Jesús Ramos Martín*

 

El debate acerca del decrecimiento está fuertemente sesgado desde su origen, pues nace en el mundo occidental y desarrollado. Esto ha hecho que el papel que juegan los países en desarrollo no haya sido analizado en profundidad. Desde un punto de vista ambiental y de economía ecológica, el debate se ha presentado mal, pues se ha puesto el énfasis en el Producto Interior Bruto (PIB) como indicador de progreso de los países. Uno pensaría, sin embargo, que el debate debería girar hacia la relación entre el funcionamiento de nuestras economías y el medio que nos rodea, nuestro uso de recursos.

En los últimos años China ha experimentado un fuerte crecimiento económico en términos de PIB, que ha ido acompañado de un aumento importante en el consumo de energía (véase Figura 1, adaptada de Ramos-Martín y otros, 2007). Estos autores destacaron que gran parte de ese consumo de energía estuvo orientado a la mejora del nivel de vida material (por medio, por ejemplo de un mayor acceso a electrodomésticos), así como a proveer a la nueva fuerza de trabajo que se había ido incorporando a las factorías del capital (maquinaria, utensilios, infraestructura) necesario para su actividad. Algo similar ocurre en el caso de los materiales (Ma y otros, 2006) en donde los aumentos recientes están muy ligados a la producción para la exportación y no solo al consumo interno. Teniendo en cuenta que las exportaciones chinas representan un 36,3% de su PIB, parece evidente que los países desarrollados, como principal mercado chino, son en parte responsables de esos aumentos en el consumo de energía y materiales. Esto es particularmente obvio cuando observamos que China solo representa un 6% del PIB mundial, pero está situada en el tercer lugar en el ranking de comercio internacional elaborado por la Organización Mundial del Comercio,(1) tras Alemania y los Estados Unidos de América, con un 8,02% de las exportaciones mundiales (que en un 49,3% se dirigen a los Estados Unidos, la UE-25 y Japón), lo que nos indica que lo que estamos viendo en la actualidad es una nueva división del trabajo internacional, en la que los países emergentes se están especializando cada vez más en bienes intensivos en recursos naturales, o directamente en productos primarios (Eisenmenger y otros, 2007).

Al plantear el debate de esta manera, el papel de países emergentes como China tiene diversos matices que no se suelen presentar. En la actualidad se nos presenta a China como un nuevo poder colonialista sediento de recursos. (2) Aunque esta imagen es cierta no solo en cuanto a las cantidades de recursos que precisa la economía china para su funcionamiento, sino también en cuanto a las formas en que se obtienen los recursos (véase el caso de Darfur y el petróleo de Sudán), representa solo una cara de la moneda que hoy en día es el comercio mundial y la globalización. Es decir, como cualquier adicción (a las drogas, al petróleo y otros recursos naturales), las medidas de control no deben centrarse únicamente en la oferta (en nuestro caso en las manufacturas chinas que incorporan esos recursos naturales), sino que deben extenderse a la demanda, que en nuestro caso es la creciente dependencia de bienes materiales para satisfacer necesidades inmateriales (Jackson 1999, lo muestra claramente para el caso del Reino Unido) que implica nuestro estilo de vida, más evidente en los países occidentales, pero que está creciendo en los países en desarrollo.

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Al mismo tiempo China está viendo como grandes fracciones de su población están aumentando su nivel de vida material, adoptando como propios los modelos desarrollistas occidentales, basados en una fuerte demanda interna, que solo son compatibles con poblaciones peque- ñas o con una abundancia de recursos naturales, factores, ambos, que no solo se dan en China sino en toda la Tierra. Un ejemplo muy claro se puede ver en el caso de los automóviles. Como se puede apreciar en la Figura 2,(3) en los últimos años ha habido un aumento notable del parque automovilístico, que ha crecido, de 1978 a 2005 a un 12% anual, siendo la fracción de automóviles privados la que más ha crecido, a un 17,1% anual. Es cierto que hablamos todavía de un número pequeño en comparación con países occidentales, pero el ritmo alto y creciente, y fenómenos como el pequeño utilitario urbano indio Tata Nano,(4) que cuesta solo 1.700 euros, hacen presagiar que en un futuro inmediato veremos como China, India y otras economías emergentes se llenan de automóviles y otros elementos que en el mundo occidental se consideran cotidianos e incluso de primera necesidad, pero que solo ponen más presión sobre los recursos naturales.

La conclusión, por tanto, es muy pesimista. En un futuro inmediato va a haber mayor presión sobre los recursos naturales. China ha adoptado, de momento, el papel de factoría del mundo en la nueva división internacional del trabajo. No obstante, es consciente de que no puede caer en la trampa de la especialización (Muradian y Martínez-Alier, 2001), por lo que debe invertir más recursos (energía y materiales) en capitalizarse de forma rápida, emulando a los países ricos. Sin embargo, hay varios problemas asociados con esta estrategia. En el pasado ha funcionado para los países desarrollados porque había una relativa abundancia de recursos. En la actualidad, con el barril de petróleo por encima de 100 dólares, y otras materias primas encareciéndose también, no estamos en una situación de abundancia de recursos. Además, en el caso de que la población china adopte los patrones de consumo occidentales como está haciendo, la base de consumidores ávidos de recursos será cada vez más grande. Por último, si China tiene éxito en su estrategia, todavía será necesario que algún país, quizás India, le sustituya como factoría del mundo, pero el problema del sobreuso de recursos naturales para producir bienes materiales que cubran nuestras necesidades continuará. Por tanto, el desarrollo tan rápido que está sufriendo China en los últimos años puede verse de manera positiva en el sentido que seguramente va a ayudar a provocar una crisis de oferta importante a nivel mundial (con precios más altos y escasez generalizadas) que eventualmente pueda provocar cierto cambio en el modelo de desarrollo de las economías. Es decir, un cambio de modelo hacia un decrecimiento en lo material podría darse de manera natural precisamente por la perpetuación en China y otros países del modelo de desarrollo occidental, en una nueva versión de lo que O’Connor (1991) llamó la segunda contradicción del Capitalismo.

Referencias bibliográficas

EISENMENGER, N., RAMOS-MARTIN, J., y SCHANDL, H. (2007), Transition in a changed context: patterns of development in a globalizing world. In M. Fischer-Kowalski and H. Haberl (Editors): Socio-Ecological Transitions and Global Change. Trajectories of Societal Metabolism and Land Use. Edward Elgar, Cheltenham.

JACKSON, T. (1999), «Consumption, Sustainable Welfare and Human Needs – with reference to UK expenditure patterns 1954 – 1994», Ecological Economics, 28(3), pp. 421-442.

MA, T.; LI, B.; FANG, C.; ZHAO, B.; LUO, Y.; CHEN, J. (2006), «Analysis of physical flows in primary commodity trade: A case study in China», Resources, Conservation and Recycling, Vol. 47: 1, pp.73-81.

MURADIAN, R., MARTÍNEZ-ALIER, J. (2001), «Trade and the environment: from a ‘Southern’ perspective, Ecological Economics Vol. 36: 2, pp. 281-297.

O’CONNOR, J. (1991), «Las condiciones de producción. Por un marxismo ecológico, una introducción teórica. Ecología Política 1 pp. 113-130.

RAMOS-MARTIN, J.; GIAMPIETRO, M.; y MAYUMI, K. (2007), «On China’s exosomatic energy metabolism: an application of multi-scale integrated analysis of societal metabolism (MSIASM)», Ecological Economics, Vol. 63: 1, pp. 174- 191.

Páginas web para ampliar la información:

http://www.chinalaborwatch.org → Para informarse de la situación laboral de las factorías en China.

http://www.stats.gov.cn → Oficina de Estadística de China.

http://stat.wto.org/ → Estadísticas de la Organización Mundial del Trabajo.

* Departament d’Economia Aplicada, Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals, Universitat Autònoma de Barcelona, 08193 Bellaterra, Tel: +34 93581 1740, Fax: +34 93581 2292, Email: Jesus.Ramos@uab.es.

1 Para los datos de comercio de China usados aquí, véase el perfil de comercio de China según la Organización Mundial del Comercio http://stat.wto.org/CountryProfile/WSDBCountryPFView.aspx?Langua ge=F&Country=CN.

2 Véase el informe especial de The Economist, March 15th-21st 2008.

3 Datos obtenidos del National Bureau of Statistics of China, http:// www.stats.gov.cn/tjsj/ndsj/2006/html/P1626e.htm

4 Véase http://www.tatamotors.com/our_world/press_releases.php?ID=353 &action=Pull

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