José Sandoval Díaz* y Francisco Astudillo Pizarro**

 

Resumen: La resiliencia se ha instalado como una categoría nodal para explicar la adaptación humana al cambio climático. El presente trabajo explora la relación dialéctica entre la producción de vulnerabilidad y la emergencia de la resiliencia comunitaria ante eventos extremos, a partir del estudio del caso de Paipote, en Chile. A modo de conclusión, afirmamos la importancia de reconocer el papel de la resiliencia de las comunidades territorializadas y su componente normativo de resistencia ante la (re)producción de la vulnerabilidad, y señalamos que su análisis debe ir acompañado de la reducción de las injusticias espaciales y ambientales de los lugares de (multi)riesgo.

Palabras clave: resiliencia, resistencia, comunidades, cambio climático, peligros naturales

 

Abstract: Resilience has been installed as a nodal category in the explanation of human adaptation to climate change. This paper explores the dialectical relationship between the production of vulnerability and the emergence of community resilience in the face of extreme events, studying the Paipote’s case, Chile. In conclusion, we affirm the importance of recognizing the role of the resilience of territorialized communities, and their normative component of resistance to the (re) production of vulnerability, understanding that their analysis must be accompanied by the reduction of spatial injustices and (multi) risk. environmental sites 

Keywords: resilience, resistance, communities, climate change, hazards

 

 

Introducción

En la era del Capitaloceno (Moore, 2016) y en el contexto de las trayectorias extractivas latinoamericanas, se ha intensificado la exposición y susceptibilidad ante eventos extremos, lo que ha conllevado la (re)producción progresiva e intensiva de injusticias espaciales y ambientales. En términos de exposición, debido a sus características geomorfológicas particulares, América Latina presenta un alto riesgo de desastre, intensificado por el cambio climático. Se incrementan así la presencia, la magnitud y la severidad de los daños ante eventos climatológicos extremos (IPCC, 2014). Por otro lado, con respecto a la susceptibilidad, debido al desarrollo geográfico desigual, la región sufre una histórica vulnerabilidad (neo)colonial que se manifiesta en forma de pobreza, desigualdad, racismo estructural, opresión patriarcal y construcciones habitacionales en zonas degradadas informales, todo lo cual intensifica aún más el riesgo de desastre socionatural (Wisner et al., 2004).

Con este marco estructural, el presente trabajo busca analizar la aplicación de las nociones de resiliencia y/o resistencia a la luz de las dinámicas de movilización tras el desastre, por parte de la comunidad de Paipote,[1] Chile. Analizamos las tácticas y estrategias desplegadas frente a las injusticias espaciales y ambientales, vinculadas a la distribución desigual de riesgos derivados de la marginación urbana, la colindancia de industrias extractivas y el cambio climático, a la luz del acontecimiento aluvional del 25-M.

Paipote (que en lengua mapuche se traduce como «melancolía del desierto») ha vivido una sentida historia de marginación territorial, con una larga lucha para convertirse en comuna[2] autónoma y así dejar de ser solo el patio trasero capitalino. Esta marginación se vincula a la distribución desigual de los beneficios de la modernización y de un desarrollo urbano centralista, así como a los costos ambientales del progreso extractivista. En Atacama, región de larga historia minera, los desechos extractivos y relaves abandonados se han acumulado desde la primera mitad del siglo xx. Allí, se concentra el 21,6 % del total nacional, de los cuales ochenta y cuatro relaves mineros se encuentran en Copiapó, lo que representa el 52 % a nivel regional (INDH, 2019). A este sacrificio ambiental, se suma su colindancia con la fundición de cobre Hernán Videla Lira, la cual ha provocado constantes episodios de contaminación del aire, impactando en la salud poblacional.

 

Resiliencia o resistencia ante desastres

El dispositivo discursivo-practico de la resiliencia se ha instalado en una amplia gama de disciplinas, instituciones y normativas vinculadas al cambio climático, bajo una justificación «preventiva, adaptativa y afirmativa» de la respuesta y recuperación de las comunidades expuestas-susceptibles a este. Esta perspectiva agentiva de bottom-up, identifica distintas disposiciones y capacidades autogestionadas, tales como a) conocimientos, experiencias y memoria colectiva; b) percepción y aceptación del riesgo; c) empoderamiento, y d) capital social (Sandoval et al., 2018). Sin embargo, esta noción no ha estado exenta de críticas, tanto por sus supuestos, formas de evaluación e implicancias prácticas-gubernamentales (Manyena, 2006). Desde perspectivas críticas, se la concibe como un nuevo dispositivo de gobierno para desplazar las nociones pesimistas de la vulnerabilidad social (Macías, 2015) y la distopía del desarrollo sustentable (Fernández y Ruiz-Godoy, 2017). Así los discursos neoliberales del riesgo se trasladan hacia la población, retraduciendo psicopolíticamente la simbología de la (auto)seguridad del Capitaloceno a escala territorial y subjetiva (Evans y Reid, 2016). Esta lectura resilientista, en clave de ave fénix, no sólo desplaza el foco desde las condiciones procesales de la vulnerabilidad estructural hacia las capacidades de afrontamiento locales (las cuales son romantizadas eufemísticamente), sino que también, (i) instituye una especie de gatopardismo en la gestión del cambio climático, es decir, “cambiar todo (desde el discurso institucional hacia lo comunitario) para que nada cambie (mantención del modelo de Desarrollo)”, lo que a su vez conlleva, la (ii) domesticación (criminalización) de las practicas normativas de resistencia glocales ante la dominación y explotación inmanentes en el Capitaloceno.

 

El aluvión del 25-M

En la última década, Atacama, la región con el desierto más árido del planeta, se ha visto expuesta a inusuales eventos climatológicos. En ese marco, las lluvias del 25 de marzo de 2015 provocaron masivos aluviones e inundaciones; arrastraron gran cantidad de agua, basura y relaves mineros, y enterraron la ciudad bajo una capa de sedimentos de treinta y un centímetros (imágenes 1 y 2). En cuanto a su afectación, en la región se registraron veintidós personas fallecidas, veintiocho mil damnificados y dos mil viviendas destruidas, con un impacto económico superior a los cuarenta y seis millones de dólares (Izquierdo et al., 2018).

Imagen 1. Paipote bajo los aluviones del 25-M. Autor: Camilo Prats (2015).

Imagen 2. Vivienda de Paipote bajo el aluvión del 25-M. Autor: Camilo Prats (2015).

Se inundaron amplios sectores de la localidad y se destruyó completamente un sector residencial colindante a la quebrada, debido al estrangulamiento del cauce por un puente ferroviario abandonado, sumado a la falta de mantenimiento de la obra de mitigación la Defensa (imagen 3).

Frente a los argumentos del Estado y el mercado, que apuntaban a señalar a la naturaleza y al cambio climático como los causantes del desastre, las comunidades centraron sus críticas en los factores sociopolíticos de la vulnerabilidad y en las responsabilidades gubernamentales. Así surgió la narrativa «la Defensa no nos defendió», que sintetiza la crítica política-tecnológica al (des)ordenamiento territorial previo. Esta construcción de concienciación y de sentido subjetivo socionatural, sumada a la indignación por el papel de las autoridades antes y después del desastre, conllevó la emergencia de nuevas disposiciones y prácticas territoriales de resistencia y resiliencia entre los vecinos del sector.

Imagen 3. Mapa de la afectación aluvional del sector de Paipote. Fuente: Astudillo y Sandoval (2019).

Fue así como los conflictos distributivos latentes se vieron intensificados por el desastre, lo que posibilitó la emergencia de comunidades en movimiento, que se expresaron mediante el despliegue de acciones de autoaprendizaje y autoorganización (Zibechi, 2007) tanto tácticas —protestas sociales de tipo espacial y virtual— como estratégicas —vinculadas a la demanda de una jurisdicción independiente de Copiapó, cuya concreción se logró en este año 2019—.

En la etapa de reconstrucción, a nivel gubernamental se planteó como solución la expropiación residencial y el posterior desplazamiento poblacional, esto debido al alto grado de exposición ante potenciales inundaciones. Dicha decisión unilateral se legitimó con procedimientos técnicos-jurídicos, de tal modo que se soslayaron los sentidos subjetivos del habitar y se expresaron asimetrías del saber-poder entre la verdad topográfica de los técnicos expertos y la encarnación de la topofilia comunitaria (Escobar, 2005; Tuan, 2007). Sin embargo, dicha medida fue resistida por la comunidad organizada y movilizada tanto en el espacio público (plaza local y calle) como en el mundo virtual (Facebook y WhatsApp), que permitieron organizar, deliberar, coordinar y transformar la ira en indignación y esta en esperanza colectiva, hasta lograr detener la expropiación (Castells, 2012). Las prácticas de resistencia ante el desplazamiento se legitimaron colectivamente bajo el sentir y el pensar de la accesibilidad a servicios cotidianos y el apego al lugar, dado que la mayoría había nacido y crecido allí, priorizando así el derecho a seguir en el barrio al mero (sobre)vivir sin riesgo de potenciales inundaciones (Sandoval y Fava, 2016). No obstante, si bien las comunidades han ganado su derecho a elegir donde habitar, a la fecha del presente escrito, esto no se ha visto acompañado de medidas de reducción de la vulnerabilidad estructural, ni tampoco de fortalecimiento de las capacidades territoriales ante potenciales riesgos socionaturales.

En síntesis, Chile se encuentra bajo un contexto histórico de (re)producción de riesgos socioespaciales construidos por la acumulación por desposesión extractivista y el (des)ordenamiento territorial vulnerabilizador, a lo cual se suma el creciente impacto de inusitados eventos climatológicos extremos asociados al cambio climático. Para el caso de estudio, estos últimos fungieron como una especie de acontecimiento subjetivante (Badiou, 1999), el cual posibilito la movilización de las propias comunidades afectadas, quienes apuntaron no sólo a la responsabilidad sociopolítica ante la ausente reducción histórica de la vulnerabilidad territorial, sino también, hacia la desnaturalización del discurso institucional que identificaba como único actante responsable al «impredecible clima», (re)visibilizando así la ecologización socioambiental de las relaciones de poder asimétricas que han construido las (in)decisiones, (in)acciones y materializaciones (re)productoras de la vulnerabilidad ante el cambio climático (Astudillo y Sandoval, 2019).

 

Conclusiones

La resiliencia comunitaria es la expresión agentiva-territorial del proceso riesgo-desastre, y se traduce en la concienciación de lo socionatural, la emergencia de nuevos sujetos ecopolíticos y el fortalecimiento del tejido comunitario basado en el apego al lugar, así como el relevo de capacidades de afrontamiento fundadas en saberes, memoria colectiva, percepción y aceptación diferenciada de riesgos entre comunidades y burócratas expertos. A su vez, la resistencia, comprendida como dimensión normativa de la resiliencia, juega un rol central en la potencial transformación de injusticias espaciales/ambientales y en la reducción de la vulnerabilidad de los lugares habitados. Sin embargo, este énfasis en las comunidades como agentes a empoderar o empoderados no debe confundirse con la autogestión del sujeto como empresario de sí promovida por el dispositivo resilientista del Capitaloceno. Por tanto, se debe reconocer que existen límites respecto a lo que pueden lograr estas comunidades por sí solas, ya que varios de los factores subyacentes de riesgo resultan de procesos históricos-estructurales de desarrollo desigual que escapan del poder local de los territorios resilientes-resistentes.

 

Referencias

Astudillo Pizarro, F., y J. Sandoval, 2019. «Justicia espacial, desastres socionaturales y políticas del espacio. Dinámicas sociopolíticas frente a los aluviones y proceso de recuperación en Copiapó, Chile». Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 28 (2), pp. 303-321.

Badiou, A., 1999. El ser y el acontecimiento. Buenos Aires, Manantial.

Castells, M., 2012. Redes de indignación y esperanza: los movimientos sociales en la era de Internet. Madrid, Alianza.

Escobar, A., 2005. Más allá del Tercer Mundo. Globalización y diferencia. Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología.

Evans, B., y J. Reid, 2016. Una vida en resiliencia: el arte de vivir en peligro. Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica.

Fernández, L., y J. Ruiz-Godoy, 2017. «La evolución discursiva de la sostenibilidad a la resiliencia: ¿un problema ético?».  Ecología Política, 53, pp. 34-38.

Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), 2019. Informe Misión de Observación Copiapó y Tierra Amarilla. Región de Atacama, 17 al 20 diciembre 2018. Disponible en: https://bibliotecadigital.indh.cl/bitstream/handle/123456789/1184/observacion-atacama.pdf?sequence=1, consultado el 12 de noviembre de 2019.

Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), 2014. Climate change 2014: Impacts, adaptation, and vulnerability. Disponible en: https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg2/, consultado el 12 de noviembre de 2019.

Izquierdo, T., M. Abad, B. Justo et al., 2018. «El evento hidrometeorológico del 25-M en la ciudad de Copiapó: análisis de la inundación y los daños en el casco urbano». En: G. Vargas, S. Pérez y P. Aldunce (eds.), Aluviones y resiliencia en Atacama: construyendo saberes sobre riesgos y desastres. Santiago de Chile, Social-Ediciones, pp. 117-135.

Macías, J., 2015. «Crítica de la noción de resiliencia en el campo de estudios de desastres». Revista Geográfica Venezolana, 56 (2), pp. 309-325.

Manyena, S., 2006. «The Concept of Resilience Revisited». Disasters, 30 (4), pp. 434-450

Moore, J., 2016. Anthropocene or Capitalocene? Nature, History, and the Crisis of Capitalism. Oakland, PM Kairos.

Sandoval, J., y D. Fava, 2016. «Significados y vulnerabilidad social ante el terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010: la dimensión subjetiva desde los “damnificados”». Summa Psicológica, 13 (2), pp. 23-32.

Sandoval, J., L. Rojas, M. Villalobos et al., 2018. «De organización vecinal hacia la gestión local del riesgo: diagnóstico de vulnerabilidad y capacidad». Revista INVI, 33 (92), pp. 155-180.

Tuan, Y., 2007. Topofilia: un estudio sobre percepciones, actitudes y valores medioambientales. Santa Cruz de Tenerife, Melusina.

Wisner, B., P. Blaikie, T. Cannon et al., 2004. At Risk: Natural Hazards, People’s Vulnerability and Disasters. Nueva York, Routledge.

Zibechi, R., 2007. Dispersar el poder. Quito, Abya Yala.

* Centro Estudios de Ñuble, Universidad del Bío-Bío, Chillán, Chile. E-mail: jsandoval@ubiobio.cl.

** Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Santa Fe, Argentina.

[1]. Paipote es una localidad de veinte mil habitantes, ubicada a ocho kilómetros de Copiapó, la capital de la región de Atacama. (En Chile, las divisiones politicoadministrativas subnacionales de denominan regiones).

[2]. La comuna es el territorio de autoridad de un municipio, división político-administrativa básica.

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