La ciudad de los residuos. Justicia ambiental e incertidumbre en la crisis de los residuos en Campania (Italia)*

Giacomo D’Alisa y Marco Armiero**

 

INTRODUCCIÓN

Los movimientos para la justicia ambiental fundamentan sus raíces en las movilizaciones de las comunidades pobres de las ciudades americanas (Pellow, 2007), reconectándose idealmente en las luchas por los derechos civiles más que en la tradición del movimiento ambientalista (Melosi, 2000). El asesinato de Martin Luther King Jr. en Memphis, donde se encontraba para dar soporte a una huelga de los trabajadores negros de la gestión de residuos (Bullard and Johnson, 2000), encarna dramáticamente esta relación entre justicia ambiental, derechos civiles y residuos.

Los residuos, pues, han estado, son y por desgracia serán aún en el futuro un problema de justicia ambiental en una economía que aspira a un crecimiento ilimitado. Este es el motivo por el que los residuos deben ser más un aspecto central del debate de la injusticia socio-ecológica. Este trabajo quiere contribuir a este resultado y lo hace ilustrando las dificultades que encuentran activistas y estudiosos para construir el camino para un eficaz ecologismo popular (Martínez-Alier, 2009). El caso analizado es el de la Campania, región del sur de Italia que desde hace más de 17 años vive en un régimen de emergencia en la gestión de los residuos.

UN ICONO MUDO

En los últimos diez años Nápoles (capital de la Campania) se ha convertido en el icono mundial del fracaso de una correcta gestión del ciclo de los residuos. Las imágenes de la ciudad completamente invadida de residuos ha dado la vuelta al mundo, llenando las páginas de los principales periódicos y noticiarios. Artículos sobre la crisis de los residuos en Campania han aparecido en Newsweek, The New York Times, The Economist, El País, Le Monde, The Guardian, CNN, BBC; más de 2.000 resultados en la web de la Fox News; el buscador Google da más de un millón y medio de resultados si se busca «Napoli e rifiuti» (Nápoles y residuos). Sin embargo, esta enorme masa de información sobre la crisis ecológica de Nápoles no ha ido acompañada de una profundización del conocimiento de la situación. En este sentido nos parece ejemplificante un artículo publicado en 2007 en The New York Times:

En teoría, una solución permanente no es difícil. La solución ha sido propuesta por una comisión de emergencia: un mayor reciclaje y la apertura de varias incineradoras y de nuevos vertederos en Nápoles y en las provincias vecinas. Pero como ha sucedido en varias de las ciudades en estas últimas dos semanas, la población local protesta en voz alta (Ian Fisher, 31 de mayo).

En estas líneas hay muchos de los elementos fundamentales que construyen la imagen de Nápoles como icono del fracaso; hay el estado de emergencia, la autoridad de los expertos, las incineradoras, el reciclaje, los vertidos y la resistencia de la población. El problema, pero, para el periodista es solo la «voz alta de la población», que, en su opinión, impediría la puesta en práctica de las soluciones «no difíciles» propuestas por los expertos. En este caso la voz parece no tener contenido, no decir la suya; por esto la definimos un icono mudo. En este artículo proponemos, en cambio, una visión opuesta de la crisis de los residuos poniendo en discusión sobre todo los pilares fundamentales sobre los cuales se fundamenta la imagen estereotipada de la ciudad de los residuos. A diferencia del periodista, efectivamente, creemos que solo a través del análisis del conflicto (Armeiro, 2008) se pueden revelar las razones de la protesta; es decir: no se entiende la verdad sobre la crisis de los residuos sin escuchar «la voz alta de la población».

QUÉ JUSTICIA AMBIENTAL PARA LA CAMPANIA

Las imágenes de los montones de basura han dado la vuelta al mundo convirtiéndose en el imaginario en el emblema de la crisis de la ciudad; por esto en 2008 el primer ministro podía declarar el fin de la emergencia porque «las calles de la ciudad de Nápoles están de nuevo ordenadas y limpias».(1)

Con este artículo demostramos que aquellas imágenes y estas respuestas del gobierno han contribuido a esconder más que revelar la complejidad de la crisis de los residuos en Campania, absolutamente irreducible a los requerimientos de limpieza y de orden en la ciudad. La pregunta a la cuál probaremos de dar respuesta es simple: ¿eran de verdad las 170.000 toneladas de residuos acumuladas en 2007 en las calles de Nápoles el problema principal? Según nuestra opinión este tipo de enfoque del problema es superficial y engañoso; más bien, como escribía Urlic Beck (1992), la novedad de la sociedad industrial está en la invisibilidad de los riesgos que produce: sean residuos tóxicos o radiaciones nucleares, éstos pasan inadvertidos a la percepción común. La respuesta a tal invisibilidad es confiada a la intervención de expertos, que pretenden tener el monopolio de las evaluaciones y mediciones —o mejor dicho, a los que se les ha concedido este monopolio para despolitizar el debate. De esta consideración surge la segunda pregunta a la cual intentaremos dar respuesta: ¿qué pueden hacer los expertos a partir de los datos disponibles de generación y gestión de los residuos en Campania? La respuesta a estas dos preguntas será la prueba de nuestra tesis: el problema de los residuos de la Campania está sobre todo en aquello que no se ve o, en otras palabras, en el conflicto entre aquello que los expertos y los datos oficiales muestran y aquello que permanece escondido. Un secreto que emerge solo mirando los acontecimientos con los ojos de los activistas (Armiero, 2008). Aquí se enlaza la otra tesis: la resistencia de las poblaciones locales es lo que ha puesto en discusión el monopolio de la evaluación y de las mediciones de los expertos y que ha hecho emerger los límites de la definición oficial del problema.

Desde este punto de vista, la historia de los residuos de la Campania se inscribe entre los clásicos ejemplos de conflictos de justicia ambiental; en Nápoles, como en Love Canal (Levine, 1982) o a Los Angeles (Pulido 2000, p. 32), los activistas se transforman en expertos, no tanto poniendo en discusión la ciencia como tal (Beck, p. 72), sino más bien proponiendo una aproximación científica postnormal que requiere participación democrática y consenso (D’Alisa et al., 2010).

INCERTIDUMBRE DE LOS DATOS E IMPOSIBILIDAD DE PARTICIPAR

La ausencia de datos ciertos es una de las características sistemáticas del mundo complejo de los residuos, y no solo eso (Powel et al, 2001, p. XIII). El problema de la incertidumbre de los datos se convierte, pero, endémico en el caso de la crisis de la Campania. En este artículo queremos remarcar que la incertidumbre de los datos sobre producción y gestión de los residuos en Campania es tan grave y funcional como la opción del estado de emergencia.(2) La ausencia de datos claros, transparentes y consolidados, efectivamente, hace imposible cualquier mejora de los programas de gestión. Según nuestra opinión, esta aleatoriedad es funcional a la gestión de la emergencia y a la consecuente deriva autoritaria en la programación de la tipología y de la deslocalización de las plantas en el territorio. Una aleatoriedad no con poca importancia, ya que de los datos disponibles (1999-2007) (3) se revela un déficit de cerca de dos millones de toneladas de residuos, o dos tercios de la producción de un año en Campania, el 10% de la producción analizada.

LOS DATOS

Los dos millones de toneladas de residuos desaparecidos son solo la sorprendente representación de una general aproximación en relación a los flujos de los residuos en Campania. Más de un decenio de régimen de emergencia y 7.000 millones de euros gastados por la gestión a menudo no son suficientes para proporcionar una visión cierta de la situación.

Por ejemplo, el número de vertederos legales activos en Campania en los últimos quince años es cierto. Hasta el 2001 en Campania han estado en funcionamiento por lo menos 200 vertederos (ARPAC, 2008, pp. 103-104). La Figura 1 muestra la reducción del número de vertederos del 1999 al 2007. El grafico se ha realizado en base a los datos contenidos en el Informe ISPRA, informe que aún presenta en su interior numerosas incongruencias.

La reducción progresiva de los vertederos fue acompa- ñada en 2001, año de la primera gran crisis, de la apertura de más de 183 sitios de almacenamiento municipales, que, aunque según el artículo 13 de la D.Lgs 22/97 deberían haber sido provisionales, estaban aún activos en 2008, con grandes cantidades de residuos almacenados en precarias condiciones de seguridad (ARPAC 2008 pp. 103-104). En muchos sitios es almacenado el combustible de residuos (CDR), conocido como «ecoballa», que también por ley debería haber sido tratado fuera de la región, en espera del envío a la incineradora de Acerra.(4)

La búsqueda de los datos relativos a la cantidad tratada ha sido aún más difícil, a causa de una alarmante ausencia de información. Las 800 páginas del primer Plan Regional de los residuos en Campania (BRUC, 14 julio 2007), por ejemplo, no contienen información clara sobre el estado de los vertederos, aún siendo estos últimos la única forma de tratamiento de los residuos. Lo mismo por el Plan Regional de los Residuos presentado en 2005 (Gazzetta Ufficiale N. 70 del 24 marzo 2006). Cruzando los datos ARPAC con los del Informe ISPRA y con otras informaciones presentadas en el Plan Regional de 2007 es posible dar una primera representación de las cantidades tratadas y producidas en el periodo analizado.

La Tabla 1 se ha reconstruido sobre la base de los datos de vertederos presentes en el Informe ISPRA y muestra que del 1999 al 2007 se trataron en Campania cerca de 13 millones y medio de toneladas de residuos.

La comparación con los datos ARPAC por el periodo 2002-2007 muestra que para la Agencia campana la cantidad total tratada en vertedero ha sido inferior a lo revelado por el Instituto Nazionale (Tabla 1 y Tabla 2).

Un primer intento de analizar los datos a nivel individual por vertederos conduce a suponer que las cantidades tratadas en estos años han sido superiores a las presentadas en la tabla.

Aquí simplemente nos limitamos a hacer una representación de los datos recogidos de las diferentes fuentes para un análisis preliminar de la congruencia de las cantidades producidas con las tratadas. La Tabla 3 muestra el flujo de residuos no reciclados por provincia en Campania del 1999 al 2007.

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Una primera comparativa entre estas primeras tres tablas evidencia que del 1999 al 2000 las cantidades tratadas han sido superiores a las producidas, en particular en las provincias de Nápoles y Caserta. Si bien una parte del dato relativo al 1999 puede ser atribuido a cuotas del 1998, falta interpretar el dato del 2000. En el 2001, año de la primera gran crisis, se registra una drástica reducción del tratamiento en vertedero, cerca 1.655 millones de toneladas contra los 2.589 millones del 2000 (ver Tabla 1) pero sobre todo respecto a los 2.582 millones de toneladas de Flujo de los Residuos No reciclados producidos (en italiano Flusso dei Rifiuti Indifferenziati prodotti, FRI) en la región (Tabla 3). Las razones de la subutilización de algunas de las plantas disponibles en aquellos años están todas aún por aclarar. El caso del vertedero de Pianodardine en Benevento es un ejemplo emblemático: en base a los datos ISPRA del 1999, la comparativa entre la capacidad y los vertidos declarados evidencia una capacidad residual de al menos 500 mil toneladas, sin embargo en el Informe ISPRA del 2000 la capacidad resulta ser agotada. También en la segunda mitad de 2001, no obstante la entrada en funcionamiento de las plantas de Caivano, Avellion y Santa Maria Capua Vetere (ARPAC, 2008) y la existencia de dos canteras gestionadas por FIBE —cantera Giuliani y cantera Bianco— de volumen total de 1,8 millones de metros cúbicos (Impregilo, 2002), tales disponibilidades han permanecido inutilizadas. Por otra parte los ministerios públicos fiscales que han investigado las inestabilidades de la FIBE y de la agencia por la emergencia de los residuos han conducido a suponer que algunas de las llamadas crisis campanas de los residuos fueron creadas al arte de la FIBE misma con la finalidad de imponer rápidamente la aceptación de sus decisiones empresariales en materia de localización de las plantas y sitios de almacenamiento (Rabitti, 2008).

La Tabla 4 se ha construido sobre la base de los datos declarados por Impregilo del 2001 al 2004 sobre la cantidad de FRI transformado en CDR, fracción orgánica estabilizada (FOS) y rechazo. El CDR ha sido almacenado durante años en sitios expresamente creados a la espera de la construcción de la incineradora de Aterra; el FOS, destinado en principio a ser utilizado como bonificación ambiental, vista la poca calidad realmente producida en las plantas de la Campania, se ha eliminado en vertedero junto al rechazo y a los otros descartes.

La comparativa con la Tabla 5 basada sobre los datos ARPAC, muestra evidentes diferencias en los datos sobre el almacenamiento de las ecoballe. Sumando los datos de los Informes Imprebilo (2001-2004) con los datos ARPAC (2006 al 2007), emerge una cantidad que supera los 5,5 millones de toneladas acumuladas sobre el territorio campano.

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La Tabla 6 muestra el FRI tratado en las plantas campanas para CDR, no destinado al tratamiento en vertedero. Tales cantidades, sumadas al total tratado fuera de la región, proporcionan la cantidad total de residuos no tratados en los vertederos campanos, una cantidad relevante de más de 1,5 millones de toneladas.

Una vez diferenciados los diferentes flujos de tratamiento ha sido posible reconstruir las cantidades de FRI y sus destinaciones finales. Extrayendo del FRI la cantidad total de ecoballe almacenadas, los residuos no tratables en vertedero y los residuos destinados al tratamiento fuera de la región, se obtiene un resultado que debería coincidir con la cantidad tratada en vertedero. Sin embargo el total a tratar en vertedero supera en casi 2 millones el total efectivamente tratado (Tabla 7).

Los casi 2 millones de residuos que faltan despiertan no pocas preocupaciones, en una región con una alta densidad de vertederos ilegales y con una fortísima ecomafia (Fontana et al., 2008), como es la Campania.

CONCLUSIONES

El régimen de emergencia ha impuesto incineradoras, sitios de almacenamiento y vertederos en comunidades que habían ya pagado un precio muy alto en términos de contaminación y marginalidad; si la represión y la fuerza militar, acompañada de promesas de compensación, han hecho posible esta imposición, es también cierto que el régimen de emergencia no está satisfecho solo con imponer sus políticas con la fuerza. Junto a incineradoras y vertederos, ha impuesto una explicación de la crisis campana funcional a estas opciones; según esta explicación los campanos y los napolitanos serían incapaces de poner en práctica la recogida selectiva, irresponsables en gestionarla y culpables de oponerse «en voz alta» a las soluciones simples, posibles y rápidas propuestas. En este artículo hemos demostrado la superficialidad de esta afirmación. Las 170.000 toneladas presentes en las calles durante el punto culminante de la protesta entre el 2007 y el 2008 no eran más que la punta del iceberg formado por más de 2.000.000 de toneladas (1999-2007), que no se sabe donde han sido enterradas: en vertederos legales pero sin respetar los parámetros de ley o directamente en vertederos ilegales gobernados y controlados por la camorra (la mafia napolitana). Delante de números así de grandes y sobre todo de una evidente ausencia de datos ciertos, parece comprensible el rechazo de la comunidad andaluza de acoger 30.000 toneladas de residuos campanos.(5) ¿Por qué preocuparse de exportar cantidades tan irrisorias si la escasez de capacidad de los vertederos es de otra magnitud? ¿Hasta cuando las administraciones campanas querrán exportar los costes ambientales de sus nefastas decisiones de gestión?

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La voz alta de los activistas y de la población exprime un contenido que emerge de la simple lectura de las estadísticas oficiales: no existen las bases en Campania para una clara y documentada participación en la programación plurianual de la gestión de los residuos. La confusión en los datos, en las opciones técnicas y el las localizaciones de incineradoras y vertederos es funcional para la perpetuación del régimen de emergencia; la crisis es el producto del entramado entre intereses económicos, los sistemas políticos y el poder de la camorra. El resultado de todo esto son los miles de millones de euros desperdiciados dejando poblaciones contaminadas, destrucción del paisaje y miedo, debido por un lado a la represión del Estado y por el otro a la mano violenta de la camorra. Una mirada atenta a los datos muestra que un experto no tendría mucho que decir sino confirmar la incongruencia de los mismos, una incongruencia que apoya la tesis de los activistas sobre la necesidad de un control serio de los flujos de los residuos, y no solo los urbanos, para repensar una gestión a largo plazo. Lo que no se ve en estos datos, 2.000.000 toneladas de residuos, es una parte de los residuos ilegalmente tratados en la región y la parte menos impactante, si se considera la importación ilegal de los residuos nocivos que durante años la camorra realiza con la colaboración de algunos industriales sin escrúpulos del norte, que para minimizar sus costes se desinteresan del destino final de sus residuos industriales. A partir de estos datos está claro que la versión oficial de la crisis campana no puede ser aceptada ni se puede dejar el monopolio de la valoración y medición de la misma solamente a los expertos «acreditados». En la Campania, como en cada conflictode justicia ambiental, aquellos expertos que participan en una despolitización de las opciones, presentan sus relaciones como puramente técnicas, se hacen cómplices de la injusticia ambiental que afecta el territorio. En cambio aquellas comunidades en lucha, con sus propias discusiones, con los propios cuerpos y los propios conocimientos locales, la legitimidad del saber, la fiabilidad de los datos y de las opciones técnicas, ofrecen una contribución fundamental a los movimientos de justicia ambiental, a ellos mismos y a su tierra.

BIBLIOGRAFÍA

ARMIERO M. (2008), «Seeing Like a Protester: Nature, Power, and Environmental Struggles». Left History, Vol 13, No 1.

BECK, U. (1992), Risk Society: Towards a New Modernity (London-Newbury Park, Calif.: Sage Publications).

BIANCHI, F., COMBA, P., MARTUZZI, M., PALOMBINO, R., PIZZUTI R. (2004), «Italian ‘Triangle of death’». The Lancet Oncology 2004: 5 (12).

BULLARD, R. D. y JOHNSON, G. S. (2000), «Environmentalism and Public Policy: Environmental Justice: Grassroots Activism and Its Impact on Public Policy Decision Making». Journal of Social Issues, 56: 555—578. Doi: 10.1111/0022- 4537.00184.

D’ALISA G., BURGALASSI D., HEALY H., WALTER M., (2010), Conflict in Campania: Waste emergency or crisis of democracy. Ecological Economics Vol. 70, Issue 2.

DE MARIA, F. (2010), «Shipbreaking at Alang—Sosiya (India): An Ecological Distribution Conflict». Ecological Economics Vol. 70, Issue 2.

FONTANA, E., PERGOLIZZI, A., RUGGIERO, P., DODARO, F., GROCCIA, C., CIAFANI, S., DEL GIUDICE, R. (2008), Rifiuti Spa. Legambiente. Online at: http://www.borsari»uti.com/ materiali.phpsc?i=d (última visita 28 marzo, 2010).

LEVINE, A. (1982), Love Canal: Science, Politics, and People (Lexington, Mass.: Lexington Books).

MARTINEZ-ALIER, J. (2009, 3ª edición), El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguages de valores (Barcelona: Icaria).

MELOSI, M. (2000). «Equity, Eco-racism, and the Environmental Justice Movement», in J. D. Hughes, M. E. Sharpe (eds.), The Face of the Earth. Environment and World History (New York: Armonk).

PELLOW, D. N. (2007), Resisting Global Toxics. Transnational Movement for Environmental Justice (Cambridge, Mass.: MIT Press).

POWELL. J.C.; TURNER, R. K.; BATEMAN, I. J. (eds.) (2001), Waste Management and Planning. Managing the Environment for Sustainable Development (Cheltenham, UK; Northampton, MA, USA : E. Elgar Pub.).

PULIDO, L. (2000), «Rethinking Environmental Racism: White Privilege and Urban Development in Southern California». Annals of the Association of American Geographers, Vol. 90, No. 1.

RABITTI, P. (2008), Ecoballe. Aliberti Editore. Reggio Emilia, Italia.

SENIOR, K.; MAZZA, A., Italian «Triangle of death» linked to waste crisis, The Lancet Oncology – 1 September 2004 (Vol. 5, Issue 9, Pages 525-527) .

* Nota de los autores: los datos utilizados han sido elaborados por Giacomo D’Alisa con la ayuda de Maria Federica di Nola, a la cual va todo nuestro agradecimiento.

** Giacomo D´Alisa, Research Fellow, ICTA, Universitat Autònoma de Barcelona (giacomo_dalisa@yahoo.it); Marco Armiero, Marie Curie Fellow — Project 235728, ICTA, Universitat Autònoma de Barcelona (marco.armiero@issm.cnr.it).

1 http://video.it.msn.com/watch/video/napoli-tornata-citta-occidentale- 18-07-2008-ore-22-54/6cdx4duh.

2 Desde 1994 el gobierno nacional ha decretado, en efecto, para la Campania el estado de emergencia en materia de residuos, constituyendo una agencia ad hoc con poderes extraordinarios en relación a operar en la derogación de normativa vigente con consecuencias sorprendentes en términos de corrupción, ausencia de control y perdida de democracia (D’Alisa et al. 2010).

3 Los datos utilizados provienen de los informes de residuos anualmente publicados por el ISPRA (ex APAT) y los datos de la Agencia Nacional para la Protección Ambiental de la Campania (ARPAC). Tales informaciones han sido integradas con aquellas presentes en los Informes Ambientales de la Impregilo s.p.a., sociedad que forma parte del consorcio FIBE que desde el 2000 gestiona el sistema de los residuos en Campania.

4 Ejemplar el caso de Giugliano (sito Taverna del Re) donde cerca de 3,5 Km de tierra agrícola han sido eliminados para construir muchas pirámides de ecoballas, las cuales, si se pusieran juntas, sería la pirámide más grande de la historia.

5 http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Andalucia/rechaza/basura/Napoles/queria/llevar/Jerez/elpepusoc/20110312elpepisoc_7/Tes.

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