A inicios de este mes de junio tuvo lugar la X Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, organizada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Formamos parte del mismo como grupo de trabajo Ecologías Políticas desde al Sur/Abya-Yala, uno de los más antiguos del Consejo que este año ha cumplido sus primeros 25 años de existencia.
En ese contexto de celebración, tuvimos la ocasión de compartir con nuestro colega y fundador del grupo de trabajo, Joan Martínez Alier, una amena charla sobre la trayectoria de la ecología política latinoamericana en este cuarto de siglo. De las ideas y reflexiones de ese encuentro, así como de las inspiradoras contribuciones que conforman el número, surge este artículo editorial.
Un corpus en movimiento
En casi tres décadas, la ecología política latinoamericana y caribeña ha demostrado ser mucho más que un conjunto de conceptos teóricos; es una fuerza viva, en constante evolución y diálogo con los desafíos globales. Desde sus raíces en las luchas por la justicia ambiental y social, ha generado ideas fecundas que han resonado más allá de nuestras fronteras: pasivos ambientales, zonas de sacrificio o deuda ecológica son algunos de los conceptos que han transformado la manera de entender las relaciones entre economía, sociedad y naturaleza en el Sur global, más allá de la tradición de la teoría de la dependencia o los estudios críticos del desarrollo.
El comercio ecológicamente desigual y la crítica al desarrollo, influenciados por pensadores como Samir Amin y Celso Furtado, han sido aplicados a contextos africanos, mientras que las nociones de extractivismo, neoextractivismo y consenso de los commodities, originadas en las reflexiones de Stephen Bunker, Maristela Svampa y Eduardo Gudynas, han encontrado eco en Asia y África. Estos diálogos entre los Sures profundizan nuestro entendimiento de las consecuencias de un sistema extractivista global, evidenciando vínculos entre regiones y perspectivas que enriquecen las luchas por la justicia ambiental. La idea de la «yasunización», por ejemplo, conecta nuestras luchas con movimientos en Nigeria como «Leave Oil in the Soil and Leave Coal in the Hole», liderado por figuras como Nnimmo Basse, lo que hace evidente que las luchas por la justicia ambiental trascienden fronteras.
Las luchas y los giros político-epistémicos
Desde los movimientos agraristas hasta la agroecología y la soberanía alimentaria impulsada por movimientos como el MST, las luchas latinoamericanas han experimentado una ecologización que ha marcado un giro político-epistémico. Este cambio no solo está redefiniendo las formas de lucha, sino también los lenguajes de valoración y las ontologías en juego. Las nociones de cuerpo-territorio, colonialismo verde y derechos de la naturaleza dialogan con los feminismos indígenas, negros y comunitaristas, creando un pluriverso en el que los lenguajes relacionales cobran vida y la reexistencia de los pueblos de la Tierra se configura en camino de transición.
El ecofeminismo latinoamericano, con su fuerza transformadora, resiste no solo las estructuras patriarcales y extractivistas, sino también los intentos de criminalización de las luchas. Este movimiento se ha convertido en un eje fundamental de las resistencias, así como en un puente para el intercambio epistémico y sentipensante con otras regiones del Sur Global.
Criminalización de las luchas y resistencias estratégicas
Uno de los mayores retos que enfrentan los movimientos socioambientales en América Latina es la creciente criminalización de las luchas. Activistas y comunidades que defienden sus territorios chocan con amenazas legales, físicas e incluso la pérdida de vidas. Sin embargo, estas resistencias han revelado estrategias innovadoras que van desde la articulación internacional hasta la creación de redes de solidaridad y apoyo mutuo. El cuerpo-territorio se convierte en una poderosa comprensión y práctica que une lo personal y lo colectivo en una lucha por la dignidad, la justicia y la preservación de todas las formas de vida.
Desafíos y resignificaciones
La ecología política latinoamericana no es un corpus acabado ni estático. Cada contexto le otorga nuevos matices y resignificaciones, lo que permite el diálogo con otras luchas y construcciones. Desde la articulación de los efectos territoriales de la extracción de grandes consorcios multinacionales en países del Sur Global hasta las reflexiones sobre colonialismo verde en África, cada paso en esta trayectoria amplía el horizonte de posibilidades para construir sociedades más justas y sustentables.
La ecología política latinoamericana no solo enfrenta los desafíos locales, sino que dialoga activamente con las luchas globales, y ofrece herramientas críticas, conocimientos transformadores y horizontes de sentido alternativos. En este camino, la resignificación de conceptos y la creación de nuevos lenguajes son muestra de su vitalidad y relevancia.
Aún falta, sin embargo, abordar áreas que requieren mayor desarrollo en la elaboración conceptual y la práctica de la ecología política. Por citar algunas: la ecología política urbana y periurbana abre caminos significativos para repensar el dualismo urbano-rural, así como la sostenibilidad de las ciudades y su relación con periferias y con la naturaleza. El tratamiento de residuos se presenta también como un tema urgente en la planificación ambiental de nuestras sociedades. De igual manera, la ecología política vinculada al arte emerge como una herramienta poderosa para la sensibilización y la transformación simbólica.
En esta ocasión, la revista Ecología Política ha hecho un llamado a la reflexión sobre la riqueza y la profundidad de estas prácticas y conceptos. El cuerpo-territorio, los derechos de la naturaleza, el diálogo entre los Sures y las ontologías relacionales son semillas de transformación. Que estas páginas sean un espacio para entretejer los saberes y las luchas que nos impulsan a imaginar y construir otros mundos posibles. El número 69 contiene tres artículos de «Opinión», cinco «En profundidad», seis contribuciones «Breves», tres en la sección «Redes de resistencia», un caso de «Referentes ambientales» comunitarios y una «Crítica».
La sección «Opinión» se abre con el artículo «Cuatro recomendaciones para el diálogo de saberes y la conservación biocultural», elaborado por Paula Ungar y colaboradores. Se trata de un texto que expone los resultados del conversatorio «Tejiendo Conocimientos para una Conservación Biocultural», desarrollado durante la Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas que tuvo lugar en Cali (Colombia) en octubre de 2024. El texto destaca que el diálogo de saberes es esencial para la conservación biocultural, con los pueblos indígenas y comunidades locales como protagonistas clave. Sus conocimientos deben integrarse respetando sus territorios, formas de aprendizaje y gobernanza. La colaboración con la academia debe ser equitativa y debe incluir marcos legales que protejan y legitimen sus saberes. Solo así puede asegurarse una conservación verdaderamente inclusiva y efectiva.
Seguidamente, Lucía Linsalata y Huáscar Salazar, en «Necrotización capitalista del tejido de la vida y escalabilidad de la muerte. Reflexiones desde la Amazonía boliviana», proponen un diálogo con la obra de Horacio Machado, referente de la ecología política latinoamericana. A través de la noción de necrotización del tejido de la vida se denuncia la destrucción que implica el capitalismo y que azota a la Amazonía boliviana.
Por último, el artículo «Teología del corazón. Teólogas feministas de Abya Yala», de Jordi López Ortega, expone que la teología feminista de Abya Yala reivindica las prácticas espirituales ancestrales como resistencia al patriarcado y al colonialismo. Desde una perspectiva ecofeminista, explora la espiritualidad, la justicia social y la ecología, encontrando un mensaje liberador en el cristianismo. Las mujeres desafían las estructuras opresoras y desarrollan una «teología del corazón» que une cuerpo, fe y transformación. Este enfoque reinterpreta símbolos sagrados para sanar relaciones sociales y el vínculo con la tierra.
La sección «En profundidad» comienza con el texto de Carlos Tornel «Las contribuciones de Gustavo Esteva a la ecología política: del pluralismo radical al diálogo de vivires», que muestra las importantes aportaciones del «intelectual desprofesionalizado» mexicano a la ecología política latinoamericana al cuestionar la colonialidad del desarrollo y proponer la autonomía de los pueblos y el pluralismo radical frente al capitalismo y la modernidad. Su crítica a la escasez y su noción del «diálogo de vivires» han inspirado importantes alternativas comunitarias. Su legado, arraigado en el zapatismo y las epistemologías del Sur, ayuda a imaginar horizontes poscapitalistas. Asimismo, Gustavo Esteva invitó a escuchar las prácticas cotidianas de resistencia como base para construir un mundo más justo y diverso.
En el artículo «Carlos Walter Porto-Gonçalves: pensador global-local de los principales problemas, conflictos y desafíos de nuestro planeta», Milson Betancourt-Santiago presenta los aportes de Porto-Gonçalves a la ecología política latinoamericana desde la perspectiva de la geografía crítica, con uno de sus puntos de entrada en la tríada analítica territorio-territorialidad-territorialización, que aporta una comprensión de la realidad y sustenta la propuesta de construir una verdadera sostenibilidad de la vida y la dignidad de todos los seres en su gran diversidad.
Otra contribución de la sección es «Cuidados subversivos en el pluriverso de un mundo tentacular», en que Alejandra Bussalleu y Moritz Tenthoff abordan la noción de cuidados subversivos, arraigada en epistemologías del Sur, que redefine el cuidado como un acto político de resistencia. A través de prácticas comunitarias en torno al agua en Perú y Colombia, se destacan nuevas relaciones de poder basadas en la reciprocidad y la interdependencia. Estas experiencias subvierten modelos extractivistas y patriarcales, abriendo espacio para modos de vida que regeneran tanto la naturaleza como la comunidad. El cuidado emerge así como un tejido transformador que entrelaza memoria, solidaridad y vida sostenida en el territorio.
Por otro lado, Freddy Díaz Díaz y Laura Camelo Alvila, en «La arquitectura decolonial como dispositivo transicional. Propuesta epistemológica para las arquitecturas del Sur», discuten cómo la arquitectura decolonial, con enfoques epistemológicos del Sur Global, puede contribuir a la superación de las crisis ecosociales del mundo, permitiendo la transición a sociedades más autónomas, solidarias y armónicas, en contraposición a los modelos desarrollistas.
«Contribuciones de la ecología política feminista latinoamericana a las luchas urbanas por el agua», presentado por Veridiana Emília Godoy, Marina Rago y Vanessa Lucena Empinotti, da cuenta de la potencia transformadora de un pensamiento-acción relacional que responde a las dinámicas de inseguridad hídrica en territorios periféricos urbanos. Con base en las experiencias y las luchas feministas por la justicia socioambiental, desarrollan una comprensión insurgente sobre el acceso al agua y el territorio, la cual se teje de forma multidimensional, esto es, en términos físicos, simbólicos, emocionales y afectivos, así como en su expresión multiescalar, en cuerpo, casa y territorio. Estos procesos políticos denotan la emergencia de conceptos, geografías y cartografías críticas alternativas que trazan caminos para salir del neoextractivismo.
La sección «Breves» se inicia con el texto de Alice Lima Nin acerca de «La reconstrucción sensible de lo político. Pedagogías de retomada y caminos de interdependencia con el río Tapajós (Pará, Brasil)», que presenta experiencias de educación popular como forma de reflexionar acerca de la importancia de crear caminos y lenguajes políticos que reconozcan la interdependencia del río con la red de vida de los más que humanos de su entorno.
En «El Acuerdo Marco Avanzado UE-Chile. ¿Una herramienta internacional de cooperación o de explotación?», Katalina Hesse Schlie y Grettel Navas desarrollan un análisis crítico del discurso de este acuerdo, dando cuenta de las asimetrías de poder en el marco global de abastecimiento de minerales críticos para la transición energética, así como de las contradicciones entre los postulados del desarrollo sostenible y el extractivismo verde de litio en Chile.
Acto seguido, German Zamorano señala, en «Comercio ecológicamente desigual. Emisiones, extractivismo e injusticia climática en las relaciones Norte-Sur», que las relaciones de poder y los patrones de intercambio entre el comercio internacional y las emisiones de gases de efecto invernadero, desde la periferia hacia el centro, reproducen patrones de desigualdad, pero ahora en un contexto de injusticia climática y deuda ecológica.
La sección cuenta también con la aportación de Marcos Todt, Naiara Machado da Silva y Daniel Jeziorny con «Re-existencia popular frente el capitalismo de desastre en Río Grande del Sur, Brasil», donde detallan la organización del Frente Popular de Enfrentamento à Emergência Climática no Rio Grande do Sul (FPE) como ejemplo de praxis de los pueblos oprimidos y contrapunto a las tensiones de la necropolítica y necroeconomía en el sur de Brasil.
Rubén Alfonso Vergara Crespo recuerda, en su artículo «Pensamiento campesino y diálogo de saberes. Aportaciones descoloniales del Sur Global», cómo la investigación liderada por Orlando Fals Borda destacó la importancia de articular el conocimiento científico con el popular para abordar los desafíos del Sur Global. Este enfoque decolonial promovió una agenda pluralista y relacional que impulsa la justicia social y la transformación comunitaria desde perspectivas locales emancipatorias. Se le considera un antecedente importante de la ecología política latinoamericana.
Finalmente, el texto de Vlaclav Masek Sánchez «Fundamentos del ecosocialismo latinoamericano en Mariátegui» destaca la síntesis única que realizó Mariátegui del materialismo histórico, las epistemologías indígenas y el pensamiento anticolonial y antiimperialista en defensa del comunalismo indígena como mecanismo redistributivo, y ofrece un marco decolonial para abordar las crisis ecológicas contemporáneas.
En la sección «Redes de resistencia», Carolina Belenguer Hurtado y Macarena Aguilar exponen los «Feminismos de Abya Yala. Resistencia a la modernidad colonial y construcción de epistemologías alternativas», y ponen en evidencia la relación recursiva entre la práctica política de las luchas por la justicia socioambiental y las propuestas de conocimientos reparadores, en este caso, con énfasis en la dimensión sagrada de los cuerpos-territorios y la ética del cuidado.
Por otro lado, «Arapiuns, río de derechos», de Thaís Isabelle de Oliveira Cardoso, Stéphanie Nasuti y Beatriz Abreu dos Santos, presenta al colectivo de jóvenes activistas Guardiões do Bem Viver en defensa de sus territorios tradicionales y el reconocimiento de los derechos del río Arapiuns, símbolo del vínculo que los une. Su movilización y prácticas políticas surgen de su experiencia vital centrada en sus territorios.
La sección se cierra con la aportación de Felipe Milanez en «Ecología política de las alianzas desde abajo. Confluencias de identidades y luchas en Brasil», donde analiza, desde la perspectiva de la ecología política latinoamericana, las coaliciones entre movimientos socioterritoriales (pueblos indígenas, quilombolas, campesinos y seringueiros) en Brasil, poniendo de relieve la «política de lo común» como articuladora de estas alianzas.
En «Referentes ambientales», Paola Triviño y colaboradores relatan el caso de la Juntanza Natural Patuna en la ZRC Pato-Balsillas, colectivo comunitario que impulsa una propuesta educativa basada en la conexión entre el campesinado, la naturaleza y la memoria histórica. Este enfoque promueve liderazgos sensibles a la justicia ambiental y la reconciliación territorial. La educación popular es clave para superar las violencias epistémicas y ambientales, y fortalece la paz con la naturaleza. Se trata de una iniciativa inédita que inspira la reconfiguración de los territorios rurales a través del diálogo y la acción colectiva.
Para cerrar el número, en «Nuquí y el ritual sonoro de la vida», Ana María Lozano reseña el proyecto del artista sonoro y experto en escucha Leonel Vásquez «Auscultar un territorio de alumbramientos», un recorrido estético y sensible a través de una comunidad de nacimientos en la que se entrelazan cantos de ballenas, de parteras y de manglares. Una bella manera de reconocer las interacciones entre los cuerpos, el agua, los sonidos y el cuidado ancestral.
Aida Luz López, Mariluz Nova, Edna Castro y Vanessa Empinotti
Bogotá, 11 de junio del 2025
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