• Editorial: Virus, Barcelona
  • Año: 2020
  • Páginas: 205
  • Idioma: Español
  • ISBN: 978-84-92559-91-6
  • Crítica del libro: Marc Gavaldà*

Palabras clave: Ecofascismo, ltraderecha, nazismo

Keywords: Ecofascism, nazism, Far Right

 

Imagen 1: Portada del libro Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia alemana. Fuente: viruseditorial.net

Nos encontramos sin duda ante un libro incómodo que cuestiona el pedigrí humanista del ecologismo. Un siglo atrás, introduce Staudenmaier, el nazismo bebió de un misticismo encarnado en el movimiento Völkisch, una corriente cultural que unía el etnocentrismo con el misticismo naturista. La Liga Monista Alemana de Haeckel se agarró de ella y desarrolló un peculiar modelo de filosofía social darwiniana. Estaban puestas las bases para la aplicación directa y cruda de categorías biológicas sobre el ámbito social. A partir de ahí, los autores sortean diferentes personajes de la maquinaria nazi (Heackel, Heidegger, Darré, incluso Rudolf Hess) que aportaron al nazismo una corriente mística que, paradójicamente, apostaba por el retorno a un campo impoluto alemán, al tiempo que se aceleraba la construcción y modernización de un Estado industrial. Los autores nos advierten que no era un mero hecho de greenwashing nazi y ni siquiera se podría perdonar a estos ecofascistas por ingenuidad, pues colaboraron desde dentro con el Tercer Reich:

La «rama verde» del NSDAP no era un grupo de idealistas inocentes y confundidos ni de reformadores que luchaban desde dentro; eran promotores y ejecutores conscientes de un vil programa explícitamente dedicado a una violencia racista inhumana, una represión política masiva y una dominación militar mundial. […] su configuración de las políticas medioambientales fue directa y sustancialmente responsable del asesinato directo y planificado (págs. 46-47).

Las bases del nazismo, insisten, se cultivaron en un ecologismo reaccionario que perseguía la aplicación de un «orden natural» para combatir la denigración de la humanidad. Cuando se aboga por un orden natural justificado y cargado ideológicamente, advierten, no se deja espacio para el compromiso; sus exigencias son absolutas.

El libro se sustenta en un lecho de pie de notas amplísimo —casi tanto como el propio texto— para referenciar afirmaciones que pueden hacer doler los ojos al lector y que, por supuesto, han generado polémica.

Los autores investigan las implicaciones de la ideología del orden natural sustentada por el nazismo para justificar sus políticas racistas y cómo desde sus comienzos la ecología se vinculó a un marco político intensamente reaccionario. Uno de estos puentes que el fascismo tendió al ecologismo fue la adopción de los postulados de Rudolf Steiner, cuyos métodos de agricultura biodinámica, practicados por muchos agroecólogos hoy día, no solo aclamaron los círculos nazis, sino que el mismo aparato de las SS los implementó.

Esto conduce inevitablemente a criticar la poca atención que esta realidad ha recibido entre los historiadores. ¿Por qué se trata de ocultar el compromiso del nazismo con la naturaleza? Para bien o para mal, nos recuerdan, la historia de las ideas es mucho menos limpia y ordenada de lo que nos gustaría, y las fantasías raciales unidas a ellas y a los idilios ruralistas no pueden borrarse mediante una redefinición de los términos. Que las políticas del nazismo para aplicar la agricultura orgánica no fueran del todo efectivas no quita peso a la evidencia del alto grado de apoyo nazi a la agricultura biodinámica, a pesar de la enorme resistencia de muchos historiadores, que han negado o suavizado la importancia de este tema.

Por eso, nos advierten una y otra vez, debemos combatir un eslogan de algunos verdes contemporáneos: «No somos de derechas ni de izquierdas, sino que vamos hacia adelante»; un lema históricamente ingenuo y políticamente venenoso. Porque la simple orientación «ecológica» fuera de un marco social crítico es algo peligrosamente inestable. La historia de la ecología fascista, desarrollada por Janet Biehl y Peter Staudenmaier, demuestra que, bajo las condiciones adecuadas, dicha orientación puede conducir rápidamente a la barbarie.

Aunque la tendencia autoindulgente del ecologismo se niegue a aceptarlo, los autores insisten en que ha existido una disposición autoritaria y nacionalista del ecologismo en muchos contextos dispares, y estos factores son objeto legítimo de crítica, como lo son también las raíces burguesas de gran parte del conservacionismo dominante y los orígenes coloniales e imperialistas de algunas propuestas y prácticas ecologistas.

Medio siglo después del horror, nuevos partidos de la ultraderecha alemana (pero también inglesa y de otros países) se agarran de nuevo a fuentes argumentales neopaganas y esotéricas, como la antroposofía, para modernizar y justificar su discurso del odio hacia lo extranjero. El contexto de erosión económica y desafección política favorece que grupos neofascistas consigan representación electoral. Estos actualizan en sus programas los temas nacionalistas, místicos y misántropos de la vieja derecha en un intento de modernizar el fascismo. Entre estos rescates del desván, se encuentra una interpretación derechista de la ecología como un giro ideológico para organizar la escena neofascista y de extrema derecha.

De nuevo acecha el peligro y hay que combatirlo, porque la apropiación y tergiversación del discurso ecologista puede favorecer la captación de la población por el discurso neofascista emergente. En tiempos de una crisis global y sistémica que mueve los cimientos de la civilización, esta lectura nos alerta del peligro de la ambigüedad política que algunos atribuyen al ecologismo.

* Profesor de Ciencias Ambientales en la UAB y miembro del colectivo Alerta Amazónica http://alertamazonica.wordpress.comE-mail: marc.gavalda@uab.cat

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