Daniel López-García [*], Laura Calvet-Mir [**], Josep Espluga [***], Marina Di Masso [****], Guillem Tendero-Acin [*****] y Ariadna Pomar-León [******]

 

La Dinamización Local Agroecológica (DLAe) forma parte del paradigma agroecológico, un paradigma alternativo de desarrollo rural que se despliega en tres frentes: como disciplina científica, como conjunto de prácticas de manejo agrario y como movimiento social transformador. La triple propuesta ofrecida por la DLAe cuestiona el sistema agroalimentario industrial basado en el productivismo e incentiva la soberanía local mediante el análisis de las acciones de los diferentes actores sociales, de sus relaciones de interdependencia y de las formas en las que interactúan con el sistema agroalimentario local, al tiempo que promueve la gestión colectiva y sostenible de bienes comunes como la alimentación, la tierra, las semillas o el agua. La DLAe es una estrategia que promueve la soberanía local porque parte de un enfoque eminentemente territorial y participativo, empoderando a la población local, redefiniendo el papel del Estado y promoviendo la resiliencia de las sociedades locales.

Palabras clave: agroecología, transición agroecológica, gobernanza alimentaria, soberanía alimentaria

 

La propuesta de la Dinamización Local Agroecológica

Nos hallamos en un escenario de crisis multidimensional, atribuido al metabolismo urbano-agro-industrial, que se evidencia en el cambio climático, la dificultad creciente de acceso a los combustibles fósiles y otros recursos minerales, la pérdida de biodiversidad, la desigualdad social y la crisis de los mecanismos de reproducción social (Fernández Durán y González Reyes, 2014). En el sector agroalimentario la  promoción de la “modernización agrícola”, complementada con una estrategia específica de “extensión agraria”, ha acentuado dicha crisis provocando una homogeneización cultural de la que la pérdida de memoria biocultural es una expresión particular (Toledo y Barrera, 2010; López y Guzmán, 2013).

Para afrontar dicha crisis multidimensional y su expresión en el sistema agroalimentario, la Dinamización Local Agroecológica (en adelante, DLAe) trata de operativizar las propuestas teóricas de la agroecología, articulando sus tres facetas: como disciplina científica, como conjunto de prácticas de manejo agrario y como movimiento social transformador (Wezel et al., 2009). Concretamente, la DLAe es una propuesta práctica de ámbito local para construir un sistema agroalimentario sostenible mediante la promoción de la soberanía alimentaria, la cohesión territorial y social, la reproducción social de las comunidades locales y la conservación de los ecosistemas. En este proceso de transición agroecológica, la DLAe trata de movilizar los actores, los recursos y las capacidades endógenas de las comunidades locales. Pone en el centro de las estrategias de desarrollo local la necesidad de construir redes alimentarias alternativas que se basen en la reactivación de la producción agropecuaria, el protagonismo del campesinado, el conocimiento ecológico tradicional y el fortalecimiento de los mercados locales y los circuitos cortos de comercialización. Y trata de reforzar la capacidad y el derecho que tienen las comunidades locales para decidir cómo y con qué finalidad se deben gestionar algunos de los bienes comunes más básicos, como son la alimentación, la tierra, las semillas o el agua. En definitiva, la DLAe construye a nivel local respuestas a los desequilibrios que generan el sistema agroalimentario industrial y las políticas de desarrollo económico convencionales. Para ello se articulan metodologías participativas de investigación-acción junto con otros métodos y técnicas de investigación y dinamización provenientes de distintas disciplinas.

La alimentación: punto de encuentro temático para la sostenibilidad local

La alimentación se ha convertido en un importante “punto de encuentro temático” para distintos procesos y movimientos sociales y políticos alternativos (Renting y Wiskerke, 2010). La emergencia en distintos países y territorios de políticas integrales e intersectoriales vinculadas con la alimentación (como las estrategias alimentarias locales) abre un nuevo espacio político en el que se reconfiguran los protagonismos y las relaciones de poder. En este contexto, la DLAe aparece como una respuesta al anhelo de radicalidad democrática que están expresando sectores cada vez más amplios de la sociedad. Desde el enfoque de la DLAe se insiste en promover la participación en la identificación y definición de los retos a superar en el sector primario y el ámbito local, en el diseño de las estrategias para superar esos retos, y en la toma de decisiones sobre qué medidas y estrategias se implementarán y cómo.

La DLAe se inserta en una corriente más amplia de construcción de autonomías locales y de proyectos políticos que reconstruyen lo comunitario a partir de nuevas estructuraciones de los flujos económicos (Holloway, 2003; Zibechi, 2011; Holt-Giménez, 2013). Nos situamos en una corriente que plantea el ejercicio de la soberanía local como proceso de desmercantilización de la economía, para poner la vida en el centro de los procesos sociales (Borderías et al., 1994; Pérez-Orozco, 2014) y reconstruir así comunidades locales. En este sentido, nos apoyamos en las líneas teóricas que han puesto el acento en la persistencia de espacios sociales y económicos no-mercantilizados bajo la hegemonía capitalista (estudios post-coloniales, economía ecológica, economía feminista, neopopulismo ecológico, recampesinización), para tratar de amplificar estos espacios y construir propuestas de futuro más allá de la mera supervivencia.

Taller con productores implicados en RAA. II Seminario en Circuitos Cortos de Comercialización, Estella-Lizarra, 2013 (Ecologistas en Acción).

Taller con productores implicados en RAA. II Seminario en Circuitos Cortos de Comercialización, Estella-Lizarra, 2013 (Ecologistas en Acción).

Recursos, flujos y conocimientos locales

Del cruce de las perspectivas territorial y de cadena productiva surge una propuesta de manejo de los recursos locales para el sostenimiento y la reproducción de la vida. Así, las nuevas arquitecturas institucionales que se promueven han de ser capaces de articular a los distintos actores presentes en el entorno local, así como sus distintos intereses, alrededor del proyecto local de construcción de sostenibilidad. En el marco de la DLAe, se identifican dos bloques de contenido centrales para lanzar procesos territoriales de transición agroecológica: las Redes Alimentarias Alternativas (RAA) y el Conocimiento Ecológico Tradicional (CET).

Las RAA construyen intereses comunes entre actores locales agrarios y no agrarios, en torno a la producción y circulación de los alimentos de proximidad. A su vez, permiten un reequilibrio en las relaciones de poder entre los actores locales y extra-locales. (Ambien) En efecto, más allá de la referencia al territorio como estrategia de diferenciación de un producto frente a los mercados globales, las redes alimentarias alternativas permiten construir flujos sociales para la desmercantilización de las economías, vinculándose a territorios concretos pero potencialmente extensos. Es decir: la DLAe trata de articular los sujetos y flujos en las distintas escalas de análisis en base a nuevas configuraciones de lo territorial, de forma que sean las comunidades locales las que mantengan el poder sobre los productos sociales en circulación.

Las RAA suponen una defensa de las producciones locales frente al mercado global, pero son sobretodo un laboratorio de nuevas formas de organización social mediante las cuales se trata de trascender el valor de cambio para construir valores de uso y, en definitiva, comunidad (López-García, 2015). En este sentido se promueven las redes de consumo y de pequeños establecimientos (tiendas tradicionales, restaurantes, etc.) que apoyan el producto local: las redes locales de personas productoras (en sus muy diversas formas) y especialmente las redes territoriales que día a día construyen la soberanía alimentaria en el ámbito local y regional, articulando sistemas agroalimentarios locales basados en los principios de radicalidad democrática, sostenibilidad y justicia ecosocial.

La literatura sobre RAA es extensa, y las prácticas que dan cuerpo al concepto son muchas y muy diversas. En el Estado Español encontramos realidades como las redes de grupos de consumo que se articulan en las aglomeraciones metropolitanas de manera informal; o a través de encuentros (La Repera en Catalunya, La Rehuerta en Madrid, o los encuentros organizados por Ecologistas en Acción a nivel estatal); o mediante estructuras formales como la FACPE en Andalucía o Ecoconsum en Catalunya. También encontramos redes que articulan producción y consumo en las que el sector productor lidera, como ARCo (impulsado por el sindicato COAG), Nekasarea (Bizkaia) y muchas otras en distintas provincias y Comunidades Autónomas. Por último, encontramos redes territoriales más o menos formales y que en muchos casos trascienden la mera circulación de alimentos para liderar procesos integrales de transición agroecológica, como la promovida por ASACAM en Ciudad Real; los proyectos que se han creado en torno a l’Escola de Pastors de Catalunya; o las redes comarcales vinculadas con el pequeño comercio que se están creando en Andalucía a través del proyecto de “territorialización del comercio” (López-García y Tendero, 2013; López-García, 2015).

Por su parte, el Conocimiento Ecológico Tradicional y las variedades agrícolas tradicionales pueden tener un importante papel en los procesos de DLAe. Estudios científicos en los diversos lugares del Estado Español (Aceituno-Mata 2010, Calvet-Mir 2011) han corroborado que agroecosistemas como los huertos tienen asociada una gran cantidad de conocimiento ecológico tradicional. También se ha visto que este conocimiento contribuye a la gestión de dichos agroecosistemas y a la preservación de la diversidad biocultural. Por ejemplo, en dos estudios en el Pirineo Catalán (Calvet-Mir et al. 2010, Riu-Bosoms et al. 2012) se econtraron más de 50 refranes y prácticas concretas asociadas tanto a la gestión y los usos de los cultivos como al manejo general de los huertos.

Horticultor junto a una variedad tradicional de calabaza en la Vall Fosca (Pirineo Catalán): Laura Calvet Mir.

Horticultor junto a una variedad tradicional de calabaza en la Vall Fosca (Pirineo Catalán): Laura Calvet Mir.

Uno de los principales escollos que se presentan al intentar activar la transición agroecológica es que la lógica dominante de la agricultura industrial ha invisibilizado ciertas formas alternativas de vivir de la agricultura y la ganadería que de hecho existen en el presente. El CET, además de aportar soluciones prácticas para el manejo agrario sostenible (Toledo y Barrera-Bassols, 2008), resulta imprescindible para reconstruir, en las comunidades rurales, nuevas identidades híbridas que combinen los rasgos campesinos que aún subsisten y las identidades globalizadas ligadas a la agricultura industrial, para construir en el presente nuevas propuestas alternativas (López y Guzmán, 2012). La puesta en valor de las variedades, los saberes o las herramientas tradicionales puede provocar cambios en el imaginario y la autoestima colectivas que faciliten la dinamización del sector agrario hacia procesos de transición agroecológica. A su vez, esta memoria biocultural es un elemento central en la puesta en marcha de estrategias productivas sostenibles a nivel de finca.

Redes de actores y relaciones de poder

Las redes sociales operan en muchos niveles y juegan un papel crítico en la determinación de la forma en que se resuelven los problemas sociales. En el campo de la gestión de los recursos naturales, se ha demostrado que las características estructurales de los procesos sociales, como por ejemplo los diferentes niveles de colaboración entre personas, son claves para una gestión sostenible de los ecosistemas (Bodin y Prell, 2011). La densidad y el grado de estructuración de estas redes (más allá de las organizaciones formales) son aspectos que juegan un papel fundamental en los procesos clave de la transición agroecológica, como la conservación y reproducción de la agrobiodiversidad (Zimmerer, 2003; Calvet-Mir et al., 2012); y resultan asimismo centrales en la articulación de Redes Alimentarias Alternativas y procesos de Desarrollo Rural Endógeno (Ploeg y Marsden, 2008). Estos aspectos se trabajan de manera prioritaria mediante la estrategia metodológica que despliega la DLAe, ya que el sistema agroalimentario está fuertemente atravesado por relaciones de poder; y el poder “no es más que una configuración determinada de relaciones sociales” entre sujetos, cuyos vínculos son más fáciles de transformar que los sujetos en sí (Villasante, 2006).

Las redes sociales son la materia prima para el trabajo en DLAe, y las metodologías participativas de investigación-acción la herramienta sobre la que se diseñan los procesos de transición. Sobre un armazón central participativo es posible articular técnicas cuantitativas y cualitativas procedentes de distintas metodologías, para abrir procesos de acción-reflexión-acción desde la lógica de hacer ciencia con la gente, y situar el protagonismo en las comunidades locales. La estrategia participativa se adapta al trabajo específico con distintos grupos sociales y subjetividades presentes en cada territorio, con especial atención a los grupos subalternos (mujeres, jóvenes, migrantes, neo-rurales, etc.) y a la movilidad de sujetos en el entorno local. También a distintos ámbitos de la realidad como el manejo productivo en finca, la circulación de los alimentos o el conocimiento local. Sin embargo, cobra una mayor profundidad cuando se aplica a procesos integrales de dinamización territorial.

Un ejemplo de dinamización territorial a escala municipal se desarrolló en Morata de Tajuña (Madrid) entre 2006 y 2009, articulando en un mismo proyecto participativo la creación de estructuras colectivas para la transformación del producto agrario y la comercialización; la mejora de las condiciones en las contrataciones de personas jornaleras; la introducción de actividades formativas de perspectiva agroecológica en los centros educativos locales; y la recuperación de CET como herramienta de la transición agroecológica. A escala comarcal encontramos otras referencias en Las Alpujarras (Granada) y en la Vega de Granada, con el diseño e implementación del Plan Estratégico comarcal de Agricultura Ecológica; pero encontramos proyectos incipientes con este enfoque en diversas comarcas andaluzas, catalanas y en Euskadi (Cuéllar y Calle, 2011; Guzmán et al., 2013; Pomar y Tendero, 2015).

La DLAe como estrategia para la soberanía local

En definitiva, la DLAe promueve la soberanía local al menos por dos vías: en primer lugar, a través de una aproximación territorial a los sistemas socio-ecológicos y de una redefinición de su relación con los organismos estatales, cuyo papel pasa a ser sobre todo de acompañamiento de las iniciativas locales, (i) favoreciendo la participación y el empoderamiento de la población local; y (ii) potenciando nuevas institucionalidades sociales para avanzar hacia la gobernanza alimentaria y la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios locales.

En segundo lugar, aumentando la resiliencia (es decir la capacidad de una sociedad de recuperarse frente a impactos externos) de las comunidades locales mediante la construcción de entramados de relaciones que articulan a los distintos actores del contexto local y a estos con los agroecosistemas, a la vez que articulan distintas escalas de análisis. El enfoque participativo de la DLAe permite construir arreglos específicos de transición agroecológica, de acuerdo a objetivos comunes construidos a lo largo de cada proceso particular. A través de este enfoque se pretenden conseguir transformaciones combinadas en el corto, medio y largo plazo que reviertan las dinámicas insostenibles, injustas y antidemocráticas que los metabolismos urbano-agro-industriales generan, tanto en la escala global como en el ámbito local.

Actualmente nos encontramos en un punto de inflexión derivado del agotamiento del modelo clásico de desarrollo rural, que no ha conseguido revertir las tendencias de despoblamiento, pérdida de población activa agraria, pérdida de calidad alimentaria, etc. Las pequeñas pero cada vez más numerosas iniciativas de DLAe ya existentes se están convirtiendo, como punto de encuentro temático, en un poderoso referente para muchos sectores sociales interesados en recuperar soberanías locales a través de la desmercantilización de la economía y de la democracia radical. Además, nos acercan a una actividad agraria sostenible, una alimentación justa y de calidad, un mundo rural vivo e interconectado, y unas relaciones entre campo y ciudad construidas en base a la diversidad y la justicia sociales.

Actividades de educación agroecológica con escolares de Morata de Tajuña (Madrid): Daniel López

Actividades de educación agroecológica con escolares de Morata de Tajuña (Madrid): Daniel López

Referencias

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[*] Laboratorio de Historia de los Agroecosistemas, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. C/Madiba, 4; 10412 Garganta la Olla, Cáceres.

[**] Internet Interdisciplinary Institute (IN3), Universitat Oberta de Catalunya, Barcelona y Institut de Ciència i Tecnologia Ambiental Universitat Autònoma de Barcelona. Edifici ICTA-ICP, Carrer de les Columnes s/n, 08193 Bellaterra, Barcelona.

[***] Institut de Govern i Polítiques Públiques, Universitat Autònoma de Barcelona. Edifici B, Facultat de CCPP i Sociologia. Campus de la UAB, 08193 Bellaterra.

[****] Institut de Ciència i Tecnologia Ambiental y Grup de Recerca en Agricultura, Ramaderia i Alimentació en la Globalització, Universitat Autònoma de Barcelona. Edifici ICTA-ICP, Carrer de les Columnes s/n, 08193 Bellaterra, Barcelona.

[*****] Institut de Govern i Polítiques Públiques, Universitat Autònoma de Barcelona. Can Masdeu – Camí Antic de St. Llàtzer s/n; 08035, Barcelona.

[******] Institut de Govern i Polítiques Públiques, Universitat Autònoma de Barcelona. C/ Torre del pardals, 60, 1er 4a; 08032, Barcelona.

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