Alejandro Pérez-Olivares[1]

«Marx dijo que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero tal vez las cosas se presentan de muy distinta manera. Puede que las revoluciones sean el acto por el cual la humanidad que viaja en ese tren acciona el freno de emergencia».

Walter Benjamin

Parece que ha llegado el momento de repensar seriamente la advertencia que Walter Benjamin lanzara allá por 1940. Poco antes de su muerte en Portbou, perseguido por la Gestapo alemana y la policía franquista, el pensador alemán reflexionaba sobre la noción productivista del «progreso» y la necesidad de detener su carácter destructivo (2008: 318). Setenta y cinco años después, el marco más apropiado para ello es la ciudad, cuyo especial metabolismo es causante de los impactos ambientales más brutales sobre el ecosistema mundial.

En este sentido, cabe reseñar las «Jornadas sobre municipalismo desde el ecologismo social», celebradas en Madrid durante los días 27 y 28 de febrero de 2015. Organizadas por Ecologistas en Acción, fueron apoyadas por referentes de los movimientos sociales como la librería Traficantes de Sueños y el centro La Traviesa. Tanto la idea como su desarrollo reflejaron el contexto que se vive desde el último año en la mayoría de puntos de la geografía española: efervescencia política, recuperación de espacios para el común y creación de plataformas ciudadanas orientadas al asalto electoral. El objetivo propuesto por la organización era «incluir en la agenda municipalista asuntos que tienen que ver con las dimensiones urbanas ‘más materiales’: metabolismo, agua, residuos, suelo, transporte, etc. Y todo ello en clave de ecologismo social»[2]. El método, combinar la reflexión científica, a través de dos «ponencias inspiradoras», con la reflexión política, las experiencias y las resistencias de otros municipios. Un diálogo entre teoría y práctica, una discusión entre lo que se quiere hacer y lo que se puede conseguir.

LA CIUDAD: ORIGEN DEL PROBLEMA, MARCO DE ACTUACIÓN.

La voluntad de unir ecologismo social con acción política municipalista estuvo presente desde la inauguración de las jornadas. Al fin y al cabo, desde hace un tiempo las decisiones relacionadas con nuestra vida se toman en lugares cada vez más lejanos a nosotros. Se hace necesario construir ciudades más habitables, reducir su impacto, al tiempo que se recupera la soberanía municipal en gran parte de las competencias que le afectan y se transita hacia una ciudad orientada a las necesidades cotidianas de las personas. Sin embargo, las fuerzas políticas transformadoras no siempre han tenido en cuenta la importancia de la crisis ecológica, su origen y consecuencias, ni han acertado con el diagnóstico necesario para abordar el problema.

En este sentido, la ponencia de Fernando Prats «Las ciudades en el Antropoceno» dejó claro que el ámbito urbano es el principal espacio de contradicción entre la acumulación de riqueza y bienes comunes naturales, su desigual reparto, la pésima gestión de sus residuos y de los servicios que posibilitan la reproducción de la vida. La ciudad, entre su techo ambiental y su suelo social, será el escenario donde se va a ganar o perder la batalla por la sustentabilidad en la encrucijada situada entre 2000-2030 (Fernández Durán, 2011). Por otro lado, y a pesar de la aceleración del tiempo característica de los grandes núcleos urbanos, a medio plazo éstos deberán ser los observatorios privilegiados del reto que supone la crisis ecológica, pues son poco resilientes ante los cambios globales y están ampliamente desconectados de sus hinterlands rurales (Prats, 2014).

Isabela Velázquez incidió en recuperar un metabolismo urbano de proximidad como una de las principales medidas a desarrollar en el diseño de un urbanismo para las personas. Una planificación que no esté guiada por la búsqueda de plusvalías ni por el afán gentrificador, un urbanismo que reinvente la ciudad ante el cambio civilizatorio. En este sentido, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿qué ciudades para qué vidas? Desde hace tiempo sabemos que el espacio es político, en tanto que revela las tensiones propias de la sociedad (Lefebvre, 2013). La reconversión de la ciudad pasa por la instauración de una «moral de la proximidad»: la conexión de unas personas con otras y una concepción ecosistémica del mundo urbano. Si la ciudad es el origen del problema, también debe ser parte de la solución. Para ello, los cambios de valores deben ir de la mano de los cambios técnicos, y viceversa (Riechmann, 2012: 219-235).

TIEMPOS DE CONFLUENCIA: ENTRE LA URGENCIA Y LA NECESIDAD

La primera jornada se cerró con la primera de las mesas redondas programadas en el ciclo, que tuvo como objetivo reflexionar sobre las competencias municipales. La voluntad por hacer, la necesidad de imaginar el futuro y la sensación de urgencia dominaron todas las reflexiones, entre las que se colaba una y otra vez el asalto electoral madrileño. Con la confluencia entre diferentes fuerzas políticas y movimientos sociales en un avanzado estado de gestación, el papel de la ciudad en el marco de la crisis ecológica fue un tema más o menos recurrente. Sin embargo, y con la ventaja de la perspectiva, no parece que la ecología haya estado presente en la mayoría de quienes participaron en las primarias de Ahora Madrid, pues entre las cinco medidas más urgentes a desarrollar en los cien primeros días de gobierno apenas aparecen los bienes comunes naturales[3].

Está todavía por demostrar que los ritmos de la política institucional, casi siempre cortoplacista, puedan acompasarse a los del planeta. Sin embargo, la ciudad es el marco propicio para que sociedad y naturaleza vuelvan a encontrarse. La importancia de fenómenos como la movilidad, el transporte, la gestión del agua y de los residuos o los cuidados comunitarios puede fomentar esa aproximación. A esa tarea se lanzaron los talleres simultáneos y la puesta en común de múltiples experiencias y resistencias, desde Cádiz a Gipuzkoa, desde un pueblo de Cáceres como Carcaboso a la propia capital, Madrid. Iniciativas como la recuperación social del suelo, la regularización de huertos comunitarios, mercados sociales o la recogida de residuos «puerta a puerta» construyen otra ciudad, otra forma de relacionarnos entre nosotros y con nuestro entorno. Como ha dicho el famoso geógrafo David Harvey en una entrevista reciente, el derecho a la ciudad supone el derecho a cambiarnos transformando el propio entorno urbano. Y en esa tarea, la política institucional necesita de los movimientos sociales, en especial de los vinculados a la ecología política[4].

2015: ¿EL COMIENZO DEL CAMBIO O EL PRIMER RETO?

La magnitud de la crisis que nos asola desde hace siete años está fuera de toda duda. Paro masivo, desahucios, suicidios, aumento de la represión, mercantilización de la educación y la sanidad… Pero no es menos cierto que no podemos volver a 2008. La economía del ladrillo y todo lo que representa (fe en el crecimiento ilimitado, brutales impactos ecológicos, desaforadas desigualdades económicas) no puede ser la solución a un escenario del que es responsable. La alternativa sólo puede pasar por reinventarnos como sociedad. Aprovechar lo existente (nuestras experiencias cotidianas, los saberes acumulados, las propias instituciones públicas deformadas por el neoliberalismo) para construir un futuro común que fomente el diálogo a escala local. Un diálogo, en primera instancia, entre las personas para construir una democracia que pueda considerarse como tal. Un diálogo que dibuje las prioridades sociales desde la propia ciudadanía y que sitúe en el centro la sostenibilidad de la vida. Un diálogo que anticipe el reencuentro entre sociedad y naturaleza, entre la ciudad y el campo, el Norte y el Sur. La esperanza del buen vivir.

Las posibilidades del cambio que puede comenzar en 2015 sólo son comparables a la altura del reto al que nos enfrentamos. En primer lugar, la pedagogía se antoja fundamental para convencer de la necesidad de conseguir la desmercantilización de la vida y conseguir una mayoría social que la fuerce (Unceta, 2015: 30-35). Después, hay que insistir en esto, la colaboración entre los movimientos sociales y la labor desde las instituciones. Alcanzarlas es tan sólo el primer paso. El segundo, más importante, será no olvidar que la necesaria transformación de la ciudad debe ser el comienzo de algo mayor. Como dijo Rengo Wrongo,

«El nexo entre domingo y lunes.

La prueba de las nuevas instituciones

para la revolución» (Riechmann, 2008: 106)

Referencias

BENJAMIN, W. (2008), «Tesis sobre el concepto de historia«, en Obras, Libro I, Volumen 2, Madrid, Abada Editores.

FERNÁNDEZ DURÁN, R (2011), La quiebra del capitalismo global: 2000-2030. Preparándonos para el comienzo del colapso de la civilización industrial, Libros en Acción: Virus Editorial.

LEFEBVRE, H. (2013) [1974], La producción del espacio, Madrid, Capitán Swing.

PRATS, F. (2014), Ciudades y ciudadanía ante la crisis ecológica y el cambio de época. Reflexiones sobre el caso de España, Ecología Política, 47, pp. 13-16.

RIECHMANN, J. (2008), Rengo Wrongo, Mérida, DVD Ediciones

RIECHMANN, J. (2012), El socialismo puede llegar sólo en bicicleta, Madrid, Los Libros de la Catarata.

UNCETA, K.: Desarrollo alternativo, alternativas al desarrollo y buen vivir: propuestas para el debate, Papeles, 128, pp. 29-38.

[1] Seminario Complutense «Historia, Cultura y Memoria»/ Departamento de Historia Contemporánea – UCM (aperezolivares@ucm.es)

[2] Jornadas sobre municipalismo desde el ecologismo social. 27 y 28 de febrero de 2015, Ecologistas en acción. Documentación de apoyo repartida por la organización.

[3] Resultados de las primarias abiertas a la ciudadanía de Ahora Madrid, 30 de marzo, https://primarias.ahoramadrid.org/, consultado el 31 de marzo de 2015.

[4] Sustainability and Social Movements: Interview with David Harvey, https://www.youtube.com/watch?v=sNFdD8uJ8U8, consultado el 4 de abril de 2015.

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