Grupo De Reflexión Rural

 

Buenos Aires, junio 2006

En el mes de junio fuimos testigos en la Argentina de dos megaeventos de los agronegocios: el primero fue la Conferencia Mundial de la IAMA (Asociación Internacional de Management de Agronegocios) realizada en Buenos Aires a principios de mes con el lema de «Agronegocios, Alimentos, Salud y Nutrición». La IAMA cuenta hoy con 700 miembros en más de 50 países y agrupa a las mayores corporaciones del mercado global. Entre sus directivos se encuentran Heinz Imhof, chairman de Syngenta como presidente y Morton Satin, director de Food and Agro-Industries para la FAO, como director ejecutivo. En Argentina, la IAMA esta dirigida por Gustavo Grobocopatel, el mayor sojero de la Argentina y Héctor Lawrence, CEO de McLaren Holdings S.A. y ex director de Fundación Vida Silvestre/WWF Argentina. La IAMA es parte del Consejo Mundial de Negocios para el Desarrollo Sustentable (WBCSD) que tiene una profunda influencia en las esferas de las NN UU y puede ser catalogado como el principal gestor de todas las orientaciones mercantilistas en los Convenios de Biodiversidad, Protocolo de Kyoto y de Bioseguridad, entre otros. El segundo, fue el encuentro MERCOSOJA realizado del 27 al 30 en Rosario, provincia de Santa Fe. MERCOSOJA fue auspiciado por cororaciones tales como Bunge, Cargill, Basf, Banco Galicia, YPF, Bayer y reunió a unos quinientos empresarios del Cono Sur de la América Latina. En este encuentro, en el que llamativamente no hubo funcionarios, se hicieron evidentes los modos desembozados en que las corporaciones planifican el futuro regional y elaboran las políticas públicas que transformadas en políticas de Estado, condicionarán luego la vida de nuestros pueblos. En ese sentido el encuentro del MERCOSOJA fue una impresionante exhibición de poder corporativo, aun más todavía porque no ocultaron su distanciamiento de los poderes políticos vigentes que en la propia estrategia no deben ser más que meros accidentes.

A raíz de estos dos grandes eventos empresariales, el GRR (Grupo de Reflexión Rural) y el CEPPAS (Centro de Estudios de Políticas Públicas para el Socialismo) apoyados por la Red por una América Latina Libre de Transgénicos, organizamos el Foro de Resistencia a los Agronegocios los días 23, 24 y 25 de junio de 2006 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Este encuentro contó con la participación de más de 50 organizaciones de la Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay y Ecuador. Convocamos a este primer Foro de Resistencia a los Agronegocios, frente a la necesidad de visualizar el significado de este avance corporativo e instalar este debate en el centro de las discusiones políticas en nuestra región por encima de visiones y abordajes sectoriales.

El Foro estableció un espacio en defensa de la diversidad biológica y de la identidad cultural donde pudieron converger, tanto los movimientos ecologistas como los movimientos campesinos de América Latina. Con nuestras distintas perspectivas pudimos profundizar en un mayor entendimiento del modelo de producción y de consumo capitalista en la escala global y en sus efectos sobre las condiciones de vida de nuestros pueblos, para así fortalecernos y desarrollar un nuevo paradigma de pensamiento y acción que nos permita enfrentar mejor posicionados los nuevos desafíos. Comprender la magnitud y el significado de los agronegocios nos da pie para entender toda la cadena de la degradación, de la violencia y de las crisis constantes que sufrimos. Esta dictadura económica que nos imponen los mercados globales y que no necesita como antes de ejércitos coloniales, nos determina el rol de republiquetas de soja y/o de celulosa como modelos dominantes de las nuevas dependencias.

En este marco, las temáticas sobre las que se profundizó en el Foro de Resistencia a los Agronegocios fueron:

• Neocolonialismo de los agronegocios.

• Cambio climático, la matriz energética de los biocombustibles y el mercado de emisiones de carbono (expansión del modelo sojero y forestal)

• ¿Qué ciudad para este campo? ¿Qué campo para esta ciudad? Los agronegocios controlan el campo y rediseñan la distribución de la población en grandes centros urbanos y los grandes supermercados controlan los alimentos a que tenemos acceso. La ciudadanía se reduce al rol de meros consumidores.

• Reforma agraria y soberanía alimentaría como horizonte de resistencia y de lucha contra este modelo y de construcción de otro modelo de sociedad tanto en el campo como en la ciudad.

• Agronegocios versus derechos humanos, el modelo avanza con violencia, militarizando el campo y criminalizando la protesta social, la pobreza y los movimientos organizados. La contaminación con agrotóxicos y el genocidio de las poblaciones rurales.

La violencia de los agronegocios se manifiesta a diario: en la expulsión de los campesinos, la militarización del campo, la extranjerización de territorios, la apropiación de los recursos naturales, las inversiones del Estado (en puertos, hidrovías, rutas, vías de telecomunicación) al servicio de las corporaciones con crecimiento de las deudas externas, la concentración de tierras, la desertificación, la contaminación por agrotóxicos y por transgénicos, la destrucción de la biodiversidad, el éxodo rural y el crecimiento de los cinturones de miseria en torno a los centros urbanos, la desocupación generalizada y precarización del trabajo, el hambre y la desnutrición, las enfermedades y muertes por causas evitables, la colonización de nuestras culturas y la pérdida de los patrimonios alimentarios, el dominio del supermercadismo sobre los mercados locales y el control de las transnacionales sobre los precios de los alimentos y sobre los contenidos de la canasta básica. Esas consecuencias devienen de un proceso que nace en los modelos rurales y que se proyecta y domina la sociedad urbana. Estos modelos se nos imponen como la única vía del desarrollo y del progreso de nuestros países, bajo los criterios de la inserción al mercado global y bajo la tutela de los agronegocios, y conllevan trastornos humanitarios y de los entornos ecológicos de dimensiones catastróficas.

La fuerza de las resistencias locales y la denuncia de los impactos sociales y ambientales de la expansión de este modelo, va más allá de un tema pertinente al agro. El proyecto de los agronegocios llevado a cabo por empresarios particulares, empresas transnacionales, bancos y particularmente por el conjunto del aparato estatal (gobiernos locales, provinciales y nacionales, judiciario, universidades, agencias de investigación y fomento, políticas públicas compensatorias, etc.) es la forma contemporá- nea en que se configura la sumisión colonial de nuestras tierras y de nuestros pueblos. Ese proyecto expresa el modo en que el capitalismo globalizado remodela nuestras sociedades y arrasa con nuestros ecosistemas en la etapa de apropiación masiva de los recursos naturales. La matriz del petróleo que determinó las ecuaciones energéticas de la modernidad comienza a ser reemplazada por una nueva matriz en que la soja, las biotecnologías y los biocombustibles reconfiguran de una manera brutal la vida y la cultura de cientos de millones de seres en la nueva periferia del planeta y sustenta el nuevo poder del conocimiento, que se basa en la privatización y patentamiento de las tecnologías y de la información.

Por eso, un proyecto de autonomía y emancipación para conquistar nuestra soberanía política pasa hoy imprescindiblemente, por la conquista de nuestra soberanía alimentaría. Para esa gran tarea que tenemos por delante no sólo es necesario asumir pensamientos más abarcativos sino también resolver las nuevas articulaciones sociales que logren sumar con generosidad a una lucha común los nuevos protagonismos tanto de la ciudad como del campo.

Los acuerdos a que arribaron los participantes del Foro giraron en torno a que el conjunto de actividades legitimadas hoy día bajo la consigna modernizadora y desarrollista de los ‘agronegocios’, así como su avance voraz sobre los territorios y recursos naturales, constituyen el eje estructural y el origen de los principales conflictos sociales y ambientales en la región sudamericana. También se concordó en que desde los modelos rurales impuestos se están desarrollando estrategias regionales de dominio de los territorios y un proyecto de integración neocolonial a través de los monocultivos y de sus vías logísticas de escurrimiento hacia los puertos al exterior (IIRSA) y que solo una férrea alianza entre los sectores más combativos de la ciudad y del campo puede poner freno a estas políticas y abrir para la región nuevos horizontes.

* Más información: www.grr.org.ar – www.resistalosagronegocios.info.

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