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Robin Thiers*, Juan Liu**, Grettel Navas***, Arnim Scheidel***, Haifei Mou****

Traducido por Alícia Martínez Varela

 

Palabras clave: banano cavendish, Guangxi, marchitamiento por Fusarium, transformaciones agroambientales

 

Resumen: La producción comercial de banano tipo cavendish en China gira en torno a la movilización de tierras, de capital y de mano de obra, así como de la gestión de un sistema de producción de monocultivos propensos a múltiples enfermedades. Este artículo recoge algunas observaciones sobre las formas particulares en que se desarrolla esta dinámica en la reciente expansión del sector. Para ello, nos basamos en nuestro trabajo de campo en la región autónoma de Guangxi Zhuang, realizado en agosto de 2018. Después de una introducción a la historia ecosocial del sector bananero en China, ilustramos el rol clave que un pequeño hongo juega en la configuración de las relaciones entre el capital, la tierra y el trabajo. Más allá de este caso, argumentamos que es necesario comprometerse a fondo con las dinámicas exclusivamente humanas que dan forma a los desafíos de la ecología política contemporánea.

 

Keywords: Cavendish banana, Guangxi, Fusarium wilt, agrarian-environmental transformations 

 

Abstract: China’s commercial Cavendish banana production revolves around the mobilization of land, capital and labour, as well as the management of a disease-prone monocrop production system. This short article spells out some observations on the particular ways these dynamics play out in the recent expansion of the sector by drawing on fieldwork done by the authors in Guangxi Zhuang Autonomous Region during August 2018. After an introduction to the eco-social history of the Chinese banana sector, we illustrate how a small fungus plays an active part in shaping relations between banana capital, land and labour. Extending from this case, we argue there is a need to engage more thoroughly with the more than exclusively human dynamics that shape the challenges of contemporary political ecology.

 

La historia ecosocial del banano en China

De todas las variedades comestibles de banano, la más importante comercialmente es la cavendish. Su particular combinación de sabor dulce, alta productividad y robustez para soportar los largos trayectos la convierten en una variedad ideal para el comercio internacional. En la primera mitad del siglo xx, el incipiente comercio internacional de banano empezó a expandirse y se construyó alrededor de una variedad diferente, la gros michel. Sin embargo, en 1960 su vulnerabilidad a una enfermedad de marchitamiento por hongos, conocida como enfermedad de Panamá, la mata muerta o marchitamiento por Fusarium,[1] se volvió demasiado costosa. Las principales empresas con sede en Estados Unidos que dominan el comercio replantaron monocultivos a gran escala en América Latina con un resistente “banano chino”: el cavendish. Sin embargo, no ha sido hasta recientemente que en el sur de China, su supuesta región de origen, el cavendish se ha convertido en una plantación común.

 

 

La transformación: de regalo a mercancía, de cultivo familiar a plantación

Hasta 1980, prácticamente no existía en la China continental un mercado abierto para productos agrícolas, incluidos los bananos. A diferencia de sus plantaciones hermanas en América Latina, en China los bananos cavendish se cultivaron en gran parte para autoconsumo y con poco o ningún uso de productos químicos. En la década de 1980, debido a la transformación económica china hacia una economía de mercado, surgió cierto comercio de banano de las zonas productoras del sur (principalmente en las provincias de Guangdong, Guangxi, Yunnan y Hainan) con áreas del norte de China. En el norte, los bananos eran una novedad, exclusivos y caros. Hasta principios de la década de 2000, no se compraban como un rápido y energético tentempié, sino como un regalo cuando se visitaba a amigos o familiares. Las visitas al hospital o a personas mayores y niños eran ocasiones particularmente apropiadas para llevar esta fruta. El comercio emergente no solo introdujo a los norteños a este nuevo producto, sino que también estimuló su cultivo; los comerciantes alentaron al campesinado en Guangdong, Fujian y, en menor medida, en Guangxi a plantarlo por sus recompensas económicas en el mercado. Así pues, el cultivo de subsistencia se convirtió gradualmente en una mercancía.

Se expandió su producción en las provincias del sur de China. Pero no en plantaciones a gran escala, con monocultivos genéticamente homogéneos, sino como un cultivo comercial de productores campesinos cada vez más orientados al mercado. Estos utilizaban diferentes variedades cavendish plantadas por generaciones de familias campesinas durante siglos. Muchos de estos pequeños agricultores lograron reinvertir sus ganancias en el alquiler de tierras de vecinos y parientes que emigraban a zonas urbanas. Los tamaños de las fincas se expandieron de 5 o 10 mu a 50 o más.[2] Sin embargo, a medida que la escala se expandía, a finales de la década de 1980, surgieron nuevos problemas. Al tratarse de una fruta sin semillas, las plantas cavendish se reprodujeron mediante el trasplante de brotes de una planta madre. De esta manera, enfermedades como el virus del racimo del banano y el del mosaico se propagaron fácilmente entre los cultivos, incluso hasta otras provincias, como Yunnan. El problema, que afectó al sector en rápida expansión, atrajo el interés de universidades e instituciones de investigación agrícola locales. Se encontró una solución a partir de la introducción tecnológica del cultivo de tejidos para propagar plántulas de cavendish. Puesto que la demanda crecía y los precios eran altos y constantes en el mercado del norte de China a lo largo de la década de 1990, el banano se convirtió en un cultivo atractivo para la inversión. Con el material de siembra libre de enfermedades disponible a través de los laboratorios comerciales de cultivo de tejidos, la producción ya no era de dominio exclusivo de los campesinos. La expansión en Hainan[3] se produjo cuando los inversores no campesinos invirtieron el capital necesario para obtener las suficientes tierras cultivables y las plántulas requeridas para establecer el cultivo a gran escala.

 

Auge y quiebra de la fiebre del banano

El año 2008 marcó el inicio de una verdadera fiebre del banano en el sur de China. Las crisis de los mercados financieros y de alimentos internacionales obligaron a los capitalistas de los sectores industrial, manufacturero y minero a buscar nuevas inversiones. Esto se combinó con el advenimiento de una nueva enfermedad en las plantaciones: otra cepa del marchitamiento por Fusarium, la plaga que marcó el final del gros michel como el principal cultivo comercial, se convirtió rápidamente en un gran problema, especialmente en Hainan, donde el área sembrada comenzó a disminuir. Con una oferta baja y precios en alza, el banano era un objetivo de inversión altamente atractivo. Se establecieron nuevas plantaciones en Guangxi, Yunnan y al otro lado de la frontera, en Birmania y Laos. (www.sliderrevolution.com) Las áreas sembradas continuaron disminuyendo en las zonas “antiguas”, los precios se mantuvieron altos y las nuevas expansiones fueron altamente rentables. El boom estaba destinado a ser de corta duración. Parecía solo una cuestión de tiempo que la expansión salvaje resultara en un exceso de oferta y un precio decreciente, o que los inversores en expansión vieran sus propias plantaciones afectadas por el marchitamiento por Fusarium. En efecto, en 2014 los precios bajaron. Pero se dio un nuevo aumento de los precios y de las inversiones en las zonas de expansión después de que dos tifones derribaran el 80 % de las plantaciones en Hainan, Guangdong y Guangxi. El desplome siguió su curso en 2015. El exceso de oferta nacional en las áreas de plantación se vio agravado por la respuesta de los comerciantes internacionales, que incrementaron igualmente sus volúmenes de producción. El resultado fue un aumento en las importaciones provenientes de países productores tradicionales, como Filipinas y Ecuador, pero también de Birmania y otros países vecinos del Sudeste Asiático, como resultado de las inversiones chinas (Wang et al., 2017). Hoy en día, la rentabilidad del sector bananero chino parece estar de baja. O en palabras de un alto ejecutivo: “Antes solo los comerciantes de banano tenían buenos coches, ahora deberán conducir pequeños camiones”.[4]

 

Dinámica “micótica” del capital, la tierra y el trabajo

Tras detectarse por primera vez en 1995 en Guangdong, el marchitamiento por Fusarium entró en la escena del banano chino en el periodo 2004-2006, cuando se propagó rápidamente en Hainan. Desde entonces, los investigadores del sector privado y el mundo académico invierten mucho esfuerzo con el fin de encontrar remedios efectivos para controlar o superar la enfermedad, tanto en China como en otros lugares. Hasta la fecha, con pocos resultados. Mientras tanto, el hongo microscópico que causa la enfermedad —Fusarium oxysporum f. sp. cubense tropical race 4 (Foc TR4)— desempeña un papel central en la configuración del capital, de la tierra y del trabajo.

 

La carrera por la tierra y su cambio de uso

La epidemia de marchitamiento por Fusarium provocó una disminución del área sembrada en el periodo anterior a 2008, y dio lugar a una subida de precios, al subsiguiente auge de la inversión especulativa y a que los nuevos sitios de plantación se plantearan como particularmente lucrativos. Sin embargo, a partir del momento en que se empieza a trabajar la plantación, la probabilidad de que el hongo viaje junto con personas, herramientas y materiales de siembra crece. Por esta razón, las nuevas plantaciones terminan inutilizadas y los inversores, o bien quiebran, o bien buscan, una vez más, nuevas áreas de expansión. El fenómeno muestra similitudes con lo que sucedió en la primera mitad del siglo xx, cuando las compañías de banano estadounidenses en América Central respondieron a la epidemia de marchitamiento por Fusarium que afectaba a sus plantaciones de gros michel con su traslado a otras áreas. Esta dudosa estrategia de gestión es descrita por el historiador ambiental John Soluri (2005) como “agricultura de plantación itinerante”.

En este episodio anterior, las empresas tenían grandes concesiones de tierras disponibles, cedidas por los Gobiernos nacionales. Sin embargo, con una estrategia de agricultura de plantación itinerante, los inversores chinos necesitaban explorar otras formas de obtener acceso a nuevas tierras. Con un ciclo de vida estimado de un máximo de seis a ocho años para cada sitio de nueva plantación, una empresa que deseara mantener su área plantada debía investigar constantemente la existencia de nuevas tierras cultivables.

En la China rural, la tierra es propiedad del pueblo o de la brigada colectiva. Las propiedades y los hogares campesinos disfrutan de derechos de contrato de tierras como resultado del Sistema de Responsabilidad del Hogar (HRS por sus siglas en inglés), mientras que los derechos de uso de la tierra son transferibles. Estas transferencias son promovidas por el Estado chino para facilitar la implantación de la agricultura moderna. Por lo tanto, un topógrafo puede negociar con hogares individuales o, de manera más eficiente, dirigirse a los funcionarios de las aldeas en un esfuerzo por convencerlos de ceder los derechos de uso sobre las tierras de las aldeas por un periodo de tiempo determinado. Por un lado, esta forma de acceso negociado circunscrito a los derechos de uso limita el control total de la empresa o del propietario de la plantación sobre el territorio. Un ejemplo específico es que la infraestructura varía dentro y entre diferentes parcelas. Al limitarse los derechos al uso, el control directo también disminuye, por lo que las empresas encargadas de la gestión de las plantaciones se enfrentan a fuertes restricciones prácticas para implementar procedimientos de cuarentena estricta. Esto, a su vez, es probable que acelere aún más la propagación del hongo. Por otro lado, este sistema de acceso a la tierra también limita la responsabilidad y las inversiones de la empresa con respecto a la protección y la restauración de las condiciones ecológicas para la producción, incluido el mantenimiento del suelo y del ecosistema a largo plazo. Finalmente, la agricultura de plantación itinerante implica un cambio en el uso de la tierra, no solo hacia la producción de cavendish, sino también un retroceso de su expansión. Uno de los cultivos que tiende a sembrarse en suelos afectados por Fusarium es la fruta del dragón (o pitahaya), otro cultivo de alto valor explotado en condiciones de monocultivo, que, si bien tiene un mayor valor de mercado, requiere más insumos.

 

Imagen 1. Plantaciones de fruta de dragón que han reemplazado a los antiguos cultivos de bananos, afectados por el marchitamiento por Fusarium. Fuente: los autores.

 

El mercado laboral

Este hongo microscópico no solo influye en las dinámicas de apropiación de la tierra, el cambio de uso del suelo y el uso de los recursos. Después de décadas de políticas de hijo único y de migración interna rural-urbana, la inversión en las plantaciones de banano se lleva a cabo en medio de un mercado laboral con escaso subministro de mano de obra. Según las entrevistas de campo, el campesinado local, especialmente las generaciones más jóvenes, se muestra mucho menos dispuesto a realizar trabajos físicos pesados. Por eso, para las tareas diarias de cuidado de plantas y frutas, las grandes y pequeñas empresas intentan atraer a las denominadas “parejas de trabajadores”, compuestas de personas que vienen de áreas agrícolas remotas y pobres (a menudo, aunque no exclusivamente, marido y mujer). Esto se hace bajo la suposición de que estas parejas de trabajadores migrantes están más enfocadas y motivadas que los trabajadores locales o individuales. Por lo tanto, se considera que constituyen una unidad de producción más estable y eficiente, un tipo de trabajadores más fácil de manejar. También aquí el marchitamiento del Fusarium entra en la negociación. El pago se basa predominantemente en la cantidad de unidades de fruta producida al final de la temporada en la parcela asignada a la pareja. Una pareja de trabajadores con alguna experiencia en la producción reconocería rápidamente los síntomas de la enfermedad y se negaría a trabajar allí. Si bien esto indica una cierta fuerza en la negociación por parte del trabajador, el capital no carece de soluciones. Las dificultades para movilizar a una fuerza obrera barata y “profesional” en China es una motivación clave para establecer plantaciones en Laos y Camboya, donde se considera que los trabajadores están más disponibles. Según lo declarado por un miembro del personal de la empresa, “para las personas sí podemos encontrar soluciones; para el Fusarium no”.

También la práctica de cambiar el cultivo de la plantación tiene un impacto directo en las condiciones de trabajo. Con una esperanza de vida útil de una plantación de no más de seis a ocho años, las empresas limitan las inversiones que realizan en la tierra. Un ejemplo concreto es que tiene poco o ningún sentido invertir en infraestructura de transporte por cable para la cosecha, como es común en las plantaciones a gran escala en América Latina y Filipinas. El trabajo de cosecha se realiza comúnmente con equipos itinerantes, contratados por los agricultores y las empresas[5]. En ausencia de teleféricos, los trabajadores intentan optimizar sus ingresos llevando la mayor cantidad de racimos lo más rápido posible a las unidades móviles de embalaje. En la práctica, esto significa que los hombres y las mujeres de los equipos de cosecha pasan el día corriendo a través de las plantaciones cargados con barras en el hombro con dos racimos completos de bananos, ¡que pueden llegar a pesar hasta 60 kg! (Farquhar, 2012).

 

Imagen 2. Hombres y mujeres de equipos de cosecha móviles llevan 60 kg de racimos de bananas sobre sus hombros hasta la planta de procesamiento. Fuente: los autores.

 

Más “ecología” en la ecología política

La historia del banano en China está cargada de historias de hongos. Tanto en el rápido ascenso del cavendish como variedad dominante del comercio internacional como en la dinámica actual de la tierra y el trabajo en el sur de China y sus países vecinos, la enfermedad fúngica ha sido un factor clave. Del mismo modo, parece imposible pensar en los desafíos actuales del sector bananero en China y más allá, así como en su posible futuro, sin tener en cuenta a este hongo microscópico. No solo como un desafío agronómico, sino en toda su vitalidad ecosocial.

En nuestra opinión, la ecología política se mantiene en gran medida sujeta a la división disciplinaria dominante entre las ciencias sociales (enfocadas en el ámbito de las relaciones sociales humanas) y las naturales (centradas en el ámbito de lo no humano). Dentro de esta división, se ha criticado a la ecología política por estar dominada por las ciencias sociales y políticas. Si bien el campo es probablemente demasiado heterogéneo para hacer caracterizaciones demasiado generalizadas, esto ha llevado a la pregunta acerca de dónde está la ecología en la ecología política (Walker, 2005). Cuando la literatura entra en el lado “ecológico” de las cosas, tiende a observar cómo los factores sociales dan forma a los resultados ecológicos o, alternativamente, cómo los factores ecológicos dan forma a las configuraciones sociales y políticas. En lugar de enfocarnos en tales influencias unidireccionales a través de esta división, nos suscribimos a los esfuerzos recientes (por ejemplo, Tsing et al., 2017) para participar más seriamente en las divisiones disciplinarias con toda la gama de entidades más que humanas que dan forma a los desafíos de nuestro mundo contemporáneo. Las formas interrelacionadas en que los hongos, las plántulas de banano, los gerentes de las empresas y los trabajadores transforman conjuntamente los paisajes en el sur de China son un buen ejemplo. Al hacerlo, configuran nuevas trayectorias, desafíos y posibles futuros de explotación capitalista, resistencia y alternativas. Dado que los desarrollos socioeconómicos recientes están transformando rápida y radicalmente al país, estas cuestiones deberían ser una cuestión de interés común. Para los seres humanos (y tantos otros seres vivos) que habitan en las áreas de plantación del sur de China, para el país y para nuestro planeta en general.

 

Bibliografía

Farquhar, I., 2012. Bananas in China. May 2012. Banana Link UK y Steering Committee of the World Banana Forum. Disponible en: http://www.bananalink.org.uk/sites/default/files/Bananas%20in%20China%202012.pdf, consultado el 21 de noviembre de 2018.

Soluri, J., 2005. Banana cultures. Agriculture, consumption and environmental change in Honduras and the United States. Austin, University of Texas Press.

Tsing, A. L., H. Swanson, E. Gan y N. Bubandt, 2017. Arts of living on a damaged planet. Ghosts and monsters of the Anthropocene. Minneapolis y Londres, The University of Minnesota Press.

Wang F., J. C. Guo, Y. P. Ke, C. M. Li, 2017. 2016 年我国香蕉产业发展报告及 2017 年发展趋势. 中国热带农业, (3), 25-29 (“Informe sobre el estado del sector bananero en China en 2016 y la tendencia en 2017”).

Walker, P. A., 2005. “Political ecology: where is the ecology?”. Progress in Human Geography, 1, pp. 73-82.

* Department of Conflict and Development Studies at Ghent University, Bélgica. E-mail: robin.thiers@ugent.be.

** Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA), Universitat Autònoma de Barcelona, y College of Humanities and Social Development, Northwest A&F University, Yangling, Shaanxi, China.

*** Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA), Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

**** Biotechnology Research Institute of Guangxi Academy of Agriculture Sciences, Nanning, Guangxi, China.

[1] El marchitamiento por Fusarium es una enfermedad micótica letal causada por el hongo Fusarium oxysporum f. sp. cubense. Es la primera enfermedad de los bananos que se expandió a nivel mundial, en la primera mitad del siglo xx. de la t.

[2] Un mu es 1/15 de una hectárea, mu es una unidad para expresar el área de tierra comúnmente utilizada en China.

[3] Hainan es una isla del sudeste de China, la más pequeña de las provincias de la República China. N. de la t.

[4] Notas de la visita a la empresa bananera del 29 al 30 de agosto de 2018, región autónoma de Guangxi Zhuang, República Popular China.

[5] Presumiblemente, las prácticas de cosecha dominantes tienen sus raíces en el sistema de producción campesino tradicional. Sin embargo, las lógicas de inversión actuales obstaculizan un uso más amplio de la tecnología de transporte por cable, incluso entre aquellas empresas que realizan inversiones significativas en investigación, tecnología e infraestructura.

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