En Guatemala, desde los Gobiernos militares de la segunda mitad del siglo xx, el ejército buscó dominar el territorio nacional con el objetivo de suprimir el movimiento insurgente y controlar a la población. Su política genocida, bajo la estrategia contrainsurgente, arremetió particularmente contra la población indígena maya y alteró drásticamente la vida de las comunidades.
En este texto se analizan los efectos de la militarización en los territorios y cómo, mediante ella, se sentaron las bases para el extractivismo de posguerra en el que los proyectos hidroeléctricos y de extracción minera y petrolera forman parte de las políticas que integran un solo proyecto contrainsurgente de largo alcance que asegura riqueza para las clases dominantes y los altos mandos militares mediante el acaparamiento de tierras, agua y bosques.
