Verónica Mariana Xochiquetzalli Barreda Muñoz*

DOI: doi.org/10.53368/EP61FCbr01

Resumen: A través de una revisión histórica y teórica de la urbanística del estado de Puebla del centro de México, el presente texto da cuenta de la manera en que el metabolismo regional ha propiciado la generación de territorios de sacrificio con la finalidad de extraer el conjunto de las fuerzas vivas y apropiarse de ellas, o bien de la potencia vital de la cual el capital se alimenta: energía, tierra cultivable, bienes hídricos y trabajo humano. Indagamos en la propuesta de las luchas del Sur, de quienes retomamos la idea de producción de territorios de sacrificio, así como el análisis de los cuerpos-territorios como espacios de resistencia por parte de académicas y activistas feministas, para comprender la lógica de degradación de la vida en un territorio en particular, Santa María Zacatepec, en Puebla, pueblo indígena que desde hace más de diez años resiste frente a los proyectos de sacrificio.

Palabras clave: Territorios de sacrificio, cuerpos-territorios, degradación de la vida, apropiación capitalista

Abstract: Through a historical and theoretical review of the urban planning of the state of Puebla in central Mexico, this text gives an account of the way in which the regional metabolism has led to the generation of sacrificial territories for the purpose of extraction and appropriation from the set of living forces or from the vital power on which capital feeds: energy, arable land, water assets and human labor. We investigate the proposal of the struggles of the South, from whom we return to the category of production of territories of sacrifice, as well as the analytical proposal of the bodies-territories as spaces of resistance of academics and feminist activists, to understand the logic of the degradation of the life of a particularly indigenous territory Santa María Zacatepec, Puebla, an indigenous people that for more than 10 years have resisted against the sacrificial projects.

Keywords: Sacrificial territories, bodie-territories, environmental degradation, capitalist appropriation


Introducción

En los últimos treinta años ha sido notorio el crecimiento e intensificación de la explotación y degradación de la naturaleza en México y el resto de América Latina. La consecuencia ha sido una radicalización del antagonismo entre sujetos que luchan y Estado. En México, así como en otros países, destaca la tendencia a la explotación y exportación de materias primas (particularmente de los sectores hidrocarburífero, minero, agrario a gran escala, entre otros), así como una «visión productivista del desarrollo» (Svampa, 2019: 11), es decir, la implementación de un modelo «extractivista» (Svampa, 2019) que ha apostado por ampliar sus fronteras económicas a través de la mercantilización, apropiación y disposición de los bienes naturales, ocultando y minimizando las asimetrías económicas, territoriales y ambientales, así como el daño ecológico para los sujetos implicados.

En esta estrategia de ampliación de fronteras destaca el uso y profundización de la violencia con que el modelo extractivista ha degradado a los cuerpos-territorios para apropiarse de sus fuentes de vida (Navarro, 2019: 118), que se ha convertido en un dispositivo de control biopolítico (Foucault, 2007) de los cuerpos-territorios entendidos como aquellos espacios de significado y de sentido continuamente delimitados por la patriarcalización (según la definición que en 2021 dio el Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el feminismo: Marchese, 2019), la colonización y la valorización de los territorios. Se trata, pues, de lugares con memoria y potencia vital susceptible de ser apropiada por el sistema político-económico capitalista (Marchese, 2019).

Esta dinámica ha sido conceptualizada bajo la idea de territorios de sacrificio, desarrollada por luchas socioterritoriales en Chile, Argentina, Bolivia y Ecuador en contextos extractivistas para designar el proceso de degradación de la vida que se instala con la llegada de proyectos de desarrollo implementados por los Gobiernos bajo la bandera de aumentar las fronteras del bien común. Se trata de una decisión racional de utilizar territorios para un fin específico (el de la explotación capitalista), sin tomar en cuenta las consideraciones sociales o ambientales (Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile, 2020). Así pues, estos espacios no son un hecho natural o espontáneo (Romero, 2018), sino producto de las decisiones económicas, políticas y éticas replicadas para aumentar la frontera económica del extractivismo.

En 2019 la caravana Toxitour (recorrido que realizaron expertos en materia ambiental por territorios y barrios ecológicamente dañados por la avanzada industrial)[1] detectó este tipo de sacrificios en México y mapeó territorios que compartían la sustracción desmedida de aguas más allá de su capacidad de recarga, un metabolismo hídrico irracional, crecimiento imparable de urbes, agotamiento de bienes naturales y ecosistemas, sobreexplotación de espacio, aumento de actividades mineras y extractivas y proliferación de espacios urbanos; en suma, reunían la condición de sacrificio. Así pues, son territorios racionalmente dispuestos para transportar y exportar materias primas con nefastas consecuencias para el medioambiente y la salud de comunidades y poblaciones enteras.

Santa María Zacatepec, comunidad del municipio de Juan C. Bonilla en el estado de Puebla, fue uno de los territorios mapeados por la caravana Toxitour debido al daño que habían dejado el Proyecto Integral Morelos (PIM), la descarga de aguas residuales del complejo industrial Ciudad Textil, la minería no metálica y la extracción de agua, entre otras actuaciones, pero también por ser una zona indígena que desde hace más de diez años resiste frente al dispositivo biopolítico de control y apropiación de la vida del histórico metabolismo urbano del estado de Puebla y la zona metropolitana del país.

El presente artículo se propone dar a conocer la manera en que ha operado este dispositivo para comprender la producción de un territorio de sacrificio en particular y denunciar la continua degradación de la vida en áreas de gran riqueza social y natural.


Disposición urbana de un territorio de sacrificio

Santa María Zacatepec (SMZ), del municipio de Juan C. Bonilla, se ubica en la cuenca alta del río Atoyac, a treinta kilómetros del cráter del volcán Popocatépetl (en una zona de mediano riesgo volcánico). Colinda con los municipios de Cholula y Huejotzingo, que comparten la misma cuenca hidrológica y son, además, territorios con una historia industrial de muy larga data. Así, es una de las muchas zonas afectadas por «el torbellino provocado por la nueva expansión del capital y el conjunto de transformaciones que esta acarrea» (Linsalata, 2016: 15). Sin embargo, esta lógica de expansión del capital y sus transformaciones no son algo nuevo.

 

Imagen 1: Mapa del polígono Santa María Zacatepec, Juan C. Bonilla, Puebla.

La propia ciudad de Puebla, cabecera del estado del mismo nombre, fue fundada —en un vasto valle fértil y provisto de agua— con la intención de salvaguardar bienes y gestionar la fuerza de trabajo para el proyecto colonizador. Entre los siglos xvi y xix la ciudad operó como un nodo seguro entre el puerto de Veracruz y la Ciudad de México para el transporte de mercancías. Esto propició una disposición urbana que centralizaba el mando de la población española y empujaba a la periferia la producción agrícola y de mercancías, al tiempo que proletarizaba a quienes, en aquellos territorios aledaños, proveían de alimentos, energía, agua y fuerza de trabajo (en gran medida indígena).

Así, los territorios ubicados en lo que hoy son los municipios de Cholula, Juan C. Bonilla y Huejotzingo fueron asignados a indígenas. Ellos proveían el sesenta por ciento de las huertas que abastecieron a la ciudad a lo largo del caudal del río Atoyac durante más de doscientos años. Este crecimiento de la riqueza social y natural propició el desarrollo de un circuito comercial que más tarde decantaría en la instalación de industrias manufactureras (textileras, ranchos, molinos y obrajes) que harían del río Atoyac su propio vertedero tóxico.

Más tarde tuvo lugar un crecimiento desmedido del sector energético, que se prolongó durante la primera mitad del siglo xx, además del abandono del sector textil y una higienización de la imagen urbana, todo lo cual modificó los usos de suelo y las dinámicas urbanas que intentarían propiciar unidades descentralizadas de mando.[2]

En el estado de Puebla aparecieron nuevos municipios, vías férreas, grandes infraestructuras y espacios de vivienda. En Juan C. Bonilla se inauguró la carretera México-Puebla de 1962, y con ello proliferaron las industrias, infraestructuras y viviendas, que fácilmente tuvieron acceso a materiales de construcción, mano de obra y agua, con lo cual se propició un crecimiento sin control. En SMZ se iniciaron la extracción de minerales no metálicos (como cemento, grava y arena), se construyeron el Aeropuerto Internacional Hermanos Serdán en 1985 y unidades habitaciones como fraccionamientos y apareció la granja porcina Topoyañes a orillas del río Metlapanapa. Todo ello dejó gradualmente infértil un territorio que otrora se había dedicado al cultivo de huertas.

La ubicación estratégica de este territorio y su funcionalidad para la economía del centro del país motivaron la desvalorización de la tierra de cultivo y, con ello, la explotación de mantos acuíferos, el crecimiento exponencial de viviendas, dinámicas salvajes de contaminación y la aparición del crimen y el terror local. En consecuencia, su población se proletarizó y migró. En 2001 por primera vez se pretendió instalar un gasoducto para aumentar la rentabilidad de la tierra presuntamente ociosa y pobre. Se hizo efectivo en 2014 —tras una serie de enfrentamientos entre la comunidad y el Estado—, cuando se impuso el PIM. Esto fue posible gracias a dos mecanismos que comparten la misma lógica de sacrificabilidad: por un lado, la radicalización de la violencia por parte del mando estatal, es decir, criminalización, militarización, hostigamiento y despojo de tierras y, por otro lado, la degradación progresiva de la riqueza natural y social que posibilitarían la entrada de proyectos extractivos y de externalización de los daños.

Estas determinaciones materiales harían de SMZ lo que llamamos un territorio de sacrificio, es decir, un área afectada por una evidente decisión racional de explotación y apropiación de sus recursos para su «acumulación en un contexto de crisis recurrentes» (Navarro, 2020: 46) que trae como consecuencia prácticas ambientales agresivas contra poblaciones vulnerables;[3] en suma, un dispositivo biopolítico que lee a un territorio como sacrificable o descartable, es decir, como un «tributo necesario para lograr el desarrollo» (Silveira et al., 2017).

Esta degradación y apropiación violenta de territorios considerados como sacrificables se asemeja a una guerra difusa de violencia biocida (Navarro, 2020), es decir, una apropiación violenta de naturaleza destructiva contra la vida humana y no humana ejercida sobre cuerpos-territorios que son leídos como «pobres, ociosos, vacíos, desprovistos del auspicio estatal y de sus políticas de desarrollo» (Navarro, 2020: 46), dinámica a la que actualmente se resiste el pueblo de SMZ.


Conclusión

Hoy día vemos en SMZ algunos de los daños derivados de esta guerra difusa de naturaleza agresiva, tales como el abandono de actividades tradicionales, violencia contra las mujeres, presencia de militares y circulación de maquinaria, desocupación y crecimiento de delincuencia organizada. La producción de un territorio de sacrificio ha hecho sus estragos en un cuerpo-territorio profundamente desgarrado desde la colonia. Sin embargo, es hoy la comunidad de SMZ la que se ha levantado bajo la consigna «Nuestra lucha es por la vida» para denunciar ferozmente los estragos que los proyectos de sacrificio han traído a la región y para visibilizar la apuesta por el cuidado y defensa de la vida en su conjunto. Su lucha, y la de otros procesos organizativos regionales, ha habilitado estas reflexiones, al movernos a indagar los metabolismos urbanos que compartimos con estos territorios que han sido históricamente sacrificados en nombre del bien común.


Referencias

Colectivo Mujeres en Zona de Sacrificio en Resistencia, Quintero-Puchuncaví, 2020. Feminismo popular y territorios en resistencia. La lucha de las mujeres en la zona de sacrificio Quintero- Puchuncaví. Sevilla y Berlín, Fundación Emerge y Fundación Heinrich Böll.

Cruz, D., 2016. «Una mirada muy otra a los territorios-cuerpos femeninos». Solar, 1 (12), pp. 35-46.

Foucault, M., 2007. Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France 1978-1979. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

Google Maps, 2021. Santa María Zacatepec, Puebla. (Ativan) Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Coord. 19.1173624,-98.3932284,13z, consultado el 15 de marzo de 2021.

Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile, 2020. «Las zonas de sacrificio son éticamente inaceptables». Disponible en: https://ieb-chile.cl/noticia/las-zonas-de-sacrificio-son-eticamente-inaceptables/, consultado el 19 de abril de 2021.

Linsalata, L., 2016. «Introducción. Leer las luchas en clave comunitario-popular. Reflexiones desde el México que no claudica». En: L. Linsalata (coord.), Lo comunitario-popular en México: desafíos, tensiones y posibilidades. Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, BUAP.

Marchese, G., 2019. «Del cuerpo en el territorio al cuerpo-territorio. Elementos para una genealogía feminista latinoamericana de la crítica a la violencia». EntreDiversidades. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, 13, pp. 9-41. Disponible en: https://www.redalyc.org/jatsRepo/4559/455962140001/html/index.html, consultado el 18 de abril de 2021.

Navarro, M. L., 2015. Luchas por lo común. Antagonismo social contra el despojo capitalista de los bienes comunes naturales en México. Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, BUAP.

Navarro, M. L., 2019. «Multiple Dispossession on the Web of Life. Impacts and Socio-Environmental Resistances». Textual, 73, pp. 11-42.

Navarro, M. L., 2020. «Violencia biocida. Sobre los cuerpos-territorios en resistencia en la cuenca alta del río Santiago», Diálogos Ambientales, 3, pp. 43-48.

Romero, H., 2018, «En una geografía justa no tienen cabida los “territorios de sacrificio”». Disponible en: https://www.uchile.cl/noticias/146920/en-una-geografia-justa-no-tienen-cabida-los-territorios-de-sacrificio, consultado el 18 de abril de 2021.

Silveira, M. M., M. Moreano, N. Romero et al. «Geografías de sacrificio y geografías de esperanza. Tensiones territoriales en el Ecuador plurinacional» Journal of Latin American Geography, 1 (16), pp. 69-92. Disponible en: https://go.gale.com/ps/i.do?p=AONE&u=googlescholar&id=GALE|A491611210&v=2.1&it=r&sid=AONE&asid=7e6650bf , consultado el 19 de abril de 2021.

Svampa, M., 2019. Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales. Wetzlar, Clacso.

* Máster en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. E-mail: veronica.barreda.mx@gmail.com.

[1] Comunidades como El Salto y Juanacatlán a orillas del río Santiago en Jalisco; Atitalaquia, Atotonilco y Apaxco en Hidalgo; Dolores Hidalgo en Guanajuato; Tlaxcala y Villa Alta en la región de los ríos Zahuapan y Atoyac; Santa María Zacatepec, y la presa de Valsequillo en Puebla, así como la ciudad de Coatzacoalcos en Veracruz.

[2] En este período se municipalizaron territorios que habían estado bajo el mando feudal, entre ellos los de origen nahua de Santa María Zacatepec, San Gabriel Ometoxtla y San Lucas Nextetelco, que se convirtieron en el municipio de Juan C. Bonilla en 1907.

[3] Esta idea dialoga con las reflexiones del Colectivo Mujeres en Zona de Sacrificio en Resistencia, Quintero-Puchuncaví (2020), quienes relataron la experiencia vivida y reflexiva acerca de una lucha contra la producción de zonas de sacrificio.

 

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