Helen Torres*

 

Resumen: La bióloga y teórica de la ciencia Donna Haraway cierra su último libro, Seguir con el problema: Generar parentescos en el Chthuluceno (2019), con un ejercicio de fabulación especulativa titulado “Historias de Camille: niñas y niños del compost”, un relato acerca de cómo sería el planeta en unos cuatrocientos años, al final del capitalismo y principios del Chthuluceno. La autora nos invita a extender su relato con todo tipo de historias en cualquier formato para publicarlas en el nuevo mundo digital colectivo de “niñas y niños del compost”. En este artículo, comentamos tres descendencias bastardas de las “Historias de Camille” nacidas en Barcelona: un juego, un taller de fabulación especulativa y un cuento.

Palabras clave: fabulación especulativa, feminismo especulativo, Donna Haraway

 

Abstract: The biologist and theorist of science, technology and feminism Donna Haraway finishes her last book, Staying with the Trouble: Making Kin in the Chthulucene (2016), with a piece of speculative fabulation entitled “The Camille Stories. Children of Compost”, which offers an account of how the planet could be in a four-hundred-year period, at the end of capitalism and the beginning of the Chthulucene. In her tale, Haraway invites the readers to extend her writing with all kind of stories in any format to be published in the new collective digital world that the “Children of Compost” will have for story posting and gaming. In this article, we comment on three illegitimate offspring of the Camille stories born in Barcelona: a game, a workshop on speculative fabulation and a short story.

Keywords: speculative fabulation, speculative feminism, Donna Haraway

 

Introducción

La bióloga e historiadora de la ciencia Donna Haraway finaliza su último libro, Seguir con el problema (2019), con un relato de fabulación especulativa sobre humanos en simbiosis llamado “Historias de Camille: niños y niñas del compost”. Quien a mediados de los años ochenta lanzara el eslogan “¡Cíborgs por la supervivencia de la Tierra!” hoy nos interpela con otro, “Generen parientes, no bebés”, para abordar el problema de la sobrepoblación humana en el planeta. En las “Historias de Camille”, Haraway se plantea qué pasaría si cada nuevo bebé humano tuviera tres progenitores y se entrelazara en procesos simbióticos con especies en peligro de extinción.

Todo empezó en Cerisy durante el coloquio “Gestos especulativos” organizado por los filósofos belgas Isabelle Stengers y Didier Debaise en julio de 2013. La actualidad del término especulación, dicen Stengers y Debaise, se debe a “una crisis generalizada de los modos de pensar que obtienen su autoridad de una referencia al progreso, la racionalidad, la universalidad” (Didier y Stengers, 2015: 3). Estas categorías del pensamiento moderno no pueden ser sustituidas por nuevas categorías igual de universales o generales. La propuesta de hablar de “gestos especulativos” intenta “poner el pensamiento bajo el signo de un compromiso por y para algo posible que trata de activarse, de ser perceptible en el presente” (Didier y Stengers, 2015: 4)

Ese verano en Cerisy nació “Les enfants du compost”, un relato de Fabrizio Terranova, Lucienne Strivay y Benedikte Zitouni (Didier y Stengers, 2015). La primera versión de Haraway sobre Camille apareció en el documental Story telling for earthly survival (Terranova, 2017). La versión publicada en Seguir con el problema es un “proyecto piloto, un modelo, un objeto de juego y trabajo para componer proyectos colectivos no solo en la imaginación, sino también en la escritura real de relatos. Sobre y bajo la tierra” (Haraway, 2019: 209).

“Niños y niñas del compost” responde al llamado de escribir y contar historias para, en palabras de la antropóloga Anna Tsing, aprender las “artes de vivir en un planeta herido”[1]. Ante la urgencia del problema de la sobrepoblación humana en la Tierra, las comunidades del compost fabuladas por Haraway ponen en práctica parentescos simbióticos en los que cada nuevo bebé humano tiene tres progenitores y un simbionte animal de una especie amenazada o extinguida. Así nace Camille, a quien Haraway sigue a lo largo de cinco generaciones de humanos en simbiosis con mariposas monarca en sus dos corrientes migratorias. Finalmente, “a lo largo de las cinco generaciones de Camille, la cantidad de seres humanos en la Tierra descendió de la elevada cifra de diez mil millones en 2100 a un nivel estable de tres mil millones en 2400” (Haraway, 2019: 220).

El relato abunda en detalles en torno al eslogan “Generen parientes, no bebés”, “Make kin not babies”, que la bióloga lanzó en su “Manifiesto Chthuluceno” (Haraway, 2016): comunidades en las que la reproducción no es una decisión individual y en las que los humanos adquieren características y atributos de especies compañeras en peligro, no para salvarlas, sino para conservar formas de vivir y morir. Haraway da un giro al concepto de derechos reproductivos, los saca del terreno del libre albedrío y los sitúa en el de la responsabilidad:

La decisión de traer a la existencia a un nuevo humano está fuertemente estructurada para ser una decisión colectiva de las comunidades emergentes. Más aún, no se puede coaccionar a nadie a dar a luz ni castigar a nadie por parir fuera de los auspicios de la comunidad. El poder más apreciado (la libertad reproductiva) es el derecho y la obligación de escoger un animal simbionte para el nuevo bebé por parte de la persona humana, de cualquier género, que esté embarazada (Haraway, 2019: 213).

 

Imagen 1. Make kin not babies. Pegatina creada por Kern Toy, Beth Stephens, Annie Sprinkle y Donna Haraway. Fuente: Haraway, D., 2019

 

El de Camille no es un relato acabado. Haraway nos invita a “cambiar partes de la historia y llevarlas a otro lugar”, a “extender, contradecir, engordar y reimaginar las formas de vida de las Camilles”.

  • La historia que cuento aquí clama por prácticas colaborativas y divergentes creadoras de historias en performances narrativas, sonoras y visuales y textos en materialidades que abarquen de lo digital a lo escultural y a todo lo practicable. Mis historias son, como mucho, figuras de cuerdas sugerentes; ansían un tejido más completo que mantenga los diseños abiertos, con puntos de conexión ramificados por contadores de historias aún por venir (Haraway, 2019: 219).

En este artículo comento tres figuras de cuerdas con puntos de conexión con las “Historias de Camille”: un juego de especulación, unos talleres de fabulación especulativa y un relato de SF.

 

El juego: Game of kin (GoK)

El colectivo LPL —Laboratorio de Pensamiento Lúdico— nació en Barcelona en 2016 con el objetivo de desarrollar juegos como herramientas de investigación multidisciplinar. Game of kin – Habitació 1418 se presentó en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) en 2018 y próximamente estará en el Naturkundemuseum de Berlín y el Museo Abelló de Mollet del Vallès. Se trata de un juego de fabulación especulativa con la doble intención de plantear un problema y especular sobre sus posibles soluciones. A partir de un escenario inicial en el que se define el colapso de la vida en la Tierra, el objetivo es generar parentescos con especies no humanas para sobrevivir en unos hábitats fabulados.

Cada grupo de jugadores recibe dos tipos de cartas: unas con seres reales e imaginarios con los que tienen que emparentarse y generar nuevos bichos, y otras con escenarios medioambientales que carecen de un elemento vital (aire, agua, tierra o luz). Una vez imaginados los bichos, cada grupo crea un hábitat con los materiales que tiene a mano, es decir, construye escenarios figurados y describe las relaciones en cada uno de ellos.

Se trata de pensar y consensuar las posibilidades de vida y muerte de seres híbridos surgidos de parentescos imaginados en condiciones ambientales extremas. Mutaciones, hibridaciones, extinciones… Las soluciones pueden no ser amables, pero implican consecuencias. Cada activación del juego deja las posibilidades totalmente abiertas.

Luego, cada grupo/hábitat escoge dos cartas de una nueva baraja que representa elementos en los que deben basarse para definir y expresar su cosmovisión, como las formas de comunicación, la relación con la muerte, los mitos o las formas de transmitir conocimientos. Cada grupo debe definir y representar dos aspectos de su cosmovisión teniendo en cuenta las características previamente definidas de sus bichos y su hábitat.

En el siguiente paso, la mitad de los miembros sale de su hábitat para buscar un nuevo territorio, debido al continuo deterioro ambiental. Así, la mitad del grupo recibe visitantes y la otra mitad se desplaza al hábitat de otro grupo. El objetivo es encontrar formas de convivencia entre dos cosmovisiones diferentes. Cada grupo/hábitat debe establecer un equilibro con las condiciones extremas que le han tocado y con el resto de los ecosistemas.

Las posibles narrativas del juego son infinitas, pues dependen enteramente de las discusiones, negociaciones y acuerdos alcanzados en cada activación del juego, que son instancias de generación de nuevas narrativas a través de una revisión colectiva permanente. Como las “Historias de Camille”, GoK es una narrativa abierta en constante transformación.

 

Imagen 2. Game of kin, del colectivo Laboratorio de Pensamiento Lúdico. Fuente: http://www.armontesinos.net/game-of-kin-habitacio-1418-macba/

 

Los talleres: ciencia ficción sin futuro

Inspirada en Haraway y la ciencia ficción feminista, desde hace unos años imparto talleres de SF (ciencia ficción, fabulación especulativa, hechos científicos, feminismo especulativo) que buscan poner en práctica el mandato de Virginia Woolf: “¡Debemos pensar!”.

Pensar, sí, pero ¿cómo? El filósofo y matemático inglés Alfred Whitehead escribió: “No podemos pensar sin abstracciones, por lo tanto, es de la máxima importancia revisar críticamente nuestros modos de abstracción” (Stengers, 2008). A partir de esta premisa, estos talleres profundizan en el acrónimo SF planteado por Haraway, siglas en inglés referidas a la ciencia ficción, la fabulación especulativa, las figuras de cuerdas, el feminismo especulativo y los hechos científicos. Todos los componentes de SF se necesitan entre sí: especular a partir de hechos científicos desde la perspectiva del feminismo especulativo, fabular posibilidades en temporalidades no lineales, generar figuras de cuerdas que pasen de mano en mano como diseños en los que se va a intervenir, con puntos de anclaje y cambios inesperados que provoquen giros en la narrativa patriarcal colonial, en el relato del héroe, la salvación y la redención.

En cada encuentro se plantea una serie de ejercicios de sintonización entre los miembros del grupo; lecturas colectivas de textos fragmentados para provocar nuevos significados; ejercicios de escritura colectiva; conversaciones alrededor de conceptos y figuras que posibiliten formas de pensar menos reflexivas, y juegos que predisponen los cuerpos a un tipo de pensamiento en acción que no busca imponer razones, sino experimentar ideas.

En algunos talleres, se escogen hilos de las “Historias de Camille” para imaginar relatos que profundizan en el texto de Haraway o desarrollan nuevas fabulaciones. En otros, se utilizan algunas ideas y figuras para estimular una forma de pensar difractada: líneas de pensamiento que, al compartirse, se multiplican y superponen, marcan patrones de interferencia en lugar de plantear un tipo de pensamiento reflexivo y de enunciar razones con argumentos como armas para imponer una idea sobre otra con una lógica jerárquica.

En el último taller, llevado a cabo en la librería La Caníbal de Barcelona en enero de 2019, se trabajó a partir del concepto de simbiosis para generar semillas de futuras fabulaciones especulativas. Cada participante llevó un objeto que representara la simbiosis, y luego cada grupo imaginó una comunidad a partir del lugar que en ella ocupaban esos objetos. Así, una naranja, un calcetín con estrellas, testosterona en gel, un pájaro mecánico, una bufanda negra, un fósil con la huella de una concha, un telar, un mechero y una hoja adquirieron nuevos significados, y potenciaron el diálogo y preguntas interesantes.

Surgieron dos comunidades, cada una con un conflicto a partir de una carencia vital, y se propusieron rituales de recuperación parcial y un encuentro entre las comunidades. Una de ellas era una comunidad sin simbiosis, un mundo de “orfandad entrelazada” en el que el telar estaba destinado a restablecer vínculos: comunicarse a través del tejido, una práctica perdida para la que se realizó un ritual de recuperación. El telar fue definido como “el objeto que estos seres huérfanos tienen en el altar y alrededor del cual realizan ceremonias para que algún día vuelvan las tejedoras que sabían usarlo.” La otra era una comunidad sin palabras, con un lenguaje único que se comunicaba a través de los sentidos, por medio de antenas sensoriales. En ella se gestaba una revuelta: su líder era Nico (participante del taller de tres años de edad), de cuyo calcetín “nacerán tantas estrellas que se confundirá el día con la noche”; y su emblema era un fósil con una huella marina, que, cuando “el lenguaje único se interrumpa, sentirá las vibraciones de estructuras matemáticas y construcciones imposibles”.

La finalidad de estos talleres no es la escritura creativa, aunque esta sea una de las dinámicas, sino potenciar un imaginario colectivo y unas formas de pensar que nos permitan vislumbrar formas de vivir y morir que dejen de reproducir el capitalismo, el patriarcado y la colonización.

 

El relato: “biston betularia”

La historiadora y escritora Maria Antònia Martí Escayol coge el relevo de Camille en “biston betularia” (2018), un relato no lineal que nos sorprende por su traducción especulativa de figuras y conceptos de Haraway. Es una narrativa sin mayúsculas en la que los puntos no son nuevos comienzos, sino pausas en la continuidad; en la que cada fase temporal marca cambios drásticos, pero no apocalípticos, a partir del devenir de un ser en transición.

Los simbiontes de este relato son las mariposas de los abedules, la Biston betularia, que tiñó sus alas de negro en la segunda mitad del siglo xviii, durante la Revolución industrial, cuando el carbón inundó tanto el aire que se oscurecieron las cortezas de los árboles. Como estas mariposas se posan sobre los abedules para camuflarse, cambiaron el color de sus alas para poder sobrevivir. Maria Antònia Martí Escayol parte de esta historia de melanismo industrial y la reescribe, inspirada en la ciencia ficción y en algunos hechos científicos, o, mejor, hace ciencia ficción reescribiendo la historia, con una narrativa difractada en la que el tiempo va hacia delante y hacia atrás. El ritmo del relato está marcado por diversas iteraciones: “falta algo; es una sensación de pérdida lingüística”, “no me sorprendo, me adapto”, “abro los ojos” al cerrar los párrafos, hasta llegar al final con un “cierro los ojos y escucho”.

La acción está situada en un “posnuevo raval que creció durante el Chthuluceno” en el que “el aire es gélido”, y en un “nuevo raval” posterior a la victoria sobre el Capitaloceno. Hay “bioparedes de nogal” y “biofachadas de cedro”; la gente estudia artecuantificación, geoescultura, ecopoesía, arquinarración; el nombre de la muerte es “humificación” y el de la vida, “colaboración biótica con el globo”. Estamos en una Barcelona del futuro con rasgos medievales; escenario de guerras pasadas, actuales y futuras; con facciones disidentes, y un virus que se propaga y afecta la “ecozona de la memoria”.

No es una utopía sin fisuras ni una distopía total: aunque “nuestro corazón late de entusiasmo”, el “servicio de cuidado cuántico de la ecozona de la memoria” advierte que “toda acción relacionada con la elaboración de entidades vivas en combinación con lo digital contraviene nuestros pactos de reproducción, limitados a la siembra de entidades biológicas” (Martí Escayol, 2018: 377). Sin embargo, se trata del relato de una metamorfosis, y no estrictamente biológica, figurada en el relato como el ascenso por una “escalera de dinosaurio”.

La continuidad entre los mundos oníricos, virtuales y corporales de la historia provoca sorpresa y, a veces, desconcierto. Se tiene la sensación de acabar de despertarse y abrir los ojos en un mundo devastado pero aún vivo, lleno de muerte y gérmenes de vida, al leer detalles que difractan posibilidades. Tantas que el final no es un final, sino que invita a releerlo una y otra vez en busca de semillas para nuevas fabulaciones especulativas que desafíen la historia con relatos ricos y abiertos. En palabras de la autora, “ha llegado la hora de ser y el segundo de estar” (Martí Escayol, 2018: 423).

 

Conclusiones

Quedamos a la espera del espacio virtual abierto por Donna Haraway que incluya las distintas criaturas bastardas de las niñas y niños del Compost para pensar de manera colectiva, lúdica y generativamente, formas de vivir y morir en un planeta herido.

Estos tres ejercicios de SF a partir de las “Historias de Camille” que hemos presentado son apenas una muestra del mundo que podría desplegarse a partir de un ejercicio de fabulación especulativa. Ni los talleres, ni el cuento ni el juego intentan fabular utopías, sino que conciben virtualidades situadas para dar un giro a nuestras maneras de pensar y sembrar el germen de futuros vivibles. La regeneración y el florecimiento aún son posibles, pero solo si somos capaces de imaginarlos.

 

Referencias

Debaise, D., e I. Stengers, 2015. Gestes spéculatifs. Dijon, Les Presses du Réel.

Haraway, D., 2016. “Manifiesto Chthuluceno de Santa Cruz”, Planeta Laboratorio, 5, p. 13. Disponible en: https://helenatorres.files.wordpress.com/2016/02/chthulucene-haraway-esp5.pdf, consultado el 11 de mayo de 2019.

Haraway, D., 2019. Seguir con el problema: generar parentescos en el Chthuluceno. Bilbao, Consonni, (traducción de Helen Torres).

Martí Escayol, M. A., 2018. “biston betularia”. Supersonic, 4, pp. 363-425, y Mamut, 6, pp. 94-109.

Stengers, I., 2008. “A constructivist reading of process and reality”. Theory Culture & Society, 25 (4), pp. 91-110.

Terranova, F. (dir.), 2017. Story telling for earthly survival, Bélgica. Disponible en: https://earthlysurvival.org/, consultado el 11 de mayo de 2019 (película).

* Socióloga, traductora y educadora. Web: https://helenatorres.wordpress.com/. E-mail: helenlafloresta@gmail.com.

[1] Tsing, A. 2017.  Arts of Living on a Damaged Planet, Anna Lowenhaupt Tsing, Heather Anne Swanson, Elaine Gan, y  Nils Bubandt Editors 

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