Josep Maria Antentas*

 

EL COMPLEJO DEL RÍO MADERA

El pasado 9 de julio de 2007 el gobierno brasileño anunció una primera autorización para construir dos hidroeléctricas en Santo Antonio y Jirau, cerca de la frontera boliviana. Ambas forman parte del llamado «Complejo del Río Madera», un proyecto de construcción de infraestructuras que comprende tres niveles: la construcción de una hidrovía de 4.200 km de largo que permite la navegación de grandes embarcaciones en los ríos Madera, Madre de Dios y Beni; la construcción de cuatro presas hidroeléctricas, dos en territorio brasileño (las mencionadas de Santo Antonio y Jirau), una tercera en aguas binacionales, y una última en territorio Boliviano; y, finalmente, la línea de transmisión. (Molina, 2007).

El objetivo del Complejo del Río Madera es generar energía para abastecer a los núcleos urbanos brasileños y hacer navegable el Río Madera, para convertirlo en una plataforma de transporte de mercancías para la exportación hacia América del Norte, Europa y otras regiones de Amé- rica del Sur. El proyecto forma parte de la iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA), impulsada en el año 2000 a instancias del propio gobierno brasileño. El IIRSA supone un paquete de inversiones en infraestructuras concebido como una nueva forma de gestión del territorio sudamericano al servicio de las grandes multinacionales exportadoras y de los sectores insertados en el comercio internacional, del cual el Complejo del Río Madera es uno de los proyectos estrella (Zibecchi, 2006).

La navegación del Madera, el principal afluente del Amazonas, es un componente clave en los Ejes de integración del IIRSA. Ésta se ve dificultada por rápidos y cachuelas (pequeñas cascadas) y su habilitación para la navegación de grandes botes, a través de las obras previstas en el Complejo crearían una hidrovía de unos 4.200 km de longitud, facilitando la integración entre Perú, Brasil y Bolivia. En Brasil, los principales promotores del Complejo son las grandes empresas del sector del agrobusiness, en particular las soyeras, como el grupo Tedesco Maggi. Se calcula que el proyecto permitirá transportar unos 35 millones de toneladas de soja por año, lo que supone un 500% de incremento respecto a los 7 millones actuales (Hurwitz, 2007).

RESISTENCIAS Y DENUNCIAS AL PROYECTO

El anuncio de la autorización para la construcción de las presas de Santo Antonio y Jirau ha despertado una fuerte indignación de los pueblos amazónicos brasileños y bolivianos, que han empezado a movilizarse para paralizar el proyecto. A pesar que las dos presas están en territorio brasileño, su impacto es transfronterizo y afecta plenamente al territorio boliviano. En el caso boliviano la oposición al Complejo Madera ha sido más fuerte y el propio gobierno de Evo Morales ha manifestado su contrariedad por la actitud del Brasil, aunque de forma bastante tibia.

Los días 8, 9 y 10 de junio de 2007 tuvo lugar un encuentro de organizaciones ecologistas, indígenas y campesinas bolivianas y brasileñas para articular la oposición al Complejo Madera, que culminó con la aprobación de una declaración del «Movimiento Social en Defensa de la Cuenca del Río Madera y de la Región Amazónica». Los argumentos para resistirse al proyecto son múltiples pues los impactos ambientales, sociales y económicos del proyecto son enormes.

En el terreno ambiental, hay varios impactos negativos señalados: crecimiento de los ríos e inundaciones; taponamiento de los afluentes y ríos de la cuenca (Abuná, Madre de Dios, Beni, Mamoré, Guaporé…) que convertirían la región en un pantanal; y desplazamiento y desaparición de especies de peces (el Madera es el segundo río más importante del mundo en cuanto a la riqueza de su ictiofauna). En este sentido, el Complejo Río Madera supone un paso más en el proceso de destrucción ecológica de la amazonia iniciada hace décadas. Conviene señalar que el Estudio de Impacto Ambiental realizado por las empresas brasileñas encargadas del proyecto es denunciado como insatisfactorio, ya que sólo analiza el impacto directo de la inundación causada por las presas, sin tener en cuenta el impacto en la cuenca, los afluentes, ni el impacto del proceso de sedimentación, ni del corredor de 14.000 km cuadrados (10km de ancho y de 1.400 km de largo) por donde van a pasar los conductores eléctricos de 600 a 765 kilovatios.

En el terreno económico supondrá la destrucción y alteración de las economías y formas de subsistencia locales, afectando negativamente a la pesca, a la ganadería (por la inundación de tierras de pastoreo) y, en particular, a la recolección de castaña, una actividad económica muy importante de la amazonia boliviana. La economía de la castaña no puede sobrevivir si se producen alteraciones del bosque tan significativas como las previstas, ya que los bosques de castaña requieren determinadas condiciones de humedad. (Castellón 2007). Finalmente, se señalan también impactos sociales importantes, en particular el riesgo de aumento de determinadas enfermedades como la malaria o de los efectos de la contaminación por el mercurio del agua, que se verán agravados por el cambio en la velocidad de circulación del agua.

La lucha contra el Complejo Río Madera se enmarca en un creciente movimiento en América Latina y en todo el mundo de resistencia a la construcción de presas gigantes, de los cuales posiblemente el más conocido internacionalmente sea el movimiento Narmada Bachan Andolan de la India, opuesto a la construcción de un conjunto de presas en el valle del río Nármada. América Latina cuenta con 979 grandes presas, el 60% de ellas en Brasil (país donde el 93% de la electricidad viene de las presas) según datos de la Comisión Mundial de Represas (CMR). El momento de máximo empuje en la construcción de presas fue el período de los años sesenta-setenta, cuando se inauguraron un promedio de 17 presas cada año en el continente (Stancich, 2003).

Las resistencias contra la construcción de este tipo de infraestructuras crecieron de forma sistemática desde finales de los setenta y comienzos de los ochenta. En Brasil, por ejemplo, las primeras resistencias se iniciaron en 1977 a raíz del anuncio de Electrosul de la construicción de 22 presas en el río Uruguay y sus afluentes. Sería el inicio de una largo proceso de luchas populares que culminaría en 1991 con la creación del Movimiento de Afectados por Represas (MAB) (Stancich, 2003). La creciente oposición social en el continente y en todo el mundo a la construcción de presas hizo descender drásticamente el número de nuevos proyectos a partir de los noventa, así como el volumen de la financiación del Banco Mundial (BM) para los mismos, aunque la construcción de grandes presas ha proseguido.

A pesar del carácter local de muchas de estas luchas ha habido un proceso de coordinación continental e internacional de las mismas. Así, en 1999 fue constituda en Sao Paolo la Red Latinoamericana contra Represas y por los Ríos, sus Comunidades y el Agua, cuyos segundo y tercer encuentros tuvieron lugar en el año 2002 en Argentina, y en el año 2005 en Guatemala, respectivamente. En éste último participaron más de 400 delegados/as provenientes de 25 países y 112 organizaciones (Castro, 2006).

Es todavía pronto para saber el desenlace del conflicto del Complejo Madera, pero la oposición al mismo es un frente de resistencia clave en la lucha contra la destrucción de la Amazonía, el modelo de integración regional diseñado por el IIRSA, y la dinámica de la globalización neoliberal en América Latina.

REFERENCIAS

CASTELLÓN, I (2007), « Acerca de las represas en la cuenca del río Madera» en en AAVV. El norte amazónico de Bolivia y el Complejo del Río Madera. FOBOMADE, La Paz, p. 117-127.

CASTRO, G. (2006), «América Latina niega ser presa de represas» en Serie Acción ciudadana en las Américas, nº 19, febrero.

HURWITZ, R. (2007), « The Madeira Complex: International Banks to Fund Deforestation and Displacement» , en Americas Program Report, mayo.

MOLINA, P. (2007), «El proyecto de Aprovechamiento Hidroeléctrico y de Navegabilidad del río Madera en el marco de IIRSA» en AAVV. El norte amazónico de Bolivia y el Complejo del Río Madera. FOBOMADE, La Paz, p. 29-41.

STANCICH, E. (2003), «Cuando los ríos se modifican, pierden los pueblos y la biodiversidad», Taller Ecologista- Programa Energía Coalición Ríos Vivos, junio.

ZIBECCHI, R. (2006), «IIRSA: la integración a la medida de los mercados» en Ecología Política, nº 31, p. 19-26.

* Prof. del Departamento de Sociología de la UAB. Miembro de la redacción de la revista Viento Sur (www.vientosur.info), josepmaria .antentas@uab.cat.

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