Diego A. Casas* y Nemer E. Narchi**

Palabras clave: fragmentación de hábitat, precarización laboral, transformación del espacio  

 

Introducción

La migración por jubilación ocurre en varios países de Centroamérica, en el norte de África y en la Unión Europea, en donde los inmigrantes jubilados ocupan la región mediterránea (Lizárraga-Morales, 2008). En México, esa migración se presenta como un turismo residencial rural. En los últimos veinte años y tras las modificaciones de las leyes crediticias y de tenencia de la tierra, incluye a turistas provenientes no solo de EE.UU. y Canadá, sino también de España, Italia, Francia y Alemania y ha sido promovido por agentes locales, agencias de desarrollo regional, emporios globales e incluso por el Gobierno federal, que les promueve como desarrollos de bajo impacto (SEMARNAT, 2008).

Existen pruebas empíricas que demuestran que estos desarrollos distan, por sus efectos ecológicos en la escala local, de ser considerados de bajo impacto (González-Abraham et al., 2007). Uno de los efectos más perceptibles es la pérdida de cobertura vegetal (Sakowicz, 2004).

Nuestro estudio se desarrolla en Baja California Sur —segundo destino nacional del turismo residencial extranjero en México (Kiy y McEnany, 2010). Este fenómeno no solo impacta en la ecología local, sino que también tiene efectos socioeconómicos negativos, como la segregación del espacio, el encarecimiento de bienes raíces, la sobreexplotación de servicios urbanos y la competencia desleal (véase Ibarra-García y Badillo-Salas, 2015). En este artículo, exponemos los impactos de la migración por jubilación sobre la sustentabilidad en la Región de Punta Gorda – La Fortuna, México (figura 1), una zona rural cuya actividad económica es totalmente dependiente del turismo residencial. Hacemos particular énfasis en los efectos del cambio de uso de suelo y la reconversión de la economía del sector primario en mano de obra asalariada.

Método

La sustentabilidad se abordó de forma económica, social y ambiental y se midió mediante la metodología de desarrollo sostenible microrregional (Sepúlveda, 2001; Sepúlveda et al., 2003; Sepúlveda et al., 2005), la cual contempla tres aspectos básicos: a) unidad espacial de análisis (país, región, microrregión); b) dimensiones de análisis; c) observaciones temporales (decenios, años, meses). Se abordaron los componentes: a) ecológico —patrones espaciales y la dinámica del cambio de uso del suelo en los últimos treinta años y su efecto en la condición de los ecosistemas—; b) social —efectos sobre la condición de infraestructura, servicios, continuidad de actividades tradicionales y percepción de la comunidad—; c) económico —efectos sobre los empleos, nivel de pobreza e ingresos de las comunidades locales. La metodología estima el grado relativo de desarrollo sostenible mediante el índice de desarrollo sostenible (S3), que representa el grado de desempeño de la unidad de análisis en un período determinado mediante indicadores en sus diferentes dimensiones, basados en indicadores de presión-estado-respuesta (Céspedes, 2001); lo que permite realizar comparaciones entre los diferentes indicadores en cualquier unidad de medición a través de una estandarización de los datos mediante una función de relativización que arroja un valor relativo entre 0 y 1 (0, desempeño mínimo, y 1, máximo) para cada uno de los componentes utilizados en la construcción del S3; por ejemplo, una pérdida total de la cobertura vegetal original tendría un 0, y la conservación del 100%, un 1. El S3 representa la situación general de todo el sistema, siendo 0 el nivel mínimo de desempeño y 1 el máximo, estableciéndose que un valor por debajo de 0,2 representa un sistema con alta probabilidad de colapso; entre 0,2 y 0,4, un sistema en situación crítica; de 0,4 a 0,6, un sistema inestable; de 0,6 a 0,8, estable; y de 0,8 a 1, óptimo.

Figura 1. Área de estudio y cambio de uso de suelo. (Fuente: Elaboración propia)

Figura 1. Área de estudio y cambio de uso de suelo. (Fuente: Elaboración propia)

Para el análisis del cambio de uso de suelo se establecieron y se delimitaron los tipos de vegetación, hábitat y usos de suelo con fotografía aérea (1978 y 2007) y ortofotos digitales (1999), utilizando criterios y atributos biofísicos en ArcMap versión 9.2. Los tipos de vegetación identificados fueron matorral sarcocaule y vegetación de dunas ya definidos por Pérez-Navarro (1995). Las categorías de uso de suelo (viviendas y caminos) se tomaron de González-Abraham et al. (2007) y las playas arenosas se definieron como categoría de hábitat.

Para generar indicadores sociales y económicos se realizó una entrevista semiestructurada basada en el cuestionario básico propuesto por la OMT (2005). La entrevista se aplicó en cada uno de los hogares en dieciocho de las veintiuna localidades del área de estudio. Los requisitos de selección de participantes fueron: ser representantes del hogar, mayores de dieciocho años y residentes permanentes del lugar. Esta información se complementó con los datos de dotación de servicios en viviendas particulares de los censos de población y vivienda de los años 1980, 2000 y 2005 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).  

Resultados

La tabla 1 evidencia una degradación paulatina del sistema, definido como estable en 1978 y como inestable en 2008. Los disturbios más acentuados están ligados a la construcción y dispersión de vías de comunicación (18,4 % del total), que fragmentan el frágil desierto sudcaliforniano (figura 1 e imagen 1). Este impacto duplica el promedio nacional (7,1 %) para áreas similares (Seingier et al., 2009), y se asemeja al de las zonas de alto desarrollo (19,8 %) como Cancún (Pérez-Villegas y Carrascal, 2000).

Pese a que la comunidad residente tiene una percepción positiva (96%) sobre los proyectos turístico-residenciales, nuestra investigación muestra que la comunidad residente sufre precarización laboral y erosión del modo de vida por la introducción de estos proyectos, ya que por siglos el modo de vida de los sudcalifornianos se ha dividido en pescadores y rancheros. A estos últimos, Romero-Guluarte (2014) les describe como los propietarios de unidades de producción autosuficientes dedicadas a la producción en pequeñas huertas y a la crianza de ganado. En Baja California Sur los ranchos fueron, hasta hace poco, capaces de proveer casi todas las necesidades básicas de alimentación del estado.

La transformación del espacio rural en turístico-residencial erosiona la diversidad laboral. Aunque existe un aumento en la oferta de trabajo por los servicios que los turistas demandan (Sánchez-Vera, 2014), existe una pérdida de las actividades tradicionales (del 99% en 1978 al 31% en 2008), que son llevadas a cabo en su mayoría por gente mayor. Así mismo, cabe destacar que cuando una comunidad goza de una economía diversificada, es menos vulnerable a la volatilidad del mercado (Enríquez-Acosta, 2010).

Mientras la demanda por tierras para conversión en desarrollos turístico-residenciales crece, la plusvalía ha aumentado de MEX$50 pesos (1978) por m2 (valor catastral), a MEX$100 pesos para el año 2000. En 2008, el valor catastral por m2 aumentó hasta MEX$250. No obstante, el valor comercial del m2 ha llegado hasta los MEX$2000 (≈USD $100).

El creciente valor de la tierra impulsa a los pequeños propietarios a vender sin tomar en cuenta que el desierto limita las actividades que pueden desarrollar sin tierra. Muchos de los que vendieron sus tierras no tuvieron otra opción que volverse empleados domésticos, muchas de las veces sin contrato y fuera del amparo de la Ley laboral, quedando cautivos en un sistema que les confina a una vida con poca seguridad y poca movilidad socioeconómica.

Tabla 1. Indicadores e índices de sustentabilidad en sus componentes y su evaluación global para los años 1978, 1999 y 2007. (https://www.etutorworld.com/) (Fuente: Elaboración propia)

    1978 1999 2007
Componente ambiental Indicadores Valor original Valor normalizado Valor original Valor normalizado Valor original Valor normalizado
Porcentaje de superficie terrestre ocupada por actividad antropogénica 0,71 0,993 11,3 0,887 18,4 0,816
Porcentaje de superficie perturbada 9 0,910 74 0,260 79 0,210
Densidad de casas (promedio) 0 1,000 11 0,890 29 0,710
Densidad de caminos (km lineales / km2) 1,023 0,744 12,54 0,000 12,57 0,000
Valor S3 0,91 0,51 0,43
Categoría Nivel óptimo Inestable Inestable
Componente social Porcentaje de cobertura de agua potable 4 0,04 4 0,04 3 0,03
Porcentaje de cobertura alcantarillado 15 0,15 19 0,19 15 0,15
Porcentaje de cobertura electricidad 10 0,10 26 0,26 10 0,10
Porcentaje de vivienda con piso de tierra 19 0,81 19 0,81 1 0,99
Porcentaje de personas adultas que opinan que el turismo ha beneficiado su comunidad 96 0,96 96 0,96 96 0,96
Porcentaje de personas que han mantenido sus actividades tradicionales 99 0,99 31 0,31 31 0,31
Valor S3 0,51 0,43 0,42
Categoría Inestable Inestable Inestable
Componente económico Ingresos generados por el turismo como porcentaje de los ingresos totales generados en la comunidad 1,5 0,985 15 0,85 65 0,35
Porcentaje de puestos de trabajo del sector turístico ocupados por residentes 95 0,95 95 0,95 95 0,95
Gasto promedio diario del turista 16,6 0,01 16.6 0,0145 16,6 0,0145
Valor S3 0,65 0,605 0,44
Categoría Estable Estable Inestable
Global  
Valor S3 0,68 0,55 0,47
Categoría Estable Inestable Inestable
Vista de la fragmentación del paisaje en el área de estudio. Autor: Diego Casas

Vista de la fragmentación del paisaje en el área de estudio. Autor: Diego Casas

Discusiones y conclusiones

La tabla 1 da cuenta de la degradación progresiva de un sistema que era estable en 1978 y dejó de serlo en 2008. Al inicio, el componente ambiental estaba en una categoría óptima por la escasa actividad humana en la zona (0,71% de área disturbada). Sin embargo, la falta de servicios públicos de los pocos pobladores (< 20%) hace que el componente social se mantenga como inestable. El componente económico se observó como estable pese a que el gasto promedio diario del turista fuera muy bajo (USD $13), y por el hecho de que solo el 1,5% de los ingresos provenía de esa actividad. Con un aumento en la población, el componente ambiental sufrió alteraciones negativas (de IS3 0,91 a 0,51), afectando la categoría global, ya que los demás componentes se mantuvieron iguales. La alta dependencia hacia la actividad turística convirtió en inestable el componente económico, pues el rezago de servicios y la pérdida de cobertura se mantuvieron prácticamente iguales.

Cariño Olvera (2014) señala que la vida humana en la Península fue relativamente fácil por un largo tiempo. Las sociedades sudcalifornianas, que carecían de las tecnologías modernas para lidiar con el aislamiento y la aridez, generaron estrategias de vida concordantes con los ciclos ecológicos de la región, hasta su contacto con el capitalismo.

El capitalismo desterritorializa las prácticas que permitían a los pobladores relacionarse directamente con el espacio biofísico. Uno de los ejemplos más claros puede hallarse en nuestra zona de estudio, donde, de noviembre a abril, los residentes oriundos son superados en una razón de 13 a 1 por los turistas residenciales.

La superposición de proyectos exógenos en Sudcalifornia promueve la reproducción de un sistema económico que se anuncia como clasista e ignorante de las técnicas y saberes todavía utilizados hasta bien entrado el siglo XXI para crear y mantener un paisaje en el cual los intercambios materiales generan una economía energética que produce un mínimo de excreciones (véase Toledo, 2013).

El turismo residencial impone una lógica disonante de las necesidades del medio ambiente en el que se instaura. En este sentido, una lógica ranchera, adaptada a ambientes severos como el de Baja California Sur, representa una esperanza potencial para plantear un desarrollo alternativo. Un desarrollo de bajo impacto no puede existir solamente en el discurso del Estado que lo promueve, sino también bajo el escrutinio que resulta de la fusión de datos técnicos y teoría crítica, que pone a nuestro alcance horizontes capaces de detonar esquemas de desarrollo más justos, incluyentes y sustentables.  

Agradecimientos

Quisiéramos agradecer al CIBNOR por su apoyo con el proyecto “Implicaciones ecológicas del desarrollo turístico-residencial en una zona costera (Los Frailes – Punta Gorda) en Baja California Sur”, clave 119336.  

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* Conacyt. Unidad de Ciencias del Agua, Centro de Investigación Científica de Yucatán, Cancún, Quintana Roo, México (diego.casas@cicy.mx)

** Centro de Estudios en Geografía Humana, El Colegio de Michoacán, La Piedad, Michoacán, México

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