“Estamos casi un año luchando a favor del agua, tratando en lo máximo de hacer valer nuestros derechos de acuerdo con la constitución, defendiendo el medio ambiente, nuestros bofedales, manantiales que están colocados a 4100 msnm en las partes más altas de la provincia de Celendín. Yo me impliqué en la lucha porque sabemos y vivimos a diario el requisito fundamental que es el agua. Siempre hemos vivido atropellos de la municipalidad de nuestra provincia, el alcalde que está con la minería, con el gobierno actual de Ollanta que han vendido a nuestra gente, uno frente a eso no puede ser ajeno, tenemos que implicarnos aunque eso implique arriesgar nuestra propia vida”. Jenny Cojal, presidenta de base de rondas de mujeres de Celendín.

La expansión de los megaproyectos de minería a cielo abierto desde los años 90 parece no tener paradero en el Perú, más allá del gobierno que esté en el palco presidencial. En su campaña electoral hace apenas dos años, Ollanta Humala apostó por una “Gran Transformación” (como denominó al primer plan de gobierno presentado). De región en región prometía inclusión social de forma transversal, prometía gestionar los conflictos sociales con el diálogo. Al pueblo de Cajamarca, que en aquel entonces ya estaba preocupado por el posible desarrollo del proyecto aurífero Conga, en cabecera de cuenca, le prometió a viva voz defender el agua a costa del oro.

Dos años más tarde, la Defensoría del Pueblo[1] registra 238 conflictos sociales en el país, de los cuales 149 son socioambientales, y de éstos la gran mayoría son conflictos mineros. Cajamarca está indignada. La empresa minera Yanacocha (con capitales estadounidenses, peruanos y del International Finance Corporation – Banco Mundial), sigue movilizando maquinaria para construir sus reservorios de agua, a pesar de que el pasado setiembre anunciaron la suspensión del proyecto, dada la problemática social generada desde finales del 2011.

Este último hecho hizo que, desde el pasado 8 de octubre, las provincias de Bambamarca y Celendín, las que serán más afectadas por la explotación, decidieran instalarse al pie de la Laguna Mamacocha y de la Laguna Azul, respectivamente, y hacer turnos rotativos en los campamentos para vigilar los movimientos de la empresa con sus propios ojos. Y esa identidad cobró, autodenominándose “Los Guardianes de las lagunas”.

En dicho contexto de conflicto abierto, a mitades del mes de noviembre tuvieron lugar dos importantes eventos para el Perú. De un lado, una delegación de más de 100 Guardianes de las Lagunas, (campesinos y campesinas, autoridades locales, dirigentes de las Rondas Campesinas y de los Frentes de Defensa), llegaron a Lima a difundir sus testimonios[2] en diferentes espacios (al Congreso, al Banco Mundial, a universidades, colegios, medios de comunicación…).

Paralelamente Ollanta Humala asistía a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz como representante del pueblo peruano y en una entrevista para El País hacía las siguientes declaraciones: “Yo creo que Conga es un tema que se ha sobredimensionado y hay que ponerlo en su real dimensión. Lo que venimos haciendo, aparte de Conga, es establecer una nueva relación con la minería, que nos hace poner el agua por delante del oro. En la cumbre señalé que estamos acuñando la frase de que ‘el tiempo vale agua’, no oro”.

Recientemente, el pueblo cajamarquino quiso celebrar el aniversario de la resistencia pacífica en defensa del agua, conmemorando el 24 de noviembre del 2011, día que comenzó el primer paro indefinido en la región. A continuación, una pequeña crónica de impresiones de los días de celebración compartidos con algunas y algunos protagonistas de esta historia.

“Hace un año que estaría sepultado. Yo me salvé de milagro…”, me expresaba Marino Rodríguez, teniente gobernador de Llanguat, al cual le alcanzó una bala de goma en el rostro. “Me podrían haber volado la cabeza”, añade. Afortunadamente, sigue vivo y en pie de lucha, pero perdió la vista y la sensibilidad en la mitad derecha de su rostro. En aquella ocasión, a pocos días de comenzado el paro regional de noviembre, el (des)encuentro entre efectivos policiales y campesinado celendino en la Laguna Azul, dejó 19 heridos debido a los impactos de balas de goma y perdigones. Elmer Campos está parapléjico desde ese día.

A pesar de la desgracia, de los impactos que han transformado la vida y las oportunidades de personas y familias enteras, a pesar de los recuerdos de dolor, Bambamarca, Celendín y Cajamarca estaban con ánimos de celebración, porque después de un año no se rinden, porque a pesar de ser conscientes que luchan contra un gigante, un año después no hay todavía ni una parte vencedora, ni una vencida. Porque esta lucha ha unido a diferentes provincias, a mujeres y hombres, a gente del campo y de la ciudad, para defender el bien que consideran más preciado. La amenaza de las fuentes de agua despertó la conciencia a gran parte del pueblo, y se ha generado la circulación de mucha información sobre lo que significa el ecosistema altoandino de las jalcas: las lagunas, los bofedales, el ichu, los cerros, todo está vinculado. “Antes, mucha gente no conocía las lagunas, yo misma no conocía, pero ahora que sabemos, ¿cómo vamos a dejar que destruyan lo que nos da la vida? Yo tengo a mi bebe de dos años, eso es lo que me da la fuerza para estar en la lucha, pensar en su futuro”, me decía con claridad y contundencia, Giovana, una joven valiente de Celendín.

El viernes 23 de noviembre se celebró una vigilia en Celendín, se proyectaron algunos videos en las paredes de la iglesia, se compartió con el pueblo la experiencia de la visita de “los Guardianes de las Lagunas” a Lima (del 11 al 15 de noviembre), se convocó para subir a la Laguna Azul al día siguiente, la gente salió a comentar, a cantar, a recitar poemas, y a prender velas blancas. El profesor Ramón preguntaba a las presentes “¿Se va a hacer el diálogo?”, “¡Ya no!”, gritaba la gente. “No, porque hemos comprobado que no sirve, consideramos que el diálogo se ha terminado, lo que queremos es que el gobierno escuche que el proyecto Conga es inviable”. Paralelamente, en Bambamarca se reunieron miles de personas de toda la provincia, confirmando una vez más que la inviabilidad del proyecto Conga no es capricho de unos cuantos, sino la voluntad de la mayoría de la población afectada directamente.

Al día siguiente amanecimos con lluvia en Celendín, algunas camionetas salieron de la ciudad rumbo a la Laguna Azul, por el camino íbamos encontrando combis, camiones y gente a caballo con la misma dirección. La biodiversidad de los valles de Huasmín, plasma la convergencia de características ambientales muy particulares (la orografía andina y su cercanía a la línea ecuatorial), pudiendo encontrar especies de algarrobos, plátanos y otros árboles frutales a más de 2 mil  msnm.

A la mitad del camino recogimos a un compañero de la comunidad Chillaq Nº 8, en Santa Rosa. Nos explicaba los impactos de la división que ha producido la presencia de Yanacocha en su zona, no solo dentro de la comunidad, también en las propias familias. “Con listas han estado repartiendo cocinas y balones de gas a los que están con la mina, a los otros nos odian. La mina busca dividir. A veces hasta se matan entre familias”.

Parada en Huasmín, camino a la laguna Azul para celebrar el aniversario de la lucha por el agua (24-11-12) (Autora: Mar Solé).

Parada en Huasmín, camino a la laguna Azul para celebrar el aniversario de la lucha por el agua (24-11-12) (Autora: Mar Solé).

Llegamos a la Laguna Azul. Nos cuentan que el primer grupo fue retenido por la policía más de una hora, se les cerraba el paso alegando que tenía que llegar el fiscal de Celendín. Un argumento que parece fue usado para ganar tiempo y para demostrar poder y control, porque el fiscal nunca llegó, y cuando los cientos de pobladores perdieron la paciencia, la policía no tuvo más remedio que abrir el paso, puesto que la masa también es poder, y eran muy pocos los efectivos en ese momento.

Cuando llegamos las camionetas que veníamos de la ciudad, con leña y víveres, el acceso ya estaba tranquilo. Por los cerros, sobre la imperceptible línea que separa los terrenos de la familia Chaupe y los comprados por y para el proyecto Conga, se dispersaban más de mil campesinos y campesinas de toda la provincia de Celendín. Efectivos de la DINOES[3] formaban una media luna en el espacio donde se iba reuniendo la gente. “La gente inteligente, defiende el medioambiente”, “A luchar, a vencer, por el agua pa beber”, eran algunas de las consignas que hacían ecos en las lagunas. Esperábamos a la delegación de Bambamarca. El objetivo era poder realizar un acto conjunto de aniversario y poder coordinar para acciones futuras. Pasó el tiempo y Bambamarca no llegaba. Corrían voces de que estaban cerca, pero que la policía les había cerrado el paso en una de las tranqueras que, cada cierta distancia, nos expresan la privatización de la carretera pública de Combayo.

Momento de conflicto con la policía. (24-11-12) (Autora: Mar Solé).

Momento de conflicto con la policía. (24-11-12) (Autora: Mar Solé).

Se reunieron los y las dirigentes, y en ese momento vemos como, uno a uno, los efectivos comienzan a caminar subiendo el cerro. Hubo una reacción rápida, puesto que el año pasado, con la misma estrategia por parte de la DINOES, la gente se vio rodeada y comenzó la balacera y los gases lacrimógenos. Esta vez se consiguió dialogar con el comandante evitando mayores daños.

Hasta que se fue la luz del día y llegó la de las luciérnagas, y con la lluvia que iba y venía, hablaron cada una de las autoridades y dirigentes presentes. Después se generó un espacio de participación, en el que varias personas salieron a recitar, cantar y bailar en defensa de las lagunas. “Nuestra lucha no es solo de protesta, tiene mucho arte y cultura, de lo que somos y de lo que se puede perder si es que se lleva a cabo el proyecto”, las palabras de Milton Sánchez en la visita de los Guardianes a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos unos días antes (en Lima), cobraron plena vida en ese momento.

Al final del evento llegaron un grupo de unas diez personas de Bambamarca, nos explicaron que de las más de mil que se habían reunido para venir, solo ellos habían podido escabullirse de la represión policial. Nuevamente la DINOES había usado sus armas de fuego. No hubo heridos, pero la indignación de ser atacadas/os en vez de protegidas/os va creciendo entre la población, también la frustración de no haber podido celebrar conjuntamente la causa que une a estos pueblos. La mayor parte de la delegación bambamarquina tuvo que regresarse al campamento de la Mamacocha, donde también se celebró con cantos y danzas.

Al día siguiente, domingo, la gente de Sorochuco[4], y un grupo acompañándolos, caminamos hasta la laguna El Perol, donde se asentó un nuevo campamento (al día de hoy ese campamento ya ha sido desalojado por la policía).  Esta ha sido una de las lagunas más mencionadas en todo el conflicto minero, puesto que la idea es convertirla en uno de los tajos abiertos (de 2km de ancho por 670m de profundidad). En la zona algunos compañeros nos hicieron ver varios carteles del Ministerio de Cultura que informaban de la presencia de restos arqueológicos. “Antes había muchos más, han ido desapareciendo y los que quedan están botados y fuera de lugar”[5]. 

Bebimos del agua que supuraba de las paredes de los cerros, totalmente limpia, demostrándonos la compleja hidrogeología de las alturas, donde cada rajadura en la roca y cada planta de ichu tienen su función filtradora y de retroalimentación de las lagunas y de las nacientes de los ríos. Por el camino íbamos identificando decenas de plantas medicinales, algunos sabían sus nombres, otras conocían sus propiedades, la sabiduría local se iba compartiendo, tal y como se ha hecho por generaciones. Mientras paseábamos libres por los paisajes altoandinos de Cajamarca, la idea de que todo eso fuera territorio privado y que tuviera que convertirse en pasivos ambientales de una mina, llegaba a parecer absurda y surreal.

El martes 27 de noviembre se respiraba un ambiente tenso en la plaza de Bambamarca. Hubo momentos en que se contaron más de 50 policías dando vueltas. En grupos de cuatro o cinco, se paseaban por las calles, se les veía comprándose ponchos para la lluvia. También varios jóvenes del ejército hacían acto de presencia. Sobre las lagunas y el aniversario de la lucha había que hablar susurrándonos al oído y con ojos por todos los costados.

El conflicto entre el agua y el oro en Cajamarca, después de un año, está totalmente encendido. “Lo que estamos logrando es histórico”, decía en la Laguna Azul, el secretario general de la Plataforma Interinstitucional de Celendín (PIC), Milton Sánchez. “Nunca antes en el país se ha parado un proyecto minero en la última etapa, ya en construcción”, señalaba. Y es cierto, por ese motivo y por muchos otros, la lucha contra Conga es ya un hecho histórico en el Perú, pero también por ello va a ser una lucha larga y difícil. El pueblo de Cajamarca necesita la atención y el apoyo de todas aquellas personas que nos identificamos con su causa: defender la dignidad humana; escuchar y atender a la voz y la voluntad de la gente; respetar los espacios que son vitales para la generación y regeneración de la vida, como las cabeceras de cuenca; pensar en el futuro más allá del presente y entender que el valor es más alto que el precio, y que con eso, el agua está por delante del oro.

 
Mar Soler (mitjalluna9@gmail.com), licenciada en Ciencias Ambientales por la UAB. Desde el 2004 en Tambogrande, ha estado conociendo, acompañando y estudiando conflictos socioambientales en Latinoamérica, sobretodo conflictos mineros en el Perú. Actualmente lo hace como parte del equipo del Programa de Democracia y Transformación Global (Lima), con quienes lleva a cabo una Investigación Acción Participativa en temas de Género y Minería en distintas zonas del país, como Cajamarca.
 

[1]  Reporte de conflictos sociales n°103, setiembre del 2012, Defensoría del Pueblo.

[2]  Este conflicto cuenta con 5 personas muertas y más de 150 heridas y ninguna asunción de responsabilidades ni indemnizaciones por parte del gobierno o la empresa minera. La familia Chaupe viene siendo acosada y violentada desde el pasado mayo para abandonar sus tierras limítrofes con el territorio Conga, todas sus denuncias han sido archivadas pero está abierto un proceso judicial donde se les acusa por usurpación de terrenos. No es el único caso. Como en el resto del país, la criminalización de la protesta está a la orden del día, todos y todas las dirigentes viven bajo amenazas y/o con procesos judiciales abiertos. La discriminación y maltrato en base a las lógicas “del perro del hortelano” de Alan García sigue manifestándose en las intervenciones policiales, en los medios de comunicación, en la gestión del gobierno central y en las propias palabras del presidente: “Perú tiene una minería moderna del siglo XXI, frente a actividades renovables arcaicas, muy artesanales, del siglo XIX como la agricultura y la ganadería” (entrevista a Ollanta Humala en El País, 18/11/12)

[3] División Nacional de Operaciones Especiales de la policía, los “antidisturbios”.

[4] Uno de los distritos de la parte alta en la provincia de Celendín.

[5] Nos indicaron que existían más de 60 sitios aruqeológicos reconocidos en la zona, de los cuales 54 estaban registrados formalmente por el Ministerio de Cultura. En el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto Conga, se asegura tener un certificado de “inexistencia de sitios arqueológicos en la zona”.

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