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  • GPS (global personal social). Valores para un mundo en transformación
  • JORDE PIGEM
  • Editado por: Editorial Kairós
  • Año: 2011 165 pp

Crítica del libro: MARIA MESTRE MONTSERRAT, ENT, Medi Ambient i Gestió (www.ent.cat)

 

En este libro Jordi Pigem hace una discusión sobre por qué es necesario un cambio de mentalidad y de valores, analiza el consumismo y el materialismo como claves de la insostenibilidad, e identifica los valores decisivos para avanzar hacia un nuevo horizonte de plenitud personal y equilibrio planetario.

En la primera parte del libro, titulada Nueva realidad, nueva consciencia, el autor expone reflexiones sobre la importancia de los valores para la transformación hacia un mundo más sostenible. Desde la historia de la tribu Tikopia, que al darse cuenta que estaba topando contra los límites ecoló- gicos supo cambiar sus hábitos, organización y horizonte, hasta diferentes referentes del pensamiento que hablan de la necesidad de generar nuevos valores para conseguir un mundo más sostenible. Los valores se presentan como el primer paso para la transformación necesaria de nuestra sociedad, porque los valores guían nuestras acciones. (oldmcmickys.com) En este sentido, se pone especial énfasis en la transformación, en oposición a la reforma. Para lograr una sociedad sostenible es necesario transformar nuestra relación con la naturaleza, con los demás y con nosotros mismos. Destaca la siguiente cita de Raimon Panikkar:

El momento histórico de las reformas […] se ha acabado […]. Es necesaria una transformación que equivale a un cambio radical de la manera de pensar y de vivir […]. Esta transformación heroica exige un giro radical de todos nuestros sistemas de valores.

Otro ejemplo de la necesidad de transformación citado en el libro, es la evidencia que aunque los cambios tecnológicos a menudo permiten un uso más eficiente de los recursos, el incremento de la eficiencia a la larga lleva a consumir más recursos, tal y como muestra el llamado efecto rebote (o paradoja de Jevons). Este fenómeno explica el hecho que, aunque en las últimas tres décadas hemos incrementado un 30% la eficiencia en el uso de los recursos, en el mismo período el uso global de recursos ha crecido un 50%.

Esto indica que como sociedad debemos dejar de lado el desarrollo sostenible y centrarnos más en el desarrollar la sostenibilidad. Según el autor, la crisis económica iniciada en 2008 crea un contexto en el que este cambio cultural es más necesario y más posible que nunca. Nos hallamos en una crisis sistémica: ecológica y económica, y a la vez ética y epistemológica. En este sentido, la crisis ecológica se manifiesta en el hecho que estamos chocando con los límites planetarios. Para evidenciar este hecho, se cita el informe Planetary boundaries, elaborado por Johan Rockström y otros veintiocho prestigiosos científicos de tres continentes y promovido por Stockholm Resilience Centre, en el que se concluye que en tres de los indicadores establecidos (cambio climático, ciclo del nitrógeno y pérdida de biodiversidad) se ha pasado el límite de seguridad y el resto de indicadores tienen una tendencia al deterioro. Así, aunque las causas inmediatas de la crisis económica y global se encuentran en la especulación financiera e inmobiliaria, la causa de fondo es el choque contra los límites del planeta. Por ello se plantea la necesidad de darnos cuenta que nuestra plenitud personal y el bien común de la sociedad están más ligados a valores intangibles (relaciones personales, alegría de vivir, el tiempo libre y la creatividad) que a los bienes materiales.

Referentes del pensamiento de diferentes ámbitos plantean la crisis ecológica como reflejo de una crisis interior: es una crisis relacionada con nuestra manera de pensar, la imagen de nosotros mismos. A nivel propositivo la noción de decrecimiento con Serge Latoche como máximo exponente, establece las ocho Rs (revaluar, reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar, reducir, reutilizar y reciclar).

Nuestra época pide una enorme transformación que deberá manifestarse en todos los niveles, desde lo personal a lo colectivo, y desde los medios de comunicación a los ámbitos de la política, la empresa la educación y el conocimiento. Necesitamos pasar de la codicia a la solidaridad, de la sociedad industrial a la sociedad sostenible, de la modernidad a la transmodernidad, del materialismo al postmaterialismo. Según la teoría del equilibrio puntuado de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge la evolución bioló- gica combina largos períodos de estabilidad con momentos puntuales de transformación radical. Podría ser el caso de la madura y no-violenta revolución de la conciencia que hoy necesitamos.

En la segunda parte del libro, La insostenibilidad de una ilusión, analiza el materialismo y el consumismo como las raíces de esa crisis interior causante de la crisis ecológica. Así, se plantea la paradoja que se da en el materialismo; el incremento del consumo material crea inseguridad psicoló- gica y es contraproducente para la satisfacción personal. El consumo material estimula el egoísmo, mina la confianza y la cohesión social e incrementa las desigualdades. En relación al consumismo, se plantea que su psicodinámica es en la actualidad un elemento esencial de la identidad humana (se adquieren objetos por lo que dicen de nosotros), significa un modelo de identidad. Según Tim Jackson el consumismo es un intento de religiosidad. Por ejemplo, la publicidad promueve el consumismo como camino hacia la satisfacción personal pero en contraposición se extiende cada vez más un tipo de insatisfacción ligada a la falta de tiempo, al hecho que nuestras obligaciones nos desbordan, al incremento del nivel de ansiedad, etc.

El autor habla del vértigo de la identidad atomizada, una identidad escindida de la naturaleza, de la sociedad y del cosmos. La identidad contemporánea es una identidad aislada, de desarraigo, de falta de fundamento, etc. y todo esto fomenta la insostenibilidad. El consumo se presenta como un consuelo, como un refuerzo de la imagen del yo y de la autoestima. La visión del mundo como espejo en el que ver como se refleja la propia imagen representa la contrapartida psicológica de un sistema económico que necesita expandir ilimitadamente la producción. Y este individuo atomizado de la edad moderna, escindido de la sociedad, de la naturaleza y del cosmos, compensa sus carencias buscando poder, expansión y autoafirmación. Por el contrario los pueblos indígenas no anhelan un crecimiento ilimitado de su consumo y se sienten felices con lo que tienen.

Nuestra crisis sistémica está vinculada con el hecho que en Occidente hemos separado radicalmente la cultura y la naturaleza. La naturaleza se ve como un objeto a transformar. Grandes religiones entienden la tierra como un sitio a despreciar porque el objetivo final es el más allá.

Con la misma idea del individuo atomizado, aislado, se encuentran aquellos que dan prioridad a la libertad individual, por encima de la disciplina colectiva, a la diversidad humana por encima de la conformidad al grupo, y a la autonomía cívica por encima de la autoridad del estado. En contraposición se plantea el camino hacia el postmaterialismo, llevando de la mano la consciencia social y ecológica. Se pone el énfasis en la calidad de vida, y en una mayor libertad y autonomía para expresarse y autorealizarse. Los valores también incluyen la tendencia hacia una mayor participación política y ciudadana, la solidaridad, la tolerancia, el trabajo con sentido, la paz, la apertura a nuevas ideas y la autorealización. Según la escala de necesidades de Maslow, a medida que nuestras necesidades básicas (alimentación, vivienda y seguridad) se ven satisfechas nuestros deseos se orientan hacia necesidades más intangibles, como la necesidad de aceptación, de reconocimiento y de autoestima, y finalmente tienden a orientarse hacia ser propiamente nosotros mismos, descubriendo nuestra vocación y desarrollándola con creatividad y entrega. La psicología de Maslow muestra que existe una tendencia innata hacia el desarrollo de una vida más plena basada en aspiraciones cada vez menos ligadas a la seguridad personal y más vinculadas al bien común.

Finalmente, la tercera parte del libro, con el título Valores para un mundo en transformación, Pigem nos propone su GPS para lograr la necesaria transformación hacia un mundo sostenible. Estructurado en los ámbitos global, personal y social, se proponen seis valores clave que pueden ayudar a guiar nuestra transformación. En el ámbito global, se propone la conciencia humana planetaria (todo está relacionado con todo y la idea de «mejor con menos») y el revalorizar el mundo (celebrar la diversidad y reverencia por la vida), como las guías que nos permiten valorizar el valor intrínseco del planeta y su función para la continuidad de nuestra existencia. En el ámbito social, se destacan dos tendencias: reequilibrar (relocalizar y escala apropiada) y participar (redes y sentido de comunidad). Por último, en el ámbito personal se destacan dos valores: fluir y autorrealizarse o ser un@ mismo@.

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