Gualter Barbas Baptista y Inés Vieira*

 

El río Zambeze (2.660 km de longitud) es el más grande sistema fluvial que desemboca en el Océano Índico. Con origen en Angola, tiene una cuenca hidrográfica de 1.570.000 km2 , que drenan el sur de la República Democrática del Congo y atraviesan Botsuana, Zambia, Zimbabwe, Tanzania, Malawi y Mozambique. La sección inferior del río penetra en el Complejo Marromeu, a unos 100 km adentro de la costa, y termina en un sistema delta-manglar que se extiende 290 km (Davies et al., 2000). Actualmente hay dos centrales hidroeléctricas en el curso del río, la represa de Kariba, que provee electricidad a Zambia y Zimbawe, y la represa de Cahora Bassa en Mozambique que provee de electricidad a Sudáfrica.

El embalse de Cahora Bassa, cuyo origen se remonta a los años cincuenta del pasado siglo, ha influido durante décadas, y sigue influyendo, en la historia de Mozambique. Iniciado por orden del ministro portugués del Ultramar, el proyecto fue desde sus orígenes apoyado por el régimen dictatorial del Estado Novo (Portugal), por sus potencialidades como símbolo de orgullo patrio y la reafirmación del control sobre las colonias africanas. La argumentación oficial para justificar el proyecto incluía virtudes como el incremento de la irrigación de los suelos, la minería, la mejoría de las comunicaciones y transportes en el río Zambeze, la reducción de inundaciones e incluso la mejoría de la calidad de vida de los habitantes. Pero las verdaderas motivaciones se relacionan también con el dominio colonial de los europeos en África, en un plano general, y con una alianza estratégica entre África del Sur y Portugal en un marco más específico. Esta alianza tornaría más viables las acciones militares y políticas de oposición a la progresión de las fuerzas nacionalistas de Mozambique.

En las décadas siguientes el embalse y las vías de comunicación, indispensables para su construcción y mantenimiento, avanzaron gracias a la mano de obra africana —más barata y disciplinada, vista por los colonos como más útil para trabajos duros, pesados y peligrosos. Con el apoyo del MFPZ (Missión de Fomento y Poblamiento del Zambeze) y de la ZAMCO (consorcio internacional designado para la construcción del embalse, con influencia dominante de África del Sur y de socios como Alemania del Este, Francia, Italia y Portugal), y gracias a la falta de un movimiento sólido que se opusiera a la construcción del megaembalse, Portugal siguió con su emprendimiento. La financiación de su construcción se consiguió gracias a la venta de la energía bruta a bajo coste a África del Sur.

Bajo la inspiración del embalse de Kariba, construido también en el rió Zambeze (con Zambia en la margen norte y Zimbabwe en el margen sur) por iniciativa inglesa, el embalse de Cahora Bassa se diseñó como uno de los mayores embalses del mundo. Con una área de almacenamiento de agua 63.109 m3 de volumen, 2.739 km2 de superficie, 171 m de altura y 2.040 Mw de potencia, el embalse de Cahora Bassa se terminó en 1974. La única evaluación ambiental del proyecto fue realizada en la década de los setenta, cuando el gobierno portugués crea la agencia Missão de Ecologia Aplicada do Zambeze (MEAZ) para estudiar los impactos ambientales del embalse. La evaluación inicial del impacto de la construcción se limitó a la averiguación inicial de las condiciones químicas y biológicas del río Zambeze. El acceso a otro tipo de informaciones fue bloqueado tanto por el gobierno portugués como por la FRELIMO, una vez que éstos pasaron a considerar el proyecto considerado como un símbolo de la modernidad y progreso. Cabe recordar que la finalización del megaproyecto coincidió con la caída del régimen fascista portugués, en 1975. Mozambique dejó de ser considerada como una colonia, iniciando un proceso de independencia, un proceso marcado en la década siguiente por el conflicto armado entre Portugal y el Frente de Libertação Nacional (FRELIMO).

Hoy en día en la ex colonia es visible un panorama negativo en todos los niveles: una tasa de analfabetismo cercana al 90%; la inexistencia de bases industriales propias y de mano de obra especializada; altos niveles de deuda externa; la balanza comercial con África del Sur es extremamente negativa; el desempleo y las tasas de natalidad aumentan; el precio del petró- leo sube; las infraestructuras se deterioran; y el apoyo internacional no existe. A estos aspectos se añaden factores naturales como la sequía y factores político-militares, concretados en el conflicto entre FRELIMO y RENAMO (Resistência Nacional de Moçambique, financiada por África del Sur y Portugal).

IMPACTOS ECOLÓGICOS Y SOCIALES

Junto con el embalse de Kariba, Cahora Bassa ha traído consigo un conjunto de impactos sociales y ambientales para las comunidades y ecosistemas locales y río abajo. Los impactos ecológicos incluyen cambios morfológicos en el río y el área de inundación, perturbaciones de los flujos de sedimentos y nutrientes, ocupación de la sabana en la área de inundación y una pérdida de 40% de los manglares y erosión costera. Se han generado cambios en la irrigación estacional de las comunidades que habitan junto al río, y en los patrones de inundación, igualmente se han reducido los recursos pesqueros. Se estima en un 60% la reducción de las tasas de captura de camarones entre 1978 y 1995. Esta reducción se produce porque la extracción de camarones en la costa de Mozambique está correlacionada con los flujos que entran en el mar desde el río Zambeze, y el embalse provocó la desconexión de las zonas húmedas del canal principal del Zambeze y la reducción de los flujos de sedimentos y nutrientes. Brown & King cuantifican el impacto económico sobre esta actividad debido a la presencia y operación del embalse de Cahora Bassa en 10-20 millones de dólares por año.

El desplazamiento de las comunidades locales ha sido un desastre, generando inseguridad alimentaria y hambre entre los campesinos. Para muchas familias, la pérdida de sus tierras ha creado la necesidad de entrar en el trabajo forzado, subsalariado, que la construcción del embalse les ofrecía. Para muchos de los desplazados las nuevas tierras ya no producían lo mismo que las antiguas tierras de inundación del Zambeze. Desgraciadamente, son escasas las crónicas de la situación e impactos vividos por los desplazados, ya que por considerarse un proyecto militarmente estratégico situado en una área de guerra, las autoridades se niegan a permitir la entrada de periodistas u observadores internacionales.

Según el análisis realizado por Isaacman y Sneddoni, los impactos de los desplazamientos no afectan a todos de igual manera. Los jefes de las comunidades han recibido subsidios del Estado y han tenido la oportunidad de escoger las tierras. Por contra las mujeres campesinas han sufrido más que los hombres ya que tenían más exigencias de trabajo asociadas al trabajo en la casa y en el campo de cultivo. Por otra parte, la mayoría de los hombres han podido escoger entre trabajar en exclusiva en los cultivos o aceptar el trabajo duro de la construcción del embalse a cambio de algunas monedas, opción que las mujeres no han tenido.

Otra cuestión distributiva se plantea en el caso del embalse de Cahora Bassa. Mozambique tiene el mayor potencial para obtención de energía de los países del Sur de África, pero menos de 3% de la población tiene acceso a electricidad. Como resultado de las injusticias distributivas de los beneficios, el gobierno de Mozambique tiene la intención de construir otro embalse —Mphand Nkuma— que genere electricidad para abastecer a su propio país. Según el estudio de impacto ambiental de UTIP, esta nueva central hidroeléctrica será responsable de 125.000 euros de pérdidas anuales de cultivos y causará cerca de 1.400 desplazamientos, con una evaluación de los costes ambientales (resultantes de desplazamientos y compensaciones) de 16,7 millones de euros. Éstos son valores que traducen monetariamente los impactos de un proyecto de 100 km2 , contra los 2.675 km2 de Cahora Bassa. Una vez más queda por saber quien realmente beneficiará con este proyecto de embalse.

REFERENCIAS

BROWN, C. & KING, J. (2006), «Implications of Upstream Water Uses on Downstream Ecosystems and Livelihoods», International Journal of Ecology and Environmental Sciences 32 (1), pp. 99-108.

CASTEL-BRANCO, C. (2002), «Economic linkages between South Africa and Mozambique». Discussion paper, SARPN (http:/ /www.sarpn.org.za).

DAVIES, B., BEILFUSS, R. & THOMS, M. «2000), «Cahora Bassa retrospective, 1974-1997: effects of flow regulation on the Lower Zambezi River», Verh. Internat. Verein. Limnol. 27, pp. 1-9.

GAMMELSRØD, T. (1996), «Effect of Zambezi River management on the prawn fishery of the Sofala Bank», en Water Management and Wetlands in Sub-Saharan Africa. M.C. Acreman; G.E. Hollis (eds). Glanz, Switzerland: IUCNWorld Conservation Union.

ISAACMAN, A. & SNEDDON, C. (2000), «Toward a social and environmental history of the building of Cahora Bassa Dam», Journal of Southern African Studies 26 (4), pp. 597-632.

KAGIANNAS, A., DIDIS, T., ASKOUNIS, D., PSARRAS, J. (2003), «Strategic appraisal of energy models for Mozambique», International Journal of Energy Research 27 (2), pp. 173-186.

UTIP (2002), «Mepanda Uncua and Cahora Bassa North Project Feasibility Study – Final Environmental Impact Assessment». Techical Unit for the Implementation of Hydropower Projects (UTIP), Republic of Mozambique.

* Gualter Barbas Baptista (gualter@gaia.org.pt) y Inês Vieira (inesvieira@gaia.org.pt). Miembros de GAIA – Grupo de Acção e Intervenção Ambiental, Faculdade de Ciências e Tecnologia, 2829-516 Caparica, Portugal.

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