Con la celebración del número 50 de la revista Ecología Política, Víctor Manuel Toledo exclamaba que “la ecología política llegó para quedarse”. Nuestro propósito es que con este número la ecología política del turismo también haya llegado para quedarse. Hace precisamente veinte años que Joan Buades publicó, en el número 7 de esta revista, el artículo “El turismo como modelo de industrialización: Una guía de costes ecológicos y sociales en el Mediterráneo”. Sin embargo, tanto las reflexiones de Joan Buades como las de otros intelectuales y activistas en torno a la maquinaria turística siguen ocupando un espacio de marginalidad. Una muestra de ello fue el escaso interés que suscitó la sesión de ecología política del turismo en el reciente congreso Undisciplined Environments de la red Europea de Ecología Política (ENTITLE) (Estocolmo, 20-24 de marzo de 2016).

Cabría preguntarnos los motivos por los cuales la cuestión turística ha sido poco abordada por parte de la ecología política. A principios de los años setenta, hubo un relativo auge de los análisis críticos del turismo desde las teorías del desarrollo desigual, que apuntaban al turismo como un vector más del proceso colonizador. Posteriormente, se abandonó esa corriente crítica con la institucionalización académica de los estudios turísticos y la neoliberalización universitaria. Ya entonces, Robert A. Britton aludía a que la mayoría de los investigadores críticos eran reacios a abordar los estudios relacionados con el ocio, presentando una mayor predisposición hacia el estudio de la “industria dura” y del trabajo a ella asociado. De esta manera, Britton señalaba una cuestión clave que se ha mantenido en el mundo académico e incluso en los movimientos sociales: el turismo se ha presentado como una experiencia casi mística, cuando en realidad oculta profundos conflictos sociales y elevadas exigencias de materiales y energía.

Seguramente, esta visión dulce del turismo ha hecho que frente a determinados conflictos socioecológicos muchos movimientos planteen la alternativa turística como el menor de los males. Precisamente esa mirada acrítica sobre la cuestión turística es la que pretende cuestionar este número de Ecología Política. También han surgido luchas contra la turistificación de los espacios, las cuales han demostrado que esta es una industria de despojo. “Monocultivos turísticos” es una de las expresiones de estos movimientos para enmarcar su lucha. Nuestro objetivo en este número es ampliar esta mirada crítica sobre el turismo, entendiéndolo como un excelente laboratorio de las prácticas del capital a escala planetaria, como un campo de pruebas en la sofisticación de los mecanismos de apropiación y transferencia de costes socioecológicos.

Paradójicamente, con el estallido de la crisis de 2008, ha habido un ascenso espectacular del turismo global. En el año 2012, cuando se celebraba la Cumbre de Río + 20, se alcanzaron los 1.000 millones de turistas internacionales, y los lobbies turísticos señalaban el turismo como uno de los principales vectores de la llamada “economía verde”. Según ellos, el turismo era clave para salvar el planeta y el capital. Seguramente, el mayor aumento de los turistas viene de economías todavía en crecimiento, como la de China, y de personas que han conseguido escapar al aumento de la pobreza en la última década. A partir de entonces, se ha vuelto a producir un auténtico tsunami turístico, desatando a su vez múltiples conflictos. Ello ha sido particularmente notorio en el caso del Estado español. La crisis y la nueva burbuja turística han motivado la emergencia de reflexiones críticas y resistencias, que pueden ayudarnos a situar sólidamente el análisis crítico del turismo.

Lejos de tratar el turismo como algo inmaterial, con ausencia de conflictos y apolítico, este número recoge artículos que ayudan a situar la cuestión turística en las coordenadas de la ecología política. La edición de este número ha ido a cargo del trabajo conjunto de Grettel Navas, Macià Blázquez e Ivan Murray. La sección “Opinión” abre este número con dos artículos sobre algunas de las principales discusiones de la ecología política del turismo. Por un lado, el artículo de Rocío Meana, “Extralimitación, decrecimiento y turismo: La necesidad de un cambio de modelo”, vincula la reflexión en torno a la industria turística desde el enfoque del decrecimiento y a una escala planetaria; mientras que el de Ernest Cañada, “Implicaciones socioambientales de la construcción del espacio turístico”, aterriza con las contradicciones y los conflictos vinculados a la producción de los paisajes turísticos.

Para la sección “En profundidad”, contamos con tres excelentes aportaciones. En primer lugar, Robert Fletcher elabora una interesante reflexión acerca del turismo, fusionando las herramientas de la economía política marxista con las de la teoría social postestructuralista, en el texto “Tours caníbales puesto al día: La ecología política del turismo”. En ese artículo, Fletcher se adentra más allá de los conflictos turísticos, para buscar aquellas grietas que puedan ser aprovechadas para la construcción de propuestas postcapitalistas. Alejandro Palafox-Muñoz, con “Turismo e imperialismo ecológico: El capital y su dinámica de expansión. Prefacio para su análisis”, teoriza sobre el turismo como vector de acumulación de capital a partir de la combinación de múltiples enfoques críticos. Finalmente, en “¿El turismo sostenible es un gremlin? De la autogestión local a la gentrificación”, Jordi Gascón analiza las contradicciones que pueden albergar propuestas turísticas alternativas, en este caso cómo el turismo gestionado localmente puede desembocar en un proceso de gentrificación turística.

La sección “Breves” presenta un amplio abanico de artículos que abordan diferentes casos de estudio que podríamos englobar bajo los epígrafes de la ecología política urbana, el turismo rural y los nuevos turismos. Cebaldo De León, en “Resignificación política del manejo de los recursos naturales en una comunidad indígena de Panamá: Los gunas y el turismo”, polemiza sobre la noción del turismo como “oportunidad de desarrollo” en el seno de las comunidades indígenas, abordando dicha cuestión desde el prisma de la disputa por el control del proceso turístico. El artículo “Las contradicciones del turismo residencial en la ruralidad de Baja California Sur, México”, de Diego A. Casas y Nemer E. Narchi, presenta uno de los principales rasgos del proceso de globalización capitalista, caracterizado por la expansión de la movilidad global y el aumento de residentes del Norte global en las periferias del sistema-mundo, dando lugar a lo que se ha denominado turismo residencial. Lirio Azahalia González y Rosalía Vázquez, en “Megaproyectos turísticos y ecoturísticos, del despojo al cercamiento de bienes comunes de comunidades rurales en México”, analizan el papel central que tienen los megaproyectos turísticos en los procesos de mercantilización del espacio y hacen una aproximación crítica al llamado ecoturismo. El texto “El turismo en la defensa del territorio. Evaluación de escenarios territoriales extractivos y no extractivos en Íntag, Ecuador”, de Sara Latorre y Mariana Walter, sintetiza los resultados del análisis multicriterial para defender en este caso el turismo, contrastando dos escenarios potenciales: uno extractivo, con minería de cobre a gran escala, y otro no extractivo, en base al turismo de naturaleza. Maxime Kieffer, en “Elementos de análisis comparativo de dos iniciativas de turismo rural comunitario en Chiapas, México”, aborda uno de los principales temas de debate en las sociedades rurales del Sur global, como lo es el turismo rural comunitario. El artículo de Robin Larismont, “Hacia una ecología política de los negocios agroturísticos en Mendoza, Argentina” investiga la transformación turística de la región de la mano de un proyecto vitivinícola de capital internacional, entendido este proceso como otra faceta del llamado land grabbing.

La sección “Breves” continúa con otras aportaciones, más centradas en los espacios urbanos y costero-marítimos. “Colmatación neoliberal y espacios de resistencia: El centro de Madrid en pugna”, de Casilda Cabrerizo, Jorge Sequera y Pablo G. Bachiller, plantea la creciente turistización de las ciudades, como es el caso de Madrid, así como la emergencia de movimientos que combaten la hegemonía turística. El texto de Rodrigo Machado “Expropiación de la naturaleza y conflictos ambientales: La expansión de los resorts en Brasil” analiza la rápida mercantilización turística del litoral carioca y los múltiples conflictos socioecológicos que la acompañan. Macià Blázquez y Antoni Pallicer, en “Turismo y caciquismo hotelero en las Baleares. La publicación Tot Inclòs y la quiebra del consenso social”, abordan el estudio de una de las grandes áreas turísticas mundiales, el archipiélago balear, el papel de las cadenas hoteleras y la construcción de resistencias. En el artículo de João Camargo “La lucha contra la prospección del petróleo en Portugal: De los NIMBY a los NOPE, del turismo al cambio climático”, se aborda el movimiento ecologista portugués y el ascenso de la movilización contra las prospecciones petrolíferas, con las complejas alianzas que se forman. El autor se interroga acerca de las posibles líneas de fuga hacia las que pueden dirigirse esos nuevos movimientos, desde un enfoque NIMBY (not in my backyard) hacia otros de corte más radical. Finalmente, la sección se cierra con el estudio de María García, de Ecologistas en Acción, que aborda, en “Turismo de cruceros y contaminación del aire”, el enorme impacto de esos gigantes (y piratas) de los mares.

La sección “Redes de resistencia” cuenta con dos casos localizados en Cataluña: “La lucha por el decrecimiento turístico: El caso de Barcelona”, de Hortensia Fernández y Daniel Pardo, ambos de la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible; y “BCN World y la apuesta fallida por el turismo de casinos”, Joan Pons, de la Assemblea Aturem BCN World. El hecho de que aparezcan dos artículos acerca de las resistencias en Barcelona y Tarragona indica la potente explosión turística de la economía catalana y cómo se han ido tejiendo y articulando los movimientos para hacer frente a ese tsunami turístico. Finalmente, la sección termina con un artículo de Catalina Caro y Marcela Gómez que, bajo el título “Colombia: Avances del control territorial indígena frente al turismo en áreas protegidas”, plantea los conflictos en territorios indígenas derivados del binomio turismo-conservación de la naturaleza, concretamente en la sierra Nevada de Santa Marta y en la sierra Nevada del Cocuy.

La siguiente sección, “Referentes ambientales”, cuenta, por un lado, con una amplia entrevista a Ivan Murray titulada “El turismo bajo las lógicas del capital”, en la cual se hace especial hincapié en el metabolismo social del turismo, fusionando los enfoques de la economía ecológica y la ecología política. Y, por otro lado, Joan Martínez Alier, en “Debates latinoamericanos de sociología política”, introduce la figura de la socióloga argentina Maristella Svampa a raíz de la publicación de su último libro, Debates latinoamericanos: indianismo, desarrollo, dependencia y populismo. Joan Martínez Alier nos invita calurosamente a leer y conocer la obra de Svampa, concluyendo que: “Hay que tomarse en serio la Descolonialidad del Saber”. Y Maristella Svampa es una brújula indispensable para transitar en los mapas de la descolonialidad del saber. La reciente visita a Barcelona del geógrafo David Harvey se reseña mediante la contribución de Quim Muntané, vinculando el turismo a la búsqueda de beneficios rentistas y a la volatilidad del consumo de experiencias, en favor de la acumulación de capital, por ejemplo en la realización de megaeventos o en el turismo urbano.

Finalmente, en la sección “Crítica de libros, informes y webs” se presentan los artículos “El despertar de la ecología política del turismo”, de Ivan Murray, y “Esto no es una guía turística. A People’s Guide to Los Angeles”, de Santiago Gorostiza. En el primero de ellos, Ivan Murray hace un análisis crítico sobre dos libros de reciente publicación Political Ecology and Tourism, editado por Sanjay Nepal y Jarkko Saarinen, y Political Ecology of Tourism, editado por Mary Mostafanezhad, Roger Norum, Eric J. Shelton y Anna Thompson-Carr; y también de la reedición del libro Tourism and Sustainability: Development, Globalisation and New Tourism in the Third World, de Martin Mowforth y Ian Munt. Por su lado, Gorostiza plantea el papel que juegan las conocidas guías de viaje en los procesos de mercantilización turística de los espacios, y a partir de la reseña del libro de Laura Pulido, Laura Barraclough y Wendy Cheng nos convida a la lectura de las “otras guías de viaje” para construir otras narrativas y prácticas turísticas.

En definitiva, confiamos que con las contribuciones de este número de Ecología Política, más todas aquellas reflexiones críticas y luchas en curso, la ecología política del turismo empiece a ganar relevancia. Y que, parafraseando a Víctor Toledo, “haya llegado para quedarse”.

Grettel Navas, Macià Blázquez e Ivan Murray

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