Vikas Lakhani*

Traducido por Melissa Schmidlin

 

Resumen

Recientemente, los monumentos en conmemoración de desastres se han popularizado como sitios de curación, recuperación y aprendizaje de la comunidad. El museo conmemorativo del terremoto en la ciudad de Kobe se inauguró con el objetivo principal de recordar el gran terremoto de Hanshin-Awaji (1995) y concienciar a los visitantes sobre la prevención de los desastres. El Gobierno de Guyarat (India) está construyendo el Smriti Van[1] Earthquake Memorial and Museum (Monumento y Museo Terremoto de Smirtii Van, SEMM, por sus siglas en inglés) para evocar el devastador terremoto de 2001. El proyecto incluye la plantación de 13.805 árboles, la construcción de un museo, cuerpos de agua artificiales y un punto de puesta de sol, entre otros elementos. Basado en una extensa investigación de campo, en entrevistas en profundidad y en documentación de archivo en Guyarat, este artículo analiza la propuesta del memorial del desastre y el modo en que lo percibe la gente. Se argumenta que los monumentos a los desastres se convierten en sitios de legitimación de las intervenciones estatales posteriores a las catástrofes para avanzar en la agenda política y afirmar la ideología, en lugar de actuar como sitios de recuperación.

 

Palabras claves: desastres naturales, memorial, terremoto, recuperación, Guyarat, India

 

Introducción

El 26 de enero de 2001, el estado de Guyarat, al oeste de la India, fue golpeado por un devastador terremoto de 7,7 Mw, que afectó a más de diez millones de personas y mató a más de trece mil. La destrucción del terremoto se concentró en la región de Kutch (Bhattacharjee, 2016). Históricamente esta región se ha mantenido al margen de la actividad política de Guyarat y sus habitantes se han sentido ajenos a la idea de una “identidad guyarati”, por lo que a menudo han exigido la formación de un estado separado de Guyarat. Después del terremoto, se sintieron insatisfechos con los esfuerzos de reconstrucción del estado y consideraron que el resto de Guyarat los había abandonado en el momento de la crisis. Como resultado, resurgió el debate en torno a la creación de un estado separado.

En el tercer aniversario del terremoto, en un intento de silenciar el debate sobre el tema, el Gobierno estatal anunció la construcción de un monumento conmemorativo: el Purusharth nu Mandir.[2] El presidente del Gobierno de Guyarat declaró: “Los kachchhis[3] deberían olvidarse del terremoto. El resto de Guyarat también se vio afectado por el terremoto, pero lo ha olvidado” (Simpson y Corbridge, 2006). Por razones desconocidas, la idea inicial del monumento fue reemplazada por el SEMM. Así, la propuesta del grandioso proyecto conmemorativo pasó a incluir la plantación de 13.805 árboles, uno en memoria de cada víctima del terremoto, así como la construcción de un museo, cuerpos de agua artificiales, un punto de puesta de sol y otros elementos de esa índole.

A pesar de la enorme insatisfacción de la población de Kutch ante los esfuerzos de reconstrucción del estado, el Gobierno se jactaba de crear instituciones para actuar ante posibles catástrofes. En 2001, se estableció una autoridad de gestión de desastres para que se encargara de coordinar el Programa de Reconstrucción y Recuperación Masiva (RR). El programa RR de Guyarat es considerado un referente por el discurso de gestión de desastres en la India, debido a los rápidos esfuerzos de reconstrucción y a la introducción de estrategias innovadoras de reducción de riesgos. Sin embargo, se han criticado su carácter selectivo y sus motivaciones ideológicas, políticas y religiosas (Bhattacharjee, 2016). En medio del debate político sobre la creación de un estado separado y de las críticas a la intervención, considerada selectiva, la construcción del monumento pasó a formar parte del programa de reconstrucción. Sin embargo, diecisiete años después del terremoto, falta mucho para que esté terminado.

Esto plantea una cuestión importante sobre el propósito de los memoriales de desastres y su papel en la recuperación de las comunidades afectadas. Aunque la literatura sugiere que estos pueden ayudar a las poblaciones a recuperarse del trauma producido por un desastre (Nicholls, 2006), sostengo que los monumentos patrocinados por el Estado pueden transformarse en sitios de legitimidad para justificar y glorificar los esfuerzos estatales y de otras partes interesadas, involucradas en el proceso de reconstrucción.

Este artículo se basa en el trabajo de campo etnográfico realizado en Guyarat durante seis meses entre los años 2016 y 2017. Recolecté información cualitativa a través de investigación de archivo y de entrevistas en profundidad, semiestructuradas y no estructuradas. La pregunta central de las entrevistas (¿cuál es el papel de los memoriales de desastres en la recuperación de las comunidades afectadas?) también exploró temas más amplios sobre la experiencia de un desastre, el capital social, la influencia en la vida cotidiana, la memoria colectiva e historias personales de recuperación del trauma.

Memorialización en disputa en Kutch

Los memoriales de desastres pueden funcionar como un medio de comunicación (Nicholls, 2006) para que un evento sea accesible a otros (Simpson y Alwis, 2008) o para advertir a generaciones futuras sobre los riesgos existentes en la región. Simpson y Alwis plantean que las prácticas de memorialización y reconstrucción están entrelazadas, y que los memoriales también pueden representar la agenda de los actores involucrados en las actividades de reconstrucción. Algunos ejemplos de Guyarat de después del terremoto de 2001 plantean que la mayoría de los memoriales en Kutch fueron parte de planes de reconstrucción asumidos por grupos religiosos, Administraciones estatales, donantes individuales y organizaciones. Por lo tanto, no reflejan los sentimientos de las personas, y sus ceremonias de inauguración y diseños están influenciados por la política de la región.

Es bien sabido que los medios juegan un papel fundamental en la configuración de la memoria colectiva tras un desastre. En Guyarat, después del terremoto, el periódico local Kutch Mitr creó una narrativa de la identidad kutchi y de la resiliencia de la comunidad, con el recurso a imágenes de las ruinas de los palacios, las puertas de la ciudad y otros símbolos de la identidad kutchi. Esto estableció, desde un principio, el tono de la discusión sobre el terremoto (Simpson, 2005). La propuesta del memorial estatal en Guyarat muestra que tales narraciones pueden tomar una forma material para ganar la aceptación de la comunidad. La función tradicional del monumento patrocinado por el Estado es la de actuar como “lugar de engrandecimiento de la memoria nacional” (Young, 1992: 270). El Estado es un actor activo en el “negocio de la memoria” (Simpson y Corbridge, 2006). Como resultado, los memoriales también pueden actuar como vehículos para que el Estado imponga autoridad (Simpson y Alwis, 2008) al influir en la narrativa del desastre y hacerla pasar de la insatisfacción por la actuación del Estado a la presentación de una oportunidad para alcanzar un futuro deseado.

La literatura sugiere que existe un vínculo entre las prácticas de memorialización, de enfrentamiento (Kempe, 2006) y de recuperación (Nicholls, 2006) de los desastres. Estos memoriales deben capturar el sentimiento de la mayoría de la población para que tengan un significado emocional y la comunidad los acepte. Las consultas públicas son fundamentales para comprender cómo las personas quieren recordar el desastre. Nicholls (2006) analizó las consultas públicas en las que miles de neoyorquinos contribuyeron en la planificación y conceptualización del memorial del World Trade Center. En ausencia de consultas públicas, los monumentos a menudo son rechazados y surgen otros espontáneos como forma de agresión al Estado o a los organismos involucrados en la reconstrucción. También algunos de ellos emergen como símbolos de los sentimientos de las personas. Un ejemplo de estos memoriales es la cruz erigida en Sri Lanka después del tsunami de 2004. Más tarde se desplazó y luego se reemplazó por un monumento formal del Estado, lo cual produjo fuertes críticas.

Como ya he mencionado, la gente de Kutch estaba indignada por la forma como la había tratado el discurso político de Guyarat, lo cual provocó insatisfacción en la fase de reconstrucción después del terremoto. A diferencia de Sri Lanka, en Guyarat no se construyeron memoriales espontáneos. Además, los habitantes no parecían entusiasmados con la erección de un monumento público para recordar a las víctimas (Simpson y Alwis, 2008). No obstante, la gente ha intentado recuperarse del trauma recordando y olvidando los días horribles que siguieron al terremoto; ha realizado esfuerzos individuales para honrar la memoria de los seres queridos mediante la construcción de santuarios en las aldeas o a través de la preservación de sus pertenencias.

Se puede argumentar que, dada la diversidad sociocultural de la región de Kutch, sería difícil construir un monumento que englobara las emociones y los sentimientos de todas las personas. La gente de Kutch destaca en diversas técnicas de impresión textil y bordado, dependiendo de la filiación histórica y cultural de sus comunidades. Después del terremoto, algunos artistas presentaron las historias de destrucción, impotencia y angustia a través de sus obras de arte. Afirmaron que esto los ayudaba a recuperarse del trauma y a seguir con su vida.

En un escenario en que las comunidades tienen formas propias de recordar el desastre y recuperarse de él, ¿qué propósito cumplen los memoriales estatales? Según la propuesta de este memorial, serviría “como doble ancla para la memoria colectiva de la lucha, la tragedia, la resiliencia, la fugacidad de la vida, el triunfo del espíritu humano y la esperanza”. Se destaca la gloria de la región de Kutch y se promete reflejar la “esencia de la tierra”. Lo que se intenta es convencer a la gente de Kutch para que acepte el memorial y celebre la historia y la cultura de la región en lugar de centrarse en las contribuciones estatales para la recuperación del terremoto.

 

Imagen 1. Lugar del memorial Smriti Van, 2016. Autor: V. Lakhani.

Al realizar el trabajo de campo etnográfico en la región afectada de Kutch, detecté que muchos de los encuestados desconocían la gigantesca tarea de construcción del monumento que se está llevando a cabo en memoria de sus seres queridos. Dado que el anuncio de su erección fue una decisión política, despertó poco entusiasmo en la gente y en los departamentos del estado. Ha pasado más de una década desde su inicio y la construcción está lejos de ser terminada. Debido a su ubicación, lejos de las comunidades afectadas, y a su carencia de significado emocional, el monumento estatal es un sitio de legitimidad para recordar y olvidar parcialmente los procesos históricos y justificar las intervenciones estatales tras el desastre, y no tanto un lugar que contribuya a la recuperación del trauma.

 

Bibliografía

Bhattacharjee, M., 2016. “Seva, hindutva, and the politics of post-earthquake relief and reconstruction in rural Kutch”. Asian Ethnology Special Issue. Salvage and Salvation: Religion and Disaster in Asia, vol. 75 (1), pp. 75-104.

Kempe, M., 2006. “Mind the next flood! Memories of natural disasters in Northern Germany from the sixteenth century to the present”. The Medieval History Journal, vol. 10 (1-2), octubre, pp. 327-354.

Nicholls, S., 2006. “Disaster memorials as government communication”. The Australian Journal of Emergency Management, vol. 21 (4), noviembre, pp. 36-43.

Simpson, E., 2005. “The Guyarat earthquake and the political economy of nostalgia”. Contributions to Indian Sociology, vol. 39 (2), pp. 219-249. Simpson, E., y S. Corbridge, 2006. “The geography of things that may become memories: the 2001 earthquake in Kachchh-Guyarat and the politics of rehabilitation in the prememorial era”. Annals of the Association of American Geographers, 96 (3), pp. 566-585.

Simpson, E., y M. D. Alwis, 2008. “Remembering natural disaster: politics and culture of memorials in Gujarat and Sri Lanka”. Anthropology Today, vol. 24 (4), agosto, pp. 6-12.Young, J. E., 1992. “The counter-monument: memory against itself in Germany today”. Critical Inquiry, vol. 18 (2), pp. 267-296.

* Estudiante de doctorado en la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, benificiario de una beca Marie Skłodowska-Curie. E-mail: vikas.lakhani@rcc.lmu.de.

[1]. Smriti Van, significa “Bosque del Recuerdo”.

[2]. Significa “Templo del Esfuerzo Humano”.

[3]. Habitantes de la región de Kutch.

Descargar artículo

La revista Ecología Política se publica gracias al apoyo de sus suscriptores/as. Este es un proyecto sin ánimo de lucro por lo que todos los recursos donados se dedicarán exclusivamente a realizar y mejorar la revista Ecología Política. Puede adquirir la versión en papel de la revista así como suscribirse a ella y contribuir a su creación y difusión.

Compra la revista Suscríbete  Suscríbete al newsletter 

Pasado un año desde su publicación, los contenidos pasan a ser de libre acceso. Puede consultar este contenido de forma gratuita y descargar el pdf.

Descargar artículo

Leave a Reply