este resultado fue validado poco después por el propio comité científico del ICCAT, a través de un estudio independiente que desembocó en una estimación de capturas idéntica a la obtenida por el WWF. En suma, 72.000 toneladas de atún rojo han sido pescadas ilegalmente (por encima de la cuota) durante los 4 últimos años, durante la implementación del último plan de gestión multianual establecido por el ICCAT para esta especie, de obligado cumplimiento para todas las partes contratantes.

Como demostró el estudio de WWF la fuente principal de capturas ilegales en esta pesquería son las propias flotas comunitarias, particularmente la flota francesa. De hecho, por vez primera el gobierno francés reconoció en 2006 que las capturas francesas superaron en 2005 la cuota nacional en más de 2.000 toneladas. Todas las fuentes indican, sin embargo, que las capturas reales por la flota francesa se sitúan en torno a las 15.000 toneladas anuales, más del doble de su cuota nacional. Parte de esas capturas las efectúa una flota reabanderada en Libia pero bajo control efectivo francés, que faena en uno de los últimos santuarios para la reproducción del atún rojo Atlántico: las cálidas aguas del Golfo de Sirte. En realidad, la pesca-engrase-comercio del atún rojo en el Mediterráneo ha sufrido en los últimos años un proceso de integración y se encamina hacia el oligopolio (si no monopolio), liderado por las multinacionales japonesas (particularmente Mitsubishi) que establecen alianzas firmes con armadores locales y grandes industriales que controlan el engrase del atún en las granjas. De hecho, estas compañías son a menudo copropietarias de las granjas y de los gigantescos reefers que surcan el Mediterráneo en pos del atún que será conducido directamente a los mercados orientales. Más importante aún, estas compañías controlan el acceso al mercado japonés del producto y regulan los precios a través del enorme stock de atún rojo ultracongelado almacenado en Japón y otros países asiáticos. Sólo ello explica como uno de los productos más apreciados de la gastronomía japonesa se paga en torno a los 3 euros por kilo en origen.

2006 ha sido un año clave para el atún rojo. Probablemente será recordado como el año en que se sentenció su extinción comercial y ecológica. En el verano de 2006 el comité científico del ICCAT realizó una evaluación de su población que encendió la luz roja entre la comunidad científica: la tasa de mortalidad por pesca sobre los reproductores se había triplicado en tan solo 4 años y el stock se encaminaba irremisiblemente hacia el colapso si no se adoptaban medidas decididas para evitarlo. En el que fue el informe científico más claro y contundente de cuantos haya realizado el comité científico del ICCAT, éste proponía 3 elementos clave para evitar que el atún rojo siguiera la triste senda del bacalao de Terranova, extinto comercial y ecológicamente en 1992: 1) cierre de la pesquería industrial (cerco y palangre) durante el período de reproducción, es decir, durante los meses de mayo, junio y julio, 2) aumento de la talla mínima de captura hasta la talla de madurez sexual, es decir, 30 kg y 3) una cuota máxima de capturas de 15.000 toneladas (es decir, menos de un tercio de las capturas reales actuales). La alarma por la situación del atún rojo llegó incluso hasta el Parlamento Europeo, a través de una inusual sesión de su Comité de Pesca en septiembre dedicada en exclusiva a analizar la situación de esta pesquería.

Así las cosas, la reunión plenaria del ICCAT de finales de noviembre en Croacia constituía la última oportunidad para salvar la especie. Pese a ello, la delegación de la Unión Europea (que controla la pesquería, con una cuota equivalente a más del 60% del TAC total) impuso, con el concurso de Japón y otros países productores mediterráneos, un mal llamado «plan de recuperación» carente de fundamento científico,(2) diseñado a la medida del holding de Mitshubishi y sus aliados mediterráneos. Durante la reunión se llegó al extremo de que el propio presidente del comité científico de ICCAT desautorizó el plan propuesto, al señalar que su aplicación llevaría el stock al colapso. Aún así, y por primera vez en la historia de ICCAT, una votación a puerta cerrada determinó el desenlace: el plan de la UE —un verdadero «plan de colapso»— fue aprobado, pese a los votos contrarios de Estados Unidos, Canadá y Noruega. Dada la altísima cuota adoptada (29.500 toneladas para 2007, el doble del nivel recomendado científicamente) este último país solicitó que le fuera asignada una cuota nacional con la intención declarada de dedicarla a propósitos de conservación (no pescarla), petición que le fue denegada a instancias de la delegación de la Unión Europea. La delegación europea rechazó también la creación de un grupo de trabajo para investigar el origen de las decenas de miles de toneladas capturadas ilegalmente ene los últimos años e incluso consiguió imponer una amnistía para aquellos países que sobrepasaron sus cuotas durante los últimos años.

El atún rojo vive posiblemente sus últimos años como componente clave del ecosistema marino mediterráneo. Paradójicamente, las organizaciones regionales de gestión pesquera que gestionan recursos de túnidos en todo el mundo, entre ellos ICCAT, se reúnen en Japón en enero de 2007 para «acordar medidas conjuntas para evitar el declive sostenido registrado en la poblaciones mundiales de atunes». Sentados en esa reunión de alto nivel se hallarán los mismos que sentenciaron a muerte el atún rojo en Croacia. WWF despidió la última reunión del ICCAT con un parlamento en el que constataba amargamente que «ICCAT ha dejado de ser el organismo válido desde el que velar por la conservación del atún rojo». Esta lamentable certeza —que anuncia el fracaso del sistema internacional de governancia de las pesquerías- no deja más opción que explorar la vía del cierre de los mercados internacionales (en sus dos vertientes, el boicot activo por parte de consumidores y compradores y la inclusión del atún rojo en el Apéndice I de la lista del acuerdo CITES-3-), para intentar evitar lo que hoy parece inevitable.

Para más información: www.panda.org/marine/tuna.

* Director del Programa de Pesca, WWF Programa Mediterráneo, WWF International (studela@atw-wwf.org)

1 El estudio «The plunder of bluefin tuna in the Mediterranean and East Atlantic in 2004 and 2005 — Uncovering the real store» fue realizado para WWF por la consultora ATRT y puede descargarse desde la página web: http://www.panda.org/about_wwf/where_we_work/ mediterranean/about/marine/bluefin_tuna/bluefin_tuna_news/ index.cfm?uNewsID=75040.

2 Básicamente consiste en un cierre para el cerco entre el 1 de Julio y el 31 de diciembre, que excluye los meses clave de mayo y junio, cuando la mayor parte del stock reproductor es capturado, además de un aumento de la talla a 30 kg, completamente devaluado debido a las numerosas derogaciones que de hecho legalizan las pesquería de juveniles, y un TAC de 29.500 toneladas en 2007, que debe disminuir hasta las 25.500 toneladas en 2010.

3 Un intento por parte de Suecia de incluir el atún rojo en la lista CIES en 1992 concluyó con la retirada de la propuesta a cambio del compromiso firme por parte de ICCAT de ejercer una gestión eficaz del stock.

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