finance for development

  • Finances for Development: Latin America in Comparative Perspective
  • STALLINGS, BARBARA Y ROGERIO STUDART
  • Editado por: Washington,D.C. Brookings Institution Press, 2006.
  • 316 pp rústica $26,95
  • Crítico del libro JOSEPH HENRY VOGEL. Catedrático del Departamento de Economía. Universidad de Puerto Rico-Río Piedras, San Juan. Correo electrónico: josephvogel@usa.net

 

 

FINANZAS ¿PARA QUÉ?*

¿Qué decir de un libro cuyo título contiene una palabra que permanece sin definir a lo largo de todo el volumen? Una de dos:

– O el significado de la palabra es tan evidente que no es necesaria una definición, o

– Todo el razonamiento depende de un significado implícito tan controvertido que su cuestionamiento debilitaría la tesis que se plantea.

Finance for Development: Latin America in Comparative Perspective (Finanzas para el desarrollo: la América Latina en perspectiva comparada) es precisamente ese libro y «desarrollo» la palabra en cuestión. Ya en la primera página, los autores, Barbara Stallings y Rogerio Studart, implícitamente asumen que desarrollo es sinónimo de «crecimiento económico», entendido habitualmente como el incremento porcentual anual del Producto Interior Bruto (PIB) ajustado a la inflación. En la página dos reconocen que pueden producirse «flagrantes distorsiones» derivadas de «fallos de mercado» (T.C.) en los sistemas financieros, pero de ahí en más son incapaces de unir los eslabones de las finanzas con el medio ambiente físico. La cuestión de escala también se les escapa. Consideremos, por ejemplo, el muy real escenario en el que las externalidades negativas generadas por las inversiones exceden abrumadoramente el aumento del PIB. El resultado sería un crecimiento antieconómico, despilfarrador, mientras que las «recomendaciones sobre políticas para fortalecer el sistema financiero»(T.C., página 259) sólo servirían para agravar las pérdidas netas. Satirizando a partir del título, un cínico inspirado crearía una parodia en cinco actos titulada Finanzas para la Destrucción:

1º Finanzas para (promover) el calentamiento global.

2º Finanzas para (promover) la extinción en masa.

3º Finanzas para (promover) el genocidio.

4º Finanzas para (promover) la asimilación cultural.

5º Finanzas para (promover) el neocolonialismo.

Esta agudeza chomskiana mía puede también estar fundamentada en la economía ortodoxa. En un estudio seminal titulado La teoría general del segundo mejor, Richard Lipsey y Kelvin Lancaster demostraron que «no es necesariamente cierto que una situación donde se cumplan muchas de las condiciones óptimas, pero no todas, sea o pueda llegar a ser superior a una situación en que se cumplan menos condiciones» (T.C., 1956, 11). En un lenguaje menos técnico, el segundo mejor significa que no se puede afirmar que un sistema que elimina una distorsión o una serie de ellas incrementará su eficiencia mientras otras permanecen. Es decir, las externalidades que favorecen el calentamiento global, etc. podrían verse amplificadas gracias a las «recomendaciones sobre políticas para fortalecer el sistema financiero» de Stallings y Studart. Las pérdidas estarían originadas en la erosión o el colapso de los bienes y servicios ambientales que están más allá de los mecanismos del mercado. En un artículo muy citado que apareció en la revista Nature, Robert Costanza et al. (1997) reunieron estudios de evaluación entonces existentes y establecieron «El valor de los ecosistemas mundiales y del capital natural» en una cifra que rondaba los 33 x 1012 dólares, o sea, 33 millones de millones (T.C.).

Todo esto puede sonar un poco abstracto y las abstracciones corren el riesgo de desembocar en «la falacia de la malposición de lo concreto».1 Por lo tanto, consideremos un escenario estilizado que es bastante típico en América Latina: las granjas pequeñas y medianas. Inevitablemente, alguna generación futura de sus propietarios no podrá subdividir la tierra. Como es habitual, uno o más de los herederos perjudicados acabarán en la frontera agrícola donde su capital humano aún conserva un valor. Una vez reasentados, responderán racionalmente a los incentivos y obstáculos que se les presenten (Rudel y Horowitz, 1993). Finance for Development ofrece un conjunto de recomendaciones que promueven la ampliación de los créditos a tales emprendedores. Pero, ¿qué hace el emprendedor con el préstamo? Los autores no llegan hasta allí. De haberlo hecho, la respuesta abstracta sería más o menos la siguiente: el emprendedor utilizará el capital donde el valor de su producto marginal sea mayor. La respuesta concreta podría ser una sierra mecánica manual. Con sus brillantes nuevas cuchillas, el emprendedor extrae todos los árboles de madera dura (Finanzas para la extinción en masa) y luego, para ser coherente con la optimización neoclásica, quema el resto para dedicarlo al pastoreo de cebúes (Finanzas para el calentamiento global). Habiendo «mejorado» el terreno, él (no es habitual que sea ella) obtiene los títulos de propiedad (uti possidetis) puesto que el Estado ignora las reclamaciones de los pobladores autóctonos y permite la «autodefensa» de facto o de jure. La ley de la jungla deja paso a la ley de la frontera (Finanzas para el genocidio). Y, ¿cuál es la recompensa por haber transformado el bosque original en campo de pastoreo? ¡El consumo!. El colono se compra una antena parabólica y, tarde tras tarde, contempla estilos de vida ajenos a los de su entorno (Finanzas para la asimilación cultural). Sin embargo, sus aspiraciones materiales nunca se verán satisfechas. A medida que el tiempo pasa, la agricultura es sustituida por la agroindustria y los descendientes se convierten en asalariados subordinados a los intereses de las multinacionales (Finanzas para el neocolonialismo).

Sentado en su sillón, probablemente quien esté leyendo esto comience a inquietarse. Hay algo extraño en esta reseña. ¡Comienza por analizar aquello que se ha omitido en el libro, en lugar de hablar de lo que contiene! Luego relaciona las reformas allí propuestas con una serie de hipotéticos horrores (1)-(5). ¿Quién puede ganar semejante juego? Nadie; estoy de acuerdo con cualquier objeción en tal sentido. Sin embargo, no puedo evitar analizar las omisiones y establecer tales vínculos porque, obrando de buena fe, no me queda ninguna otra opción. El calentamiento global, la extinción en masa, el genocidio, la asimilación cultural y el neocolonialismo no son «externalidades» de las finanzas y del desarrollo. Son las «centralidades» de nuestro tiempo. Es precisamente debido a la errónea clasificación de las centralidades como externalidades que podemos desembocar en el absurdo de un libro, ostensiblemente centrado en el desarrollo, que no señala ninguna de ellas y, menos aun, a todas.

Los errores de omisión en Finance for Development se ven complementados por otros de comisión. Entre estos destaca aquello de que «El crecimiento rápido es necesario tanto por razones sociales como políticas, pero no puede lograrse si el sistema financiero no lo impulsa con toda su intensidad» (T.C., página 221). Pretender que el crecimiento permite salir de la desigualdad es un bulo. Como el columnista del New York Times, Paul Krugman (2007), no se cansa de repetirles a sus lectores, los últimos treinta años de crecimiento económico en EEUU no han mejorado la situación del trabajador medio. Al contrario, la desigualdad es peor actualmente que en la época de los «barones ladrones», es decir, las últimas décadas del siglo XIX. Amy Chua (2003), profesora de leyes en la Universidad Yale, da otra vuelta de tuerca a la cuestión e incluye a América Latina en este escenario. Demuestra que la liberalización de las inversiones de capitales extranjeros acaba favoreciendo sólo a las élites locales. El resultado queda evidenciado ya en el título de su libro, World on Fire: How Exporting Free Market Democracy Breeds Ethnic Hatred and Global Instability (El mundo en llamas: De cómo la exportación de la democracia de libre mercado fomenta el odio étnico y la inestabilidad global). El cínico se siente nuevamente inspirado e incorpora un bis a los cinco actos de Finanzas para la destrucción: un coro triunfal que canta «Que coman pasteles».

¿Cuál es el coste de oportunidad de Finance for Development? En otras palabras, ¿qué se pierde con su lectura? ¿Qué se perdió al escribirlo? En un mundo ideal, la respuesta a ambas preguntas sería la misma: un hipotético Finanzas para vivir dentro de nuestros límites. Es una pena que Stallings y Studart no aplicasen sus capacidades para analizar la «inversión socialmente responsable» (www.socialinvest.org). Es de lamentar que estos dos reconocidos académicos no hayan desarrollado una sugerencia hecha en passant por Alan Blinder (1997) en Foreign Affairs, a saber: se debería otorgar un poder real sobre los usos de la tierra a comisiones medioambientales, de igual modo que se les otorgó a los Bancos Centrales el poder real sobre las políticas monetarias.

Los autores no tienen por qué perder la esperanza. Creo que tienen un cincuenta por ciento de probabilidades de lograr persuadir a su audiencia. Tomando prestado un refrán de Charles Dickens, su pertinencia no podía ser ni mejor ni peor. No-podía-ser-mejor porque por toda Amé- rica Latina han ido accediendo al poder candidatos con mentalidad reformadora y de izquierda. Michelle Bachelet, Hugo Chávez, Rafael Correa, Alan García, Lula da Silva, y Néstor y Cristina Fernández de Kirchner no apuestan por la absurda ideología de desmantelar el gobierno a toda costa (el llamado «Consenso de Washington»). Los nuevos dirigentes responderán afirmativamente a los llamamientos a favor de poner en práctica la intervención gubernamental en el sistema financiero. No-podía-ser-peor porque la ciudadanía ya no se siente ajena a las cuestiones políticas. La filosofía del bildungsroman de Al Gore, Una verdad incómoda: La crisis planetaria del calentamiento global y cómo afrontarla (2006) es un libro, una película y un movimiento político complementado con programas de amplio alcance. En perfecta sincronía tenemos los informes científicos que confirman las peores tasas de deforestación jamás alcanzadas, noticias estas de primera página y en lugar destacado. Relacionando estos puntos, el ciudadano y la ciudadana medios se guiarán por el sentido común. No parece sensato apoyar programas políticos que ampliarían y liberalizarían la financiación de aquellas actividades que han sido las principales desencadenantes de los desastres ecológicos que hoy padecemos. Por lo tanto, el «desarrollo sostenible», al que no se lo menciona ni una sola vez en Finance for Development, continuará ganando partidarios. De otro modo, el Homo sapiens, y no sólo América Latina, se hallará en Perspectiva Comparada con el 99% de las especies que evolucionaron a lo largo de la historia de nuestro planeta: la extinción.

REFERENCIAS

BLINDER, Alan S. (1997), «Is Government too Political?» Foreign Affairs, November/December, pp. 115-126.

CHUA, Amy (2003), World on Fire. New York: Anchor Books.

COSTANZA, Robert et al. (1997), «The Value of the World’s Ecosystems and Natural Capital,» Nature 387[6630]: 253- 60, May 15.

DALY, Hermann E. (1991), Steady-State Economics, 2nd edition, Washington, D.C.: Island Press.

GORE, Al. (1992), Earth in the Balance: Ecology and the Human Spirit. Boston: Houghton Mifflin.

— (2006), An Inconvenient Truth: The Planetary Emergency of Global Warming and What We Can Do About it. New York: Rodale.

KRUGMAN, Paul (2007), «Gilded Once More,» The New York Times, April 27.

LIPSEY, Richard y Kelvin LANCASTER (1956-1957), «The general theory of second best,» Review of Economic Studies, vol. XXIV. October: 11-32.

RUDEL, Thomas K. y Bruce HOROWITZ (1993), Tropical deforestation: small farmers and land clearing in the Ecuadorian Amazon. New York: Columbia University Press.

* Traducción global de la crítica Ángelo Ponziano Bertonici. T.C. =Traducción realizada por el crítico.

1 Una definición en una frase de la falacia de la concreción inapropiada sería ‘ignorar el grado de abstracción que trae aparejado considerar a una entidad real como un mero ejemplo de ciertas categorías de pensamiento’ (Whitehead, 1929, página 11, TC), extraído de «A.N. Whitehead’s ‘Fallacy of Misplaced Concreteness: Examples from Economics’” (La falacia de la malposición de lo concreto) A.N. Whitehead: Ejemplos de la economía” Capítulo 17 de Daly (1991), páginas 280-287.

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